Plaza de toros de Illescas. Segunda edición de la Corrida Total. Tres cuartos de entrada.
Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, con divisa negra por el reciente fallecimiento del ganadero del mismo nombre. Muy bien presentados. Primero encastado aunque algo rebrincado, bueno el segundo, sobre todo por el pitón izquierdo, tercero noble, cuarto encastado, al quinto de calidad exquisita por el pitón izquierdo, le fue concedido el indulto. El toro respondía al nombre de Jarretero, número 32. El sexto resultó más deslucido, aunque sin ser imposible.
Emilio de Justo: ovación y dos orejas con aviso.
Pepe Moral: dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos.
Martín Escudero: oreja y silencio tras aviso.
Se guardó un minuto de silencio en memoria de Victorino Martín, y a continuación sonó el himno nacional para júbilo del público.
CUADRILLAS: Raúl Cervantes saludó tras banderillear al segundo y por la magnífica brega al quinto, Fernando Sánchez también se desmonteró en ambos toros como tercero, y Vicente Varela tras parear al quinto (los tres de la cuadrilla de Pepe Moral). Morenito de Arles (perteneciente a la cuadrilla de Emilio de Justo) se desmonteró en el segundo tercio del cuarto, igual que hiciera José Antonio Carretero (de la cuadrilla de Martín Escudero) en el tercero al colocar rehiletes. A caballo cabe destacar a Félix Majada (mayoral de Victorino Martín) en el primero, y Alberto Sandoval en el quinto.
De Justo y Moral salieron a hombros junto al vaquero -que hacía las veces de mayoral en este festejo- de Victorino Martín.
Victorino Martín padre siempre tuvo claro que una corrida de toros era una celebración de la bravura. Y si no podía ser de la bravura, al menos de la casta, que es algo así como la hermana menor de la bravura. En su búsqueda anduvo toda su vida, encontrándola en numerosas ocasiones. Y su hijo sigue, por suerte, la misma filosofía vital y taurina; también con éxito frecuentemente, como demuestra – entre muchos otros- el éxito que tuvo la primera edición de la bautizada como ”Corrida Total” celebrada el año pasado en el magnífico coso de Illescas, y que se ha repetido en esta segunda edición, con el cuerpo todavía cortado por el reciente fallecimiento del patriarca. Y quisieron los toros honrar a su criador, ofreciendo una corrida muy bien presentada y llena de matices en la que el interés constante fue en todo momento el hilo conductor del festejo.
El lote de la corrida se lo llevó un Pepe Moral que apenas ha visto un pitón tras triunfar en Sevilla a comienzos de temporada. Así está el toreo. Su primero tuvo una calidad que pedía delicadeza, lo cual no siempre acertó a darle el torero sevillano en el primer tramo de faena. Sin embargo las tornas cambiaron; Moral tomó ídem y aire para echársela despacio por el izquierdo; la faena rompió para adelante y algunos naturales surgieron lentos y largos por abajo. Mató a la primera y un generoso público le pidió las dos orejas, finalmente concedidas.
Pero la traca llegó en el quinto, que recibió dos buenos puyazos empujando con fijeza. Cuando salió del peto ya se vio la sensacional cadencia y calidad de sus embestidas.
Pepe Moral comenzó faena por el buen pitón derecho, lado por el que no llegó a acoplarse del todo. Pero es que cuando se echó la muleta a la zurda y pegó el primer natural el toro se fue casi fuera de la plaza, y Victorino se llevó las manos a la cabeza previendo lo que podría pasar y finalmente pasó. Moral lo llevó más lento que a cámara lenta, dejándosela muerta en el hocico y tirando a menos uno por hora largo por abajo, sin brusquedad alguna. Naturales monumentales que parecieron caricias. La petición de indulto, en jornada tan emotiva para esta ganadería, empezó a tomar cuerpo y Victorino dio su “Sí quiero” a un palco acuciado por la petición.
Una vez concedido el indulto sonaron pitos, a buen seguro por la embestida tan despaciosa del toro, con un público acostumbrado a que los toros que merecen el premio supremo evidencien una acometividad más vibrante.
Emilio de Justo destacó en sus dos muy entonados recibos a la verónica, echando la pierna adelante en todo momento. El primero de Victorino –que recibió tres puyazos- tuvo muy buen embroque pero salía de la suerte pegando un tornillazo que deslucida el conjunto, si bien tampoco su matador ofreció demasiadas sutilezas a la hora de manejar la muleta. Fue un toma y daca vibrante pero demasiado tropezado. Pinchó hasta en seis ocasiones antes de acertar con el acero.
Otro toma y daca fue el trasteo del cuarto, que lo volteó al inicio y al final de la faena. De Justo alternó series por los dos pitones logrando mayor y mejor acople por el derecho. La emoción que sobrevoló en todo momento la faena, rematada con media tendida arriba, dio el empujón para conceder el doble trofeo.
Martín Escudero derrochó firmeza y un aplomo a prueba de embestidas inciertas. Hubo gusto tanto en el toreo fundamental como en los garbosos remates por abajo finales en el tercero, un ejemplar encastado, noble y relativamente templado. El que cerró plaza fue el menos lucido por falta de humillación y salir con la cara alto distraída, lo cual no impidió que Martín Escudero remontase el vuelo jugándosela. Perdió la puerta grande por dejar una estocada que hizo guardia escandalosamente. Si hubiera matado como lo hizo la semana pasada en Las Rozas…