Con alegría, tengo que reconocerlo, aceptaba la invitación que me hacía nuestra directora, Laura Espinar, a colaborar en este número especial conmemorativo del setenta y cinco aniversario, ¡tres cuartos de siglo nada más y nada menos!, de la publicación del primero de los 25.014 ejemplares de Lanza que aparecieron en papel, con una periodicidad casi diaria, -salvando las excepciones que cada año tiene la prensa escrita-, ya que el último se publicaba el 18 de mayo del año pasado, datándose el origen de la efemérides que hoy recordamos en el día 20 de mayo de 1943.
Es hermoso, seguro que muchos de ustedes lo han comprobado en diversos campos y momentos, formar parte de una historia y mucho más, se lo prometo desde mi propia experiencia personal, cuando se trata de una hermosa historia como esta de nuestro periódico diario (ahora en formato digital cada jornada, -lo que conlleva una mayor “agilidad” y puntualidad-, y los viernes también en papel, como semanario) Lanza.
Y digo bien, nuestro. Y lo es, indudablemente, por dos razones fundamentales. Una, porque ustedes tienen la bendita culpa de que nos sintamos motivados, -profundamente motivados-, quienes desde un despacho, una redacción, una casa particular de un colaborador,… nos involucramos de lleno en esta apasionante aventura.
Otra, porque cuando uno, en mi caso como colaborador, se siente como en familia el trabajo, la afición,… se lleva a la realidad con más alegría, con más pasión, con más ganas de hacerlo todo lo bien que ustedes se merecen. Por eso Lanza es nuestro, es de todos.
En su libro “El Diario Lanza, recuerdos de un director”, publicado por el Instituto de Estudios Manchegos en 1985, escribe Carlos María Sanmartín López, a la sazón segundo director de este medio de comunicación, “…cuatro años después de finalizada la Guerra Civil, Ciudad Real seguía sin periódico propio, con lo que se rompía una tradición anterior, cuyos antecedentes habían sido “Vida Mnchega” y “El Pueblo Manchego”…” Porque imagino, apostillo yo ahora, la emoción de aquel primer equipo de redacción es por lo que creo que desde un principio puede hablarse de hermosa historia.
Corría el año de 1974, -treinta y uno más tarde-, por cuando servidor entra en tan apasionante historia y el que suscribe y familia comenzamos a vivir en Ciudad Real, en la capital, aunque sin dejar del todo, -ni aún hoy-, mi Miguelturra natal, y sin saber todavía muy bien ni el cómo ni el por qué, comienzo a colaborar con Lanza.
Eran unos tiempos, una época, unos años,… en los que se hacía un tipo de periodismo, al menos en nuestra ciudad y en lo que a la prensa escrita se refiere, muy distinto al de ahora; cómo había menos medios, -tanto materiales como humanos-, había que hacer de todo. Éste que lo es, parafraseando a la genial Lina Morgan, a veces bajo pseudónimo ante la evidente ignorancia en muchas disciplinas, igual escribía de toros que de hípica; de teatro que de política… ¡menos mal que siempre había asesores!
Y hablando de asesores. Hoy los tiempos han cambiado, -que diría el mítico boticario de la Verbena de La Paloma, el célebre don Hilarión-, que es un barbaridad. Se hace un periodismo que casi nada, o nada, tiene que ver con el de entonces. Se trabaja más al pie de la noticia y al menos en este periódico Lanza por profesionales en cada una de las parcelas, aunque haya, -estemos-, colaboradores que en determinados momentos podamos cubrir una noticia. Y hablando de asesores, digo, no puedo por menos que manifestar públicamente mi reconocimiento a los que siempre consideraré maestros, tales que Carlos María Sanmartín, Cecilio López, Emilio Arjona, Alfonso Arcos, Dulce-Néstor Ramírez,… y a todos los que se preocuparon de enseñarme lo que hoy sé acerca de cómo escribir en un periódico.
Gracias, Laura; directora, compañera y amiga, por seguir contando conmigo. Sabes que puedes hacerlo y que con tú permiso o con el de quien corresponda continuaré indagando en la historia de castillos, pueblos, ríos, poetas, escritores,… y donde sea necesario, como lo vengo haciendo desde hace más de treinta años, -porque durante algunos acometí similar aventura en otro medio-, a disposición de distintos directores, y ahora a la tuya.
Estamos de aniversario, de celebración, y siempre al final vienen los brindis. Imagino la copa de espumoso en mi mano y brindo por muchos años más de vida, -otros 75 al menos-, para Lanza.
*Colaborador