El deseo de que se les preste atención a los hijos es casi universal y en todas las culturas, o al menos en las que son convencionales, a los más pequeños, porque verdaderamente nos necesitan.
Los niños prefieren obtener atención de manera positiva, siendo útiles, pero si no lo logran de esta forma, la pueden buscar de un modo inadecuado y de manera negativa.
La paradoja consiste en que cuando los hijos tienen comportamientos adecuados no se les suele prestar atención; grave error por otra parte.
Sin embargo, si se presta atención a sus comportamientos inadecuados de llamada de atención porque molestan.
Esta actitud es precisamente opuesta a la correcta. Hay que prestar atención a los comportamientos adecuados para que se repitan en el tiempo e ignorar los inadecuados para que acaben.
La búsqueda de atención inadecuada provoca en los adultos molestia, advertencias o ruegos.
En el caso de que el niño responda dejando de portarse mal, es porque ha satisfecho su deseo de llamar la atención.
Más tarde probablemente repetirá su acción o hará alguna otra cosa para volver a llamar la atención.
Cuando un niño obtiene atención con su comportamiento inadecuado, difícilmente abandonará dicha conducta pues de esta manera se la está alimentando y fomentando.
Si se quiere acabar con una conducta negativa cuya finalidad es la atención y se la debe ignorar, en algunas ocasiones, quizás se podrían añadir algunas consecuencias lógicas muy breves con dos alternativas de las que el niño debería elegir una de ellas de forma limitada.
Ignorar es un verdadero arte, manipulativo por otra parte, pero una de las estrategias que también hay que saber utilizar con ellos. Un especie de magia blanca que resuelve problemas.
Hasta el contacto ocular es atención, ignorar significa que lo que está sucediendo no está sucediendo.
El poder es el segundo de los objetivos que nos hemos planteado siempre en escuelas de padres y una de las metas educativas que hay que utilizar con mucha cautela.
El poder se podría utilizar de una manera adecuada.
Cuando un niño pacta, hace una concesión para obtener un privilegio personal, es decir, está utilizando el poder correctamente, y de esta manera se valorará si es posible conceder lo que desea.
Un niño que busca el poder de una forma inadecuada, se siente importante cuando considera que es el jefe y trata de hacer solamente lo que él quiere y desea… éste es un grave problema en el que incurrimos hoy en día en nuestra forma de educar.
Una verdadera lástima en la sociedad que vivimos, el fallo en el concepto y finalidad de la educación que estamos transmitiendo a nuestra descendencia. No nos llevemos las manos a la cabeza cuando se hagan fuertes y no respeten la autoridad, ni las reglas sociales.
El único consuelo que nos queda es que no son todos iguales.