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19 marzo 2024
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Almacén

752 almacenes
Imagen del silo de Ciudad Real / D. P
Diego Peris / CIUDAD REAL
Con el paso de los años, la liberalización de la economía y la mejora de las condiciones económicas y sociales, estas grandes infraestructuras de almacenamiento de grano se van haciendo innecesarias, pero permanecen como grandes hitos en el paisaje, testimonios de nuestra historia reciente

Las necesidades de abastecimiento de alimentos llevaron en la guerra civil española a la construcción de una extensa red de espacios para el almacenamiento del grano. Silos que tenían la misión de controlar los precios, garantizar el suministro y regular la distribución del producto. Después de diferentes concursos se construyó en nuestro país una red que supuso una inversión económica de especial importancia. Una red distribuida por todo el territorio con la estrategia de la proximidad a los suministros y la consideración de los nodos de distribución más adecuados. En Castilla-La Mancha se llega a disponer de 126 silos de almacenamiento de los diferentes modelos que se van diseñando. En localidades como Ciudad Real se van construyendo diferentes estructuras a lo largo de los años y se levantan tres silos en los años 1954 (tipo C), 1966 (tipo H) y 1972 (SV).

Almacenes de papel

Con el paso de los años, la liberalización de la economía y la mejora de las condiciones económicas y sociales, estas grandes infraestructuras de almacenamiento de grano se van haciendo innecesarias, pero permanecen como grandes hitos en el paisaje, testimonios de nuestra historia reciente.

En estas últimas décadas, la administración pública, en sus diferentes niveles, ha generado toneladas de documentos que los archiveros cuantifican por Kilómetros de estantería. Los numerosos expedientes se van archivando a lo largo de los años y las cajas de almacenamiento (los A-Z) de cada departamento llenan los espacios de despachos y diferentes dependencias. Un almacenamiento que ocupa, en muchos casos, espacios de gran valor material por su posición central en las ciudades y con dificultades de un ordenamiento y accesibilidad adecuada.

La administración actual quiere convertirse en digital, pero la realidad es que seguimos produciendo grandes cantidades de documentos en papel, tenemos todavía una amplia información de las décadas recientes que debemos conservar por razones legales y porque constituyen una documentación esencial de la actividad de este tiempo.

Almacenes inadecuados

Las soluciones a este problema llegan por caminos diferentes. Cada día hay más empresas que, en localizaciones externas a la propia administración, ofrecen soluciones de almacenamiento. Naves en polígonos industriales acogen en largas estanterías documentos que duermen la espera de su olvido o su inutilidad cumpliendo la normativa legal y permitiendo a cada administración la liberación de espacio en sus oficinas o centros de trabajo en posiciones centrales de las ciudades.

En otras ocasiones los documentos se van entregando a los Archivos de diferente nivel administrativo que van viendo ocupados sus kilómetros previstos de almacenamiento por una documentación que, poco a poco, va saturando su capacidad de almacenamiento y sobre todo sus posibilidades de estudio de forma razonable.

Y finalmente vamos viendo como administraciones de diferente nivel utilizan los edificios sin uso actual como lugares de almacenamiento, que acaban recibiendo en el suelo, sin las mínimas condiciones, cajas y cajas de documentos con un orden inexistente y sin las mínimas condiciones de conservación ni orden que permita una accesibilidad adecuada cuando se necesario.

Archivos digitales

Como consecuencia de todo ello, la administración y en general todas las empresas han comenzado un proceso de digitalización, de reducir al mínimo posible el uso del papel tratando de limitar las necesidades de almacenamiento y reduciendo por otra parte el uso de un material cuya producción tiene un importante impacto ecológico y medioambiental.

Pero todavía, por décadas, vamos a seguir necesitando el uso de almacenes de documentación que recojan la producción de las últimas décadas, que nos permitan su ordenamiento adecuado por profesionales de la archivística, que garanticen un expurgo racional y realizado con criterios técnicos y que nos dejen una información necesaria para el conocimiento de nuestra actividad en estos años.

Un almacenamiento que debe venir acompañado de las posibilidades de digitalización que van ofreciendo los modernos medios electrónicos para ir convirtiendo parte de este material en archivos informáticos en la medida en que eso sea posible y garantice el contenido y la forma de la documentación que se archiva. Porque hay documentación cuyo mero soporte material es un tesoro que requiere el mantenimiento de su materialidad. Pienso en dibujos realizados en papel, en planos de arquitectura dibujados hasta hace pocos años en diferentes soportes, en cartas autógrafas o en documentos manuscritos que demandan la conservación del propio documento original por sus valores no sólo del contenido sino también de la forma en que se presentan.

Los silos de papel

Pero asumiendo todos estos matices necesarios a desarrollar por los expertos en archivística, sigo pensando que los silos que, en otros momentos, fueron almacenes de grano bien podrían ser hoy en día almacenes documentales. Esos grandes espacios de altura singular permitirían localizar en su interior estructuras de almacenamiento, grandes estanterías verticales que servirían para que diferentes administraciones pudieran archivar de forma adecuada la documentación física que deben guardar por décadas.

Estructuras que tendrían sus accesos mecanizados para acceder a los diferentes niveles, con soluciones de instalaciones de gran sencillez desde iluminación, a unas condiciones térmicas elementales que garantizasen la conservación de los documentos. Estructuras que serían autoportantes en el interior de los grandes cilindros que en otro tiempo resistieron los empujes de la carga del grano y que ahora no tendrían que soportar ningún esfuerzo mecánico y apenas servir de apoyo de las nuevas estanterías de almacenamiento. Estructuras similares a las que se construyen para los grandes almacenes robotizados de diferentes materiales.

Soluciones que serían una excelente garantía de conservación de este patrimonio industrial que es testigo de una historia reciente de nuestro país, manteniendo su realidad física, conservando sus características esenciales como elemento aislado en el paisaje. La rehabilitación de sus exteriores mantendría su imagen actual con pequeñas referencias sobre alguno de sus aspectos como fecha, localidad etc., pero sin la necesidad de adornos externos que podrían, si se quiere, formar parte del nuevo interior del edificio.

Una rehabilitación que presenta un uso necesario para muchas administraciones, que es compatible con la actividad originaria del edificio y por ello permite una rehabilitación austera, económica y que mantiene los valores originales de aquello que se rehabilita. Una rehabilitación compatible con usos menores propuestos en algunos silos como la colocación de antenas, miradores en su parte superior o de diferentes actividades en sus plantas bajas. Almacenes necesarios que garantizarían la conservación de alguno de estos referentes de la arquitectura de la supervivencia económica y alimentaria de otros tiempos. Arquitecturas designadas como “catedrales olvidadas” en alguno de los estudios que se han realizado sobre sus características constructivas y su presencia en el territorio.

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