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29 marzo 2024
ACTUALIZADO 08:53
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      Laura Macías, de Miami Gastro, con el taco de bacalao tártara y los postres de torrija y tarta de arroz con leche / A. R.
      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
      • Oración y Juicio de Cristo / F.Navarro
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
      • Cofrades y fieles en el templo / J. M. B.
      • LA Virgen del Mayor Dolor / J. M. B.
      • El Cristo estaba preparado /J. M. B.
      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
       Lanza
      El presidente de la Diputación -c- con la Hermandad del Ecce Homo (Pilatos)
      Hermanos y fieles lamentan la suspensión / Antonio López
      Armaos en la Ruta de la Pasión Calatrava en Aldea del Rey / Elena Rosa
      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
      El Guardapasos se llenó de fieles este Jueves Santo / Elena Rosa
      La Hermandad de la flagelación tampoco pudo salir en procesión / Elena Rosa
      Hermanas del Silencio que iban a acompañar a la Virgen / J.M. Beldad
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Arquitectura, ciudad y salud

Imagen de Ciudades Hambrientas scaled
Imagen de ‘Ciudades Hambrientas’
Diego Peris / CIUDAD REAL
En el Arsenal de Paris se presenta estos meses, hasta abril de 2021, una exposición dirigida por el arquitecto Philippe Rahm titulada Historia Natural de la arquitectura. Una exposición que quiere mostrar cómo el clima, las epidemias y la energía han conformado nuestras ciudades y construcciones

La arquitectura ha tenido siempre una utilidad práctica, una función que cumplir ya sea para la vida privada de las personas o para la comunidad. Tradicionalmente se analiza la arquitectura desde los parámetros de forma y función como elementos que permiten estudiar cada una de las obras. La definición de la forma en arquitectura trata de resolver los necesarios problemas que se necesitan para atender a las necesidades que se plantean e incorporar unas condiciones de belleza a esa actividad. En diferentes épocas hemos puesto el acento en estos dos aspectos pidiendo arquitecturas que atendiesen a los requerimientos de uso que se pedían o incidiendo en sus aspectos formales y estéticos. En estos tiempos dos actividades diferentes nos recuerdan esencialmente las necesidades funcionales de la arquitectura y la ciudad como elementos de su configuración. Una exposición y un libro desde dos perspectivas diferentes nos vuelven a recordar las necesidades que debe atender la arquitectura y la ciudad.

Historia Natural de la arquitectura
En el Arsenal de Paris se presenta estos meses, hasta abril de 2021, una exposición dirigida por el arquitecto Philippe Rahm titulada Historia Natural de la arquitectura. Una exposición que quiere mostrar cómo el clima, las epidemias y la energía han conformado nuestras ciudades y construcciones.

La historia de la arquitectura y la ciudad como la conocemos desde la segunda mitad del siglo XX ha sido analizada, en la mayoría de los casos, a través de los prismas de la política, la sociedad y la cultura, olvidando los factores físicos, climáticos y de salud en los que se basan, desde el diseño de la ciudad hasta las formas de construcción.

La arquitectura surgió de la necesidad de crear un clima capaz de mantener nuestra temperatura corporal a 37 ° C, levantando paredes y techos para dar cobijo del frío o del calor del sol. Originalmente, la ciudad se inventó como un granero para almacenar y proteger el grano que nos alimentaba y satisfacer necesidades de la comunidad. El miedo al aire estancado hizo que las grandes cúpulas del Renacimiento ventilaran miasmas por sus huecos superiores. La epidemia mundial de cólera que comenzó en 1816 inició las principales transformaciones urbanas del siglo XIX con las obras de ingeniería de saneamientos y abastecimientos de agua. El uso de la cal blanca es sobre todo higiénico. Nuestros pueblos pintaban sus fachadas de cal para mantener los edificios y para sanear las construcciones. El petróleo ha hecho posible el desarrollo de ciudades en el desierto … y ahora, el dióxido de carbono está cambiando la arquitectura en la búsqueda de materiales y soluciones más sostenibles.

La exposición de Paris presenta tres itinerarios temporales en uno: la historia no contada de la arquitectura y las ciudades basadas en causas naturales, energéticas o de salud; el desarrollo de materiales de construcción; y el desarrollo de energías y sistemas de iluminación. Una forma nueva de recorrer la evolución de la arquitectura. La blancura de los techos de Shibām en Yemen se entiende actualmente como un proyecto de modernidad, las soluciones tradicionales de aislamiento y ventilación de las viviendas tradicionales se recuperan como propuestas ecológicas. Soluciones utilizadas en otros momentos que ahora estudiamos con una visión nueva del tiempo y del significado funcional que debe satisfacer la arquitectura. Condiciones necesarias que aprendemos a valorar en tiempos difíciles como los que estamos viviendo en la actualidad. Pero soluciones en las que su razón esencial era práctica en la búsqueda de las condiciones saludables de vida.

Arquitectura y alimentación
La arquitecta Carolyn Steel ha publicado un libro titulado Ciudad hambrientas. Un libro que estudia cómo la comida da forma a las ciudades y moldea el campo que las abastece. Alimentar ciudades tiene un impacto sobre nosotros y nuestro planeta mucho mayor que cualquier otra actividad humana. Sin embargo, pocos ciudadanos occidentales somos conscientes del proceso. La comida llega a nuestros platos desde las modernas cadenas de distribución, y no nos preguntarnos cómo ha llegado allí. Pensando que, para una ciudad de un millón de personas, todos los días se debe producir, importar, vender, cocinar, comer y eliminar nuevamente unos tres millones de comidas, y que esto se repite cada día en cada ciudad del mundo, resulta sorprendente que quienes vivimos en los núcleos urbanos consigamos comer.

Ciudades hambrientas explica cómo comen las ciudades, analizando la producción moderna de alimentos, la relación de las ciudades con el medio rural próximo o lejano que produce las materias primas, el inexorable aumento de los supermercados o la destrucción del mundo natural. Una llamada de advertencia sobre el desperdicio y la destrucción causada por los sistemas alimentarios actuales, y una guía para corregir sus errores. En estos días de aislamiento por la pandemia y las nevadas somos conscientes de la necesidad de la producción agrícola y de sus cadenas de distribución que nos la acercan a nuestros espacios de vida.

La ciudad y el entorno rural

Si miramos a la ciudad con una perspectiva histórica, advertimos los sucesivos cambios tecnológicos, culturales y normativos que han sido necesarios para responder a las necesidades y demandas de la población, asegurando una organización urbana suficientemente equilibrada. En cada época el ajuste de estas piezas ha definido las prioridades y valores de la sociedad armonizando seguridad y libertad.
El libro de Carolyn Steel afirma que al igual que las personas, las ciudades son lo que comen. Ciudades Hambrientas estudia la historia de las relaciones entre ciudad y alimentación, siguiendo a la comida desde que se produce, hasta que llega a la ciudad, se comercializa, se prepara, se consume, y deja de considerarse un alimento. De esta forma se va haciendo visible cómo la manera en que nos alimentamos ha condicionado la tipología de las viviendas, la morfología de las ciudades y hasta nuestra forma de habitarlas. Hoy la alimentación ocupa un lugar importante en la visión de nuestra sociedad. Defendemos y revindicamos los espacios agrarios periurbanos, el crecimiento de la agricultura urbana, las cooperativas de consumo agroecológicas, el aumento de los mercados de productores locales en espacios públicos, la nueva visión de los mercados de abastos y otras formas de expresión de los vínculos entre ciudad y alimentación que no son simplemente una moda sino el síntoma más visible de una relación esencial en nuestra vida.

En momentos difíciles como los que estamos viviendo se valora aún más la producción de alimentos en nuestro entorno rural próximo, el mantenimiento de esta actividad como motor esencial de nuestra economía y sobre todo de la calidad de vida de nuestra sociedad. Un entendimiento que debe llevar a establecer los costes de manera que permitan la actividad digna del medio rural. Y una necesaria revisión desde hábitos saludables, de actividades sostenibles en una nueva mirada a la ciudad desde sus necesidades funcionales de salud y economía.

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