El método científico es una metodología para obtener nuevos conocimientos, que ha caracterizado históricamente a la ciencia, y que consiste en la observación sistemática, medición, experimentación, y la formulación, análisis y modificación de hipótesis. Así se define en la wilkipedia este procedimiento de trabajo.
Una serie de características importantes como la posibilidad de repetir las pruebas, de probar lo contrario y la revisión de diferentes observadores son importantes en este proceso. Son sistemas avalados por la comunidad científica que puede confirmar o refutar las hipótesis planteadas en el mismo avanzando así, de forma común, en el conocimiento. Un sistema que tiene sus características singulares en las diferentes áreas de conocimiento y que es bueno recordar y analizar en estos momentos. En las ciencias humanas y sociales, los procesos no se pueden repetir controlada y artificialmente como se hace en un experimento, son irrepetibles como parte del proceso histórico.
La pandemia y sus soluciones
Los científicos han probado y avalado en diferentes países y circunstancias el modo de contagio del coronavirus. Y por ello la propuesta de solución, en un momento en que no tenemos todavía vacunas y los fármacos que utilizamos, así como las técnicas de curación son muy provisionales es el aislamiento para controlar la trasmisión del virus.
El método científico ha quedado probado en numerosos países y circunstancias. En nuestro país, después de sesenta días de aislamiento la situación ha mejorado notablemente y podemos afirmar que el remedio ha sido eficaz. Ahora, después de la experiencia, hay quienes opinan sobre la necesidad de haber adoptado las medidas antes o de acabarlas ya. Propuestas que parecen más próximas a sus planteamientos ideológicos que a las soluciones científicas que tratan de resolver un importante problemas de salud.
Conviene no olvidar la gravedad del virus y de la dureza del sufrimiento de las personas que se han visto afectadas por él. Es bueno recordarlo para tomarnos con seriedad nuestro comportamiento futuro. Los profesionales de la salud se han visto desbordados, han vivido situaciones de especial dureza, de necesidad de implicación personal y profesional que superaba sus obligaciones e incluso sus conocimientos. Y gracias a ello se han salvado muchas vidas. También es bueno recordarlo. Los porcentajes de personas curadas, superando ya el 60 %, son un excelente aval científico de su compromiso y buen hacer. Algunas regiones han experimentado la pandemia de una forma especialmente dura como Castilla-La Mancha. Basta con ver cada día el número de fallecidos en todo el país y el porcentaje de los que lo hacen en nuestra comunidad autónoma para ser consciente de la dureza de la enfermedad en nuestras provincias. Y, por ahora, la solución esencial, es un compromiso personal de aislamiento, de conciencia de la gravedad de la enfermedad y de la necesidad de mantener unas condiciones que impidan la trasmisión del virus.
Casualidad y causalidad
En estos momentos muchos avanzan propuestas e hipótesis sobre las causas y las soluciones. Conviene no olvidar las lecciones de la filosofía para estos casos. Casualidad no es lo mismo que causalidad. La cercanía de diferentes acontecimientos no implica que esa sea la causa decía ya Hume. Algo es causa de un efecto cuando el último depende del primero; o, en otras palabras, la causa es aquello que hace que el efecto sea lo que es. Esto se puede dar de muchos modos diversos y, por ello, no es extraño que a un efecto correspondan multitud de causas. Está bien lanzar hipótesis diversas, pero el proceso científico es humilde y trata de confirmar los análisis realizados.
Sería bueno seguir aportando datos e informaciones, disponer de mapas de ubicaciones, de identificar las cadenas de trasmisión para plantear las soluciones realmente eficaces. Hay que avanzar en el control rápido de la enfermedad, en la identificación de sus síntomas, en los procesos de trasmisión. Y debemos avanzar en aquellos aspectos graves que ya conocemos de la experiencia reciente. Los análisis de la situación de las residencias de mayores y las soluciones a las mismas deberían estar ya adoptados. Los medios de protección y las condiciones de trabajo adecuadas para los sanitarios deben estar ya resueltos para futuros problemas, Son realidades que conocemos y que debemos abordar con urgencia porque conocemos sus causas y sabemos cómo remediarlo.
Las ciencias morales y políticas
Pero en la actividad humana no todo es ciencia, Hay comportamientos éticos, responsabilidades políticas que son la base de nuestra convivencia, del funcionamiento colectivo. Y en ello hay importantes responsabilidades de las instituciones y de las personas que las dirigen en este momento especialmente difícil. La presentación de posturas extremas y el conflicto para conseguir votos, utilizando incluso la dolorosa situación personal de muchas familias para atacar a los adversarios, usando informaciones sesgadas que tergiversan la realidad es una actuación totalmente reprochable. Es momento, de apostar por la verdad que une y librarse de la ideología que separa, entendido el término en su sentido más clásico, como esa visión deformante de la realidad con la que juegan los poderosos decía Adela Cortina hablando de los desafíos del coronavirus.
La situación difícil que vivimos obliga a adoptar decisiones duras. Algunos dicen que están limitando nuestras libertades, pero es que la libertad es precisamente la capacidad de decidir y ahora parece que la decisión más razonable es la de propiciar el aislamiento, pedir comportamientos colectivos e individuales que nos ayuden a conservar la salud. La torpe comparación con el uso del coche y los accidentes tiene su respuesta clara. Hemos establecido unas reglas para tratar de evitar las muertes y los accidentes en carretera y la mayoría de estos suceden precisamente por saltarse las reglas, las normas que colectivamente hemos asumido como buenas para compaginar la circulación con la vida. La libertad la ejercemos desde la inteligencia y el conocimiento de aquello que protege nuestras vidas y adoptamos normas y limitaciones por ello. Ahora, la ciencia nos enseña que debemos evitar contactos innecesarios como mejor camino para proteger nuestra salud. Es un ejercicio inteligente de nuestra libertad, una convivencia responsable para nuestras vidas y las de los demás.
Y sobre todo saber que ante esta pandemia estaremos mejor preparados desde la amistad cívica, virtud a mantener y cuidar en nuestra vida. Sabiendo que, colectivamente, de forma unida avanzamos mejor que en ese continuo enfrentamiento al que algunos nos quieren llevar. No necesitamos gobernantes que nos inciten al odio y a la continua diferencia, necesitamos gobernantes que nos animen a asumir nuestras diferencias y a encontrar caminos de unidad en temas tan importantes como el que estamos viviendo. Sería bueno que los políticos entendiesen y escuchasen las recomendaciones de los científicos. Y que, en esa buena práctica, el respeto mutuo, la colaboración, el poner por delante objetivos comunes fuese una guía común de los que hemos elegido para representarnos.