Terminadas las elecciones municipales y autonómicas es el tiempo de comenzar nuevas andaduras de responsabilidades. Y es el tiempo de establecer prioridades y objetivos a abordar con estructuras y personas que puedan desarrollarlas. Y me atrevo a sugerir que la cultura debería ser contenido prioritario para todos ellos.
La cultura como elemento de identificación
Pocos elementos son capaces de definir y consolidar la identidad de un territorio como Castilla-La Mancha o los diferentes municipios que la integran como la cultura. Las arquitecturas, las ciudades son referentes esenciales en nuestra identidad colectiva. Y de forma especial los edificios singulares, esos que protegemos calificándolos como Bienes de Interés Cultural y las ciudades históricas son parte esencial de nuestra memoria colectiva y de aquello que consideramos como nuestro. En Castilla-La Mancha más de seiscientos edificios declarados Bienes de Interés Culturas y 37 ciudades declaradas conjuntos históricos son buena muestra de la importancia de la realidad construida a lo largo de los siglos que nos identifican y constituyen nuestra historia pasada.
Yacimientos arqueológicos, arquitecturas religiosas monumentales como catedrales, conventos e iglesias, edificios civiles: castillos, palacios y residencias nobles, arquitecturas industriales de diferente tamaño desde pequeños molinos a ciudades como Almadén van definiendo en el territorio referencias y valores comunes. Museos, archivos y bibliotecas que atesoran referentes documentales y obras de arte que dan testimonio de la actividad y de los modos de vida de los siglos que han ido conformando la realidad en la que ahora vivimos.
Un patrimonio cultural que debe estar tutelado por los mejores profesionales de los diferentes ámbitos, que debe disponer de programas de inversiones que permitan atender las necesidades básicas del mismo.
Programas de actuación
A lo largo de diferentes legislaturas se han elaborado propuestas de Planes Directores, de Programas de actuación, de Directrices de todo tipo. No es necesario repetir esos documentos y esas reflexiones conocidas y elaboradas en múltiples ocasiones. Ya es el momento de priorizar esas actuaciones, de definir posibilidades económicas de atenderlos, con voluntad de conceder prioridad a un sector que debe ser esencial en las políticas autonómicas y municipales.
Sigo pensando que nuestra ley del Patrimonio Cultural debería revisarse con criterios actuales que no quisieron asumirse en el momento de su última revisión, Deben incluirse aspectos esenciales en la cultura actual del patrimonio como el patrimonio industrial o los paisajes culturales. Y deben definirse plazos y compromisos para el desarrollo de los Planes especiales de conjuntos históricos y yacimientos.
Y, junto a ello, programas de actuaciones en la necesaria conservación y restauración monumental, tanto en el patrimonio religioso como en el civil que planteen una clara inversión de la administración regional, con proyectos controlados y supervisados por la misma, realizados con criterios de la máxima calidad como referentes de los caminos de intervención. La comunidad autónoma debe dotarse, como lo han hecho otras autonomías de organismos de profesionales cualificados en la restauración de bienes inmuebles y bienes muebles que realicen trabajos necesarios en algunos espacios o que coordinen o controlen los realizados por empresas especializadas.
Obras son amores. Atlas de la Cultura
El documento titulado Atlas de la Cultura de Castilla-La Mancha realiza un análisis peculiar de la realidad cultural de nuestra región, pero es interesante por algunos datos que aporta y por aquellos que omite que son todo un reflejo de la consideración de esta realidad en nuestra comunidad autónoma.
El análisis del Gasto en cultura que realiza tiene una afirmación general que indica que Castilla-La Mancha realizó un gasto de 32.610.000 euros que representa un 0,08% del PIB por debajo de la media de las comunidades españolas que está en el 0,1 % dato que el informe trata de suavizar analizando los incrementos en relación con el desarrollo del PIB. Pero la verdad es que analizado el cuadro 20 que recoge los gastos del 2020 en base a la Estadística de Financiación y Gasto Público en Cultura y viendo los diferentes sectores a los que se dedica el presupuesto la impresión es claramente negativa. El 60% se invierte en un epígrafe confuso denominado Interdisciplinar que corresponde a los obligatorios gastos en Museos, Archivos y Bibliotecas, responsabilidad clara de la administración regional.
En el marco conceptual que realizan de la cultura en Castilla-La Mancha se destaca algo evidente en ya varias décadas: nuestra cultura es arqueológica, me temo que en todos los sentidos posibles de la palabra. El patrimonio arquitectónico se despacha con una copia de las definiciones de la ley de las categorías monumentales y el de los yacimientos merece amplias páginas del informe. Y eso que, en el informe, se reconoce que el patrimonio inmueble, ciudades históricas y edificios monumentales, sigue siendo el atractivo esencial de nuestro patrimonio cultural. Los datos aportados, sin embargo, creo que están lejos de una realidad que se puede constatar en las oficinas de turismo municipales y en los valores económicos generados, por ejemplo, por las ciudades históricas. El turismo no es el elemento esencial para valorar el cuidado el patrimonio, pero debe ser tenido en cuenta en sus importantes consecuencias económicas y sociales.
La cultura diversa
La cultura abarca ámbitos tan plurales como el cine, la música, el teatro o la pintura. Y ahí se analizan datos de asistencia, de celebraciones… en los que concurren tanto la administración regional como las administraciones provinciales y municipales. Quedan datos fuera del informe referidos a publicaciones, prácticamente inexistentes tanto en el Servicio de Publicaciones autonómico desaparecido o casi y las mínimas ayudas a actividades editoriales. Algo parecido ocurre en el ámbito de las Bellas Artes tanto en adquisiciones como en posibles ayudas a galerías o colectivos, que se tratan de resolver con grandes eventos.
Pi de la Serra cantaba ya hace años: “Cultura rima bien con literatura, con amargura, cuidado y aventura, con pura caradura y con censura, con futura apertura y dictadura, con captura, pavor y con tortura, con pintura, arquitectura y escultura, con clausura, tonsura y vestidura, con pasto, para y con verdura, con conjura, cuidado y musculatura, candidatura y caricatura, con cintura y con magistratura, con criatura, usura y confitura, con medida. Cultura es una palabra delicada, tan peligrosa como la dinamita, generalmente falta más que sobra, generalmente todo el mundo la necesita”.
En este principio de legislatura sería bueno pensar que en esta tierra de Castilla-La Mancha debe ser una prioridad en su peso político, en sus programas y en sus presupuestos.