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De convento a instituto

Libro de Pilar Molina Chamizo “Piedra, papel y mecenas”
Libro de Pilar Molina Chamizo “Piedra, papel y mecenas”
Diego Peris
Un edificio del siglo XVII que ocupa una parte importante de la ciudad. La construcción del edificio se inició en 1621 y no se completó hasta 1674 con la parte de la iglesia

    Los edificios monumentales son documentos que contienen en su arquitectura la historia de la ciudad, de su propia construcción y de la sociedad que los construyó. Ahora el libro de Pilar Molina Chamizo “Piedra, papel y mecenas” ha recopilado una importante documentación que nos ayuda a entender y valorar más el edificio que fue convento de mercedarios.

    Mecenas

    El convento de la Merced fue fundado en tiempos de Felipe III por el Capitán don Andrés Lozano quien, a su muerte, dejó mil ducados para la fundación de un Convento de Mercedarios Descalzos. Un edificio del siglo XVII que ocupa una parte importante de la ciudad. La construcción del edificio se inició en 1621 y no se completó hasta 1674 con la parte de la iglesia. La donación del capitán Lozano dejaba otros 1.000 ducados para comprar ornamentos litúrgicos y una renta anual de 500 ducados para la comunidad. Los mercedarios compraron varias casas que demolieron para iniciar su construcción.

    Pilar Molina documenta de forma amplia y rigurosa la actividad del capitán Andrés Lozano Requena unida a la compleja fundación y construcción del convento entre 1610 y 1620. El segundo mecenazgo llega de la mano de Álvaro Muñoz de Figueroa de quien Pilar había publicado textos importantes que ahora se completan con nueva documentación de los archivos familiares. Fray Antonio de la Concepción, fraile mercedario descalzo parece ser el que realizó las trazas y diseñó la iglesia según el modelo mercedario y los tratados de la época. El capítulo final del libro hace un análisis de la iglesia, sus trazas, pinturas y avatares a lo largo de los años con la construcción de la Diputación Provincial.

    El convento de los mercedarios

    El proyecto inicial se organiza en torno a un pequeño patio que funciona como claustro. En torno a él se organizaban los espacios de la vida religiosa. En la zona Norte estarían las cocinas y despensas, en el lado Este el refectorio, y en los lados Sur y Oeste unas galerías en forma de L con las celdas y capilla que estaría en el interior del conjunto. Durante la construcción se excavan dos cuevas que se utilizarán como despensa y almacén del convento. En 1639 se estaba construyendo ya el claustro principal del convento realizado en ladrillo. Los corredores de la planta baja tienen, inicialmente, los techos con artesonados de madera y años más tarde se realizaron las bóvedas.

    La documentación del convento se enriquece ahora de forma esencial con los planos realizados por el arquitecto Cirilo Vara ya a mediados del siglo XIX y que se incluyen como aportación esencial en la publicación. La entrada al convento se realizaba a través del Callejón de la Merced. La ampliación hacia el Norte se produjo tras la compra de algunas casas en la calle de la Rosa, aunque gran parte de estos espacios se destinaron a huerto. La última ampliación del convento, realizada en 1674, será la construcción de la iglesia que se adosa al claustro. La iglesia y su sacristía se incorporan al convento como iglesia principal del mismo, desapareciendo la pequeña capilla inicial. En el siglo XVIII una comunidad de religiosos, entre 30 y 40 personas, vivían en estas dependencias. La Guerra de la Independencia afectó seriamente al convento que pasó de tener 35 frailes en 1798 a 12 en 1819.

    De convento a Instituto

    El 30 de junio de 1821 se procedió a la ocupación del convento mercedario realizando un primero inventario de sus existencias. En ese inventario se habla de dos capillas (la de Nuestra Señora de las Mercedes y la de la Soledad) y doce altares. Con la desamortización, el edificio fue destinado a la docencia, primero como Instituto Juan de Ávila (7 de marzo de 1.843), y más tarde como Santa María de Alarcos, hasta 1996. El centro docente se dividía en dos edificios, uno con fachada a la calle Caballeros y otro más moderno que da a la calle de la Rosa. El convento de Mercedarios Descalzos fue el primero suprimido en Ciudad Real. En 1821 el Ministerio de Gracia y Justicia, comunicó su supresión y el traslado de los frailes al monasterio de Rivas, de la misma Orden, en la provincia de Madrid. El convento, y todas sus pertenencias, pasaron a formar parte de los Bienes Nacionales. En el inventario de 1835 se indicaba que el Convento contaba con 1.151 volúmenes en su biblioteca, y 17 pinturas. A pesar de ser bien desamortizado no llegó nunca a entrar en pública subasta, y en 1843, pasó a ser Instituto Provincial de Segunda Enseñanza mientras que la iglesia continuó dedicada al culto.

    La documentación localizada por Pilar Molina aporta una visión y conocimiento singular al entendimiento del edificio. Los planos realizados por Cirilo Vara para la conversión del convento en instituto nos dan una clara visión de la construcción conventual. El plano del estado del edificio en ese momento (1840) nos presenta el pequeño edificio con su gran fachada al callejón, la presencia de la iglesia, el claustro y el conjunto de dependencias del espacio conventual.

    Los proyecto de Cirilo Vara y López Agrudo

    Vicente Hernández había realizado una inspección inicial de la iglesia, especialmente de su fachada. Cirilo Vara realiza unos primeros planos del estado del edificio en 1862. La descripción del estado inicial es especialmente interesante porque analiza el edificio en sus funciones conventuales con su portería por la plazuela de la Merced con una entrada en arco que será eliminada posteriormente. La fachada que daba al jardín había sido ejecutada en las reformas de 1843. La zona de los jardines tenía espacios diferenciados con los que pertenecían al convento y el gran espacio ocupado por las casas de los marqueses de Treviño. Habrá que esperar hasta los años 40 del siglo XX para poder adquirir esas casa.

    Cirilo Vara plantea la demolición de partes antiguas muy deterioradas y una ampliación hacia la zona de los jardines con una nueva entrada al edificio. Las obras proyectadas por Vara con diferentes modificaciones se completaron en septiembre de 1865 y se recibieron al año siguiente.

    En reformas e inspecciones del edificio aparecerán Rebollar y Arturo Mélida pero finalmente el proyecto de reforma se encarga al arquitecto Alfredo López Alcrudo. El proyecto de reforma se denominaba “Instituto Meteorológico de Segunda Enseñanza de Ciudad Real”. El proyecto de López Alcrudo está ampliamente documentado en sus planos y descripciones en el libro de Pilar Molina. Por problemas presupuestarios las obras no se completarían hasta los primeros años del siglo XX.

    Las ampliaciones del siglo XX

    A principios del siglo XX, entre 1905 y 1906, se realizaron importantes adaptaciones en el edificio que afectaban a las fachadas, galerías, escalera y claustro. La adquisición de la casa colindante perteneciente al marqués de Treviño hace que el edificio ocupe la manzana completa. Ente 1924 y 1928 el arquitecto Telmo Sánchez dirigió la reparación de las cubiertas del edificio y realiza un proyecto de adaptación del edificio para internado. En el curso 1963-64 se construyó un nuevo edificio con fachada a la calle de la Rosa que pasará a ser Instituto femenino proyectado por Antonio Labrada Chércoles que introduce en el interior los murales de Manuel Vivó en salas y espacios comunes. En 1967 se trasladó el masculino a un nuevo edificio (Maestro Juan de Ávila) situado en la Ronda de Calatrava y todo el edificio pasó a ser utilizado como instituto femenino. Diferentes obras de mantenimiento y conservación mantendrán el edificio con su uso docente hasta su cierre en 1995. El libro de Pilar Molina es una excelente aportación a la historia de este edificio con una documentación escrita de archivos y un conjunto de planos de mediados del siglo XIX de excepcional interés.

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