Hay arquitecturas que quieren recordar tiempos pasados, acontecimientos notables de la comunidad, hechos singulares de una ciudad, de un grupo de personas o de un país. El monumento, del latín monumentum, derivado de monere (avisar, advertir, recordar), es aquello que interpela a la memoria. El monumento no es una construcción neutra, quiere suscitar una emoción, manteniendo viva la memoria. Memoria que, a través de la afectividad, conserva el recuerdo de los hechos pasados o las personas que han tenido especial relevancia y por ello es capaz de suscitar emociones y sentimientos El monumento da seguridad, nos relaciona con tiempos anteriores, vividos por la comunidad, con acontecimientos que consideramos parte de nuestra historia común y que valoramos colectivamente.
Los arcos triunfales, los edificios levantados en memoria de determinados hechos históricos o personas que han tenido una actividad relevante, han establecido una relación singular con el tiempo como recuerdos de esas actividades, como memoria del tiempo pasado que quieren hacer presente y mantener vivo.
El tiempo de la arquitectura
La propia arquitectura tiene un tiempo, una historia que se hace evidente en ella misma. Sin embargo, esta visión del edificio como parte de la historia a valorar y contemplar desde la distancia ha tardado tiempo en consolidarse. Los edificios y bienes muebles antiguos atestiguan la realidad de un pasado que evoca una forma de vida. Los edificios, estatuas y restos de la antigüedad son las pruebas de los grandes hombres, dice Giovanni Dondi dell’Orologio, relojero en Padua, en 1375 en su libro Iter Romanum. Como dice Alberti en su De re edificatoria, en 1452, a partir de las tumbas y los viejos restos de su magnificencia, que vemos por todos lados, hemos aprendido a creerles a los historiadores muchas cosas que, de otra manera, parecían quizá menos verosímiles.
El monumento pierde su carácter memorial para convertirse en objeto lleno de belleza, capaz de deslumbrar y asombrar por la calidad técnica. León Batista Alberti teoriza sobre la belleza arquitectónica y aunque conserva la noción de monumento inicia la sustitución del ideal de memoria por el de belleza. Por otra parte, la memoria se va desplazando hacia la escritura y en general a las memorias artificiales. Ya no es simplemente el monumento, ahora es el monumento histórico.
El monumento histórico es una creación datada y localizada, de la cultura europea que las naciones no europeas se han apropiado tardíamente… A deferencia del monumento, el monumento histórico no se ha edificado deliberadamente con fines memoriales. Se ha seleccionado por la mirada erudita, entre los edificios antiguos, sean o no monumentos, debido a su valor para la historia y para el arte.
Valoraciones legales y sociales
La ideología burguesa que nace de la Revolución francesa entiende el patrimonio como bien cultural del Estado y por ello de todos los ciudadanos, lo cual implica la obligación, por parte de la administración, de proteger y salvaguardar los monumentos. Este proceso tuvo lugar en primer lugar en Francia debido a la acumulación de patrimonio en manos del Estado como consecuencia de la transferencia de bienes eclesiásticos y de la nobleza.
Los descubrimientos arqueológicos de Pompeya y Herculano se sumarán a este interés por el estudio del pasado. Un proceso que, en España, está unido a una valoración de los episodios que se consideran representativos de la historia nacional. Hacia la mitad del siglo XIX surgirán las principales instituciones, escuelas y museos arqueológicos, que valoran la época prerromana como etapa libre, feliz e independiente como diría el padre Isla. Y se dedican especiales esfuerzos a excavaciones unidas a gestas heroicas como Sagunto y Numancia dirigidas por los equipos de José Ramón Mélida y González Simancas. Comienza un proceso de valoración social de la realidad patrimonial y una configuración legal que trata de proteger estos bienes como propiedad de la comunidad. Es el momento de las legislaciones, de las actuaciones en materia de patrimonio histórico que en nuestro país tendrán un recorrido paralelo a los acontecimientos históricos: desamortizaciones, guerras con los franceses, guerra civil y estado de las autonomías como hitos significativos.
El memorial del siglo XX
Serán de nuevo las guerras y las destrucciones los acontecimientos asociados a la muerte y las catástrofes naturales las que volverán a recuperar el monumento como memoria. En el siglo XX se siguen levantando en diferentes lugares arcos triunfales para conmemorar batallas o celebrar el final de guerras. Monumentos a los caídos, a los héroes y defensores de la patria en diferentes conflictos. Y junto a ello los monumentos levantados como recuerdo de atentados o grandes catástrofes que han tenido una importante repercusión en la población.
En 1926, el historiador del arte y coleccionista Eduard Fuchs encargó a Ludwig Mies van der Rohe la construcción de un monumento a Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, dos revolucionarios marxistas asesinados por las milicias reaccionarias de derecha tras el levantamiento espartaquista. El encargo tiene una difícil relación con el pensamiento político de Mies, pero el monumento se terminó de construir en 1926 y fue posteriormente destruido por la extrema derecha en 1933. El Memorial del Holocausto de Peter Eisenman del año 2005 está construido con grandes bloques de piedra repartidos sobre un terreno de 19.000 metros cuadrados entre Berlín Este y Oeste. Una geometría abstracta valorada de diferente manera por la sociedad alemana. En Madrid el cilindro trasparente de Atocha quiere recordar los atentados del 11M. La capacidad de suscitar emociones y recuerdos hacen que el memorial pueda ser un elemento manipulado, tratando de evocar sólo las informaciones que se quiere y presentar un relato parcial y tergiversado. El monumento a la legión Condor ha sido, afortunadamente, retirado de Madrid.
El memorial es nuevamente el monumento recuperado como recuerdo de acontecimientos significativos para la comunidad. Ahora son los acontecimientos dramáticos con la presencia de la muerte y el dolor los que invitan al recuerdo y lo hacen desde la abstracción y la geometría que busca suscitar emociones más que referencias a hechos concretos. Emociones y sentimientos que quieren recordar los acontecimientos vividos por la comunidad en otros momentos. Un retorno al monumento como recuerdo, como conservación de la memoria de acontecimientos significativos para la comunidad que quieren mantener viva la presencia de experiencias históricas. Una respuesta plural, diferente, para afrontar la memoria de este pasado cercano y trágico diferente en cada país con sus matices y sus historias particulares. Pero de nuevo el monumento, ahora memorial, quiere ser un instrumento de memoria y reconciliación.
