Numerosos edificios históricos van quedando sin uso lo cual hace difícil en ocasiones su mantenimiento y conservación. Edificios religiosos, conventos, grandes edificios industriales pierden el uso para el que fueron construidos y su rehabilitación se plantea con la posibilidad de nuevos usos capaces de garantizar la financiación necesaria y la actividad saludable de lo construido. Pero caben diferentes opciones y soluciones que es bueno evaluar con mentalidad abierta y reconociendo que todo cambio de uso va a suponer una modificación del edificio. Las mejores rehabilitaciones son las que conservan el uso para el que fue pensado el edificio, pero eso no siempre es posible.
Edificios sin uso
Hay casos en los que el valor del edificio aconseja su conservación, aunque no tenga un uso determinado. Pero son edificios que en sí mismos tienen valores singulares por su arquitectura, sus sistemas constructivos y la valoración social de los mismos.
La iglesia de san Agustín de Almagro se conserva como monumento que, en sí mismo, tiene todos los valores que requieren su conservación y mantenimiento. Un edificio que es esencialmente museo de él mismo. Sus formas constructivas, la impresionante decoración barroca de las bóvedas, de la cúpula y de elementos singulares del edificio presentan los valores de un momento histórico esencial en la historia de la arquitectura de la provincia de Ciudad Real. Un edificio que hace visible en su estructura los avatares históricos, culturales y sociales que ha sufrido y que quedan como marcas en sus muros y bóvedas.
Pero que, como gran espacio barroco, es capaz de acoger ocasionalmente actividades culturales diversas. Las exposiciones que realiza muchos años el Festival de Teatro Clásico de Almagro son un excelente ejemplo de las posibilidades del espacio, del diálogo enriquecedor que se realiza entre la arquitectura de siglos pasados y una instalación que presenta materiales de diferentes épocas.
Las Escuelas Pias y los usos culturales
Los usos culturales suelen convivir bien con los edificios históricos cuando la rehabilitación se realiza de forma inteligente. La iglesia de las antiguas Escuelas Pías de San Fernando, en pleno barrio de Lavapiés en Madrid, fue saqueada en la guerra civil en 1936. Desde entonces llevaban varias décadas en mal estado de conservación y, tras un uso de cine y teatro en el solar, la Universidad de Educación a Distancia (UNED) compró la parcela y encargó en 2001 a José Ignacio Linazasoro un proyecto de aulario y biblioteca.
Se demolió el teatro, pero se conservaron las ruinas de la iglesia que se han convertido en una biblioteca espectacular en la que los libros, las estanterías y las mesas de trabajo conviven de manera enriquecedora en este espacio. Los muros de la antigua iglesia conservados en su estado original, las cubiertas de madera reproduciendo formas de las antiguas bóvedas y los diferentes detalles de mobiliario e iluminación crean un espacio de especial belleza que mantiene el edificio histórico en un uso renovado compatible y que garantiza la conservación de lo existente. Una restauración que conserva los elementos esenciales y plantea las antiguas formas, en partes del edificio, con nuevos materiales como ocurre en las formas de cubierta interiores. El uso cultural, planteado adecuadamente, convive bien con las arquitecturas antiguas rehabilitadas adecuadamente y con mobiliario y acondicionamientos de buen diseño. El diálogo de la arquitectura antigua con usos educativos y culturales suele generar resultados positivos.
Tienda comercial en Salamanca
En este proceso de rehabilitación y adecuación a nuevos usos es necesario mantener una mentalidad abierta, de acuerdo con las necesidades y posibilidades sociales. No todos los edificios históricos pueden ni deben convertirse en museos o centros de interpretación. Hay otras muchas actividades que, planteadas adecuadamente, pueden convivir con las arquitecturas históricas. La Universidad de Castilla-La Mancha tiene excelente ejemplos de estas posibilidades en edificios convertidos en centros educativos como San Pedro Martir, el edificio Lorenzana, Padilla o el conjunto industrial de la Fábrica de Armas convertido en campus tecnológico.
Pero hay usos capaces de convivir de manera acertada con estos contenedores históricos. La arquitecta Sonia Vázquez-Díaz y su equipo rehabilitaron en 2005 los restos del antiguo convento de San Antonio el Real, en pleno centro de Salamanca, convirtiéndolo en un edificio comercial de una cadena de moda española. Los restos del templo fueron restaurados de manera cuidadosa y sirven de volumen contenedor de la nueva estructura que alberga las plantas de la tienda. Lo innovador es que esta estructura metálica comparte espacio con los interiores de la antigua iglesia, pero se mantiene exenta de los antiguos sillares. El mobiliario necesario, los elementos que sustentan las prendas, los probadores, todo lo necesario se ha concebido como elemento exento y diferenciado del antiguo edificio conventual conformando un marco privilegiado para la nueva actividad comercial.
El horror subvencionado
En este camino de recuperación para nuevos usos hay también errores graves que alteran el edificio histórico y que deben ser presentados como muestra de un camino que no debe mantenerse ni por supuesto reiterarse. Una buena muestra de este proceso negativo es la realizada en la iglesia de santa Bárbara de Llanera que aparece en diferentes publicaciones que comentan los cambios de iglesias a nuevos usos.
La antigua iglesia de Santa Bárbara en Llanera (Asturias) se ha reconvertido en un espacio para los skaters del pueblo. Un empresario aficionado a este deporte compró en 2007 este antiguo templo de 1913 y lo convirtió en una pista cubierta,para practicar en días en los que la climatología no permite hacerlo en el exterior.En 2015 el templo del skate también se convirtió en uno de arte urbano. El artista Okuda San Miguel llenó de murales las paredes interiores y bóvedas de la iglesia. actividades ya conocidas en algunos silos de la provincia de Ciudad Real o en el faro del Ajo.
La arquitectura histórica de nuestros edificios conservados a lo largo de siglos tiene valores monumentales, sistemas constructivos de otros momentos, valores sociales y culturales que exigen un esfuerzo colectivo para su mantenimiento. Particulares, administraciones en sus diferentes niveles deben contribuir de manera activa a que ese patrimonio se conserve en condiciones adecuadas. Las rehabilitaciones y los nuevos usos son un buen camino para garantizar esta conservación. Pero la definición del nuevo uso, asumiendo que siempre representa un cambio en el edificio previamente existente, deben ser capaces de mantener el espíritu del lugar, su capacidad evocadora, y establecer un diálogo con los tiempos de origen y desarrollo de los inmuebles.
