La actividad productiva de Tomelloso ha generado, a lo largo de los siglos, construcciones especialmente atractivas. Los bombos como construcción asociada al trabajo agrícola, las cuevas del interior de la ciudad para la producción del vino, estudiadas de nuevo en el reciente trabajo de Bernao y las chimeneas de la actividad de la destilación son elementos que caracterizan el paisaje de la ciudad y su historia. Construcciones que han dado lugar a estudios recientes como la tesis de Gracia López Patiño sobre las chimeneas de ladrillo.
Por ello cuando el geógrafo Lorenzo Sánchez López publicaba en 1998 su libro sobre los bombos comenzaba hablando de las condiciones ambientales del municipio y de su historia. Un territorio con condiciones geológicas, geográficas y climatológicas peculiares que constituye un elemento básico de la singularidad municipal. Una geología dura, de aluviones de cantos rodados unidos por las margas. Una geología resistente y dura, pero que permite la construcción de las numerosas cuevas de la localidad. Un territorio de climatología adversa con precipitaciones limitadas y el viento ábrego que llega a sus tierras. Un suelo con un drenaje reducido con arroyadas que inundan en ocasiones partes del territorio. Ahora se reedita su libro en la editorial Añil poniendo así a disposición de todos una obra importante para el conocimiento de la arquitectura popular de Castilla-La Mancha.
Y a partir de ese territorio comienza el relato de la historia de la ciudad. Una historia que recorre el periodo paleolítico, la presencia de la cultura ibérica para llegar a la romanización y la presencia de yacimientos romanos en la zona. El desarrollo en época medieval y la llegada de la edad moderna a través de fuentes como el Catastro de Ensenada van dando cuenta de la evolución del municipio. En Tomelloso a finales del siglo XVIII se produce una disminución del número de agricultores que pasa de 261 a 159 y se incrementa el número de jornaleros que pasa de 2.500 a 3.150. Los diccionarios de Miñano, de Mellado y de Madoz hablan ya de la importancia de la vid para la localidad. A partir de 1850 la transformación de la tierra en viñedo es imparable y se pasa de 8.000 hectáreas a finales del XIX a más de 20.000 a mediados del siglo XX. Un cultivo que disminuirá ligeramente en el término municipal pero que caracterizará la comarca próxima y el entorno. La viña supuso el desarrollo económico y demográfico de Tomelloso. Los grandes cosecheros y comerciantes viajaron con ella y especularon también a la vez que se coronaron como representantes de una cultura urbana que entendieron superior. De esta forma Lorenzo Sánchez nos sitúa en el tiempo que va conformando la ciudad de Tomelloso.
Los pequeños y medianos agricultores tardaron mucho más tiempo en aceptar los cambios, se aferraron a su primitiva cultura, cuyo mejor logro artístico era la cúpula de los bombos y cuando cambiaron del cereal al viñedo mantuvieron los bombos como seña de identidad. Y por ello, hasta mediados del siglo XX se siguieron construyendo los bombos que se extendían a términos municipales cercanos como Alcázar de San Juan, Manzanares, Villarobledo…Con el poder municipal construirán un gran bombo, el último, en 1969. Cultura popular no significa inferior, en ningún modo, sino una forma que escapa a la cultura oficial o dominante y que expresa el saber hacer tradicional, consolidado con la experiencia de los años y arraigado en el lugar porque se adapta a sus condiciones., Los materiales utilizados proceden de su entorno, las técnicas constructivas han sido experimentadas a lo largo de los años y su eficacia se ha demostrado a través de su utilización por generaciones que han aprendido de sus antepasados.
Los bombos tienen una técnica constructiva que ha sido estudiada como arquitectura popular por Feduchi o Carlos Flores. Un sistema constructivo singular que parte de los grandes muros de la base para construir una falsa cúpula en base a hiladas consecutivas que van cerrando el círculo superior hasta llegar al espacio central libre. Construcciones de planta circular que tienen analogías con otras edificaciones de tiempos y lugares diferentes. Una construcción realizada con lajas de piedra del terreno sobre una cimentación de una zanja perimetral. Las piedras se colocan con la técnica de piedra seca, sin argamasa por lo que deben asentar perfectamente unas sobre otras. Dos muros verticales y paralelos dejan un espacio intermedio de casi un metro que se rellenará con piedra suelta. A una altura de 1,40 metros comienza el ejercicio de ir volando cada hilada sobre la anterior para ir cerrando el círculo. Un ejercicio de habilidad y técnica constructiva hasta llegar a un anillo central de pocos centímetros que se cubre con una piedra superior.
De esta manera se construyen cientos de bombos en el territorio que constituyen hitos en el paisaje. Pequeñas construcciones de materiales propios del terreno donde se sitúan, pero que, en sus formas geométricas, conforman referentes del entorno y caracterizan este paisaje. Hitos que Lorenzo Sánchez relaciona con otras construcciones circulares de la zona y otros momentos históricos. Hace pocos años el arquitecto Javier Bernalte presentaba su tesis sobre los bombos completando especialmente los aspectos constructivos y estructurales de esta interesante muestra de arquitectura popular.
El libro de Lorenzo Sánchez, ahora reeditado, se acompaña de una documentación gráfica sobre el territorio, sobre las construcciones de los bombos, detalles de sus estructuras y esquemas que ayudan a entender el espacio y el tiempo de los bombos de Tomelloso. Lorenzo Sánchez falleció en 2008 y, ahora, esta reedición de su obra nos ayuda a mantener viva la memoria de una de las manifestaciones de la arquitectura popular más interesantes de Castilla-La Mancha.