El calendario que me he propuesto para 2021 me lleva este mes de junio a Almagro y de forma especial a su Corral de Comedias.
El proyecto de 1628
El Corral de Comedias de Almagro, construido en 1628, es una estructura destinada al teatro, de especial valor, afortunadamente conservada en sus elementos esenciales. Construido en un momento de esplendor de la ciudad, se ha mantenido a lo largo de los siglos a pesar de las prohibiciones de uso en determinados momentos.
En los siglos XVI y XVII la población de Almagro creció y se embelleció, salió de las murallas. El clavero Fernando Fernández de Córdova y Mendoza fundó el monasterio y la universidad menor de Nuestra Señora del Rosario y el comendador mayor don Gutierre de Padilla el Hospital de la Misericordia y el Monasterio de la Asunción de Calatrava. Se construyeron la iglesia parroquial de Madre de Dios, el convento de la Encarnación, las oficinas de los Fugger y diversas casas particulares. Se reformó la iglesia de San Blas, la Plaza Mayor y el Ayuntamiento. La crisis de los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII no frenó la construcción de nuevos edificios en Almagro.
La imagen de la ciudad cambia y las fachadas sobrias de tradición islámica dejan paso a la decoración renacentista. La ciudad se siente orgullosa de sus edificios y quiere presentarlos como muestra de su desarrollo económico y social. La calle se convierte en espacio donde se hace visible el poder de los propietarios de los inmuebles y se produce una zonificación social de diferentes sectores de la ciudad.
El teatro
En Almagro al igual que en otras poblaciones existía una tradición del teatro relacionada con las celebraciones religiosas. En las fiestas del Corpus se celebraba el teatro, danzas, invenciones, toros y otras fiestas. La compañía de los danzantes del Corpus se extiende por muchas poblaciones. En Almagro hay constancia de los contratos con diferentes personas para las celebraciones del Corpus. En 1577 con Pedro Arellano, en 1616 con Francisco Pérez Sayón, en 1656 con Miguel de Quartos y en 1661 hay fiestas de pólvora y Gigantones.
En la plaza mayor de Almagro, existía, en el siglo XVI, un mesón conocido por el nombre de mesón del Toro. Estaba situado dicho mesón en la parte más ancha de la plaza, en la llamada acera de la umbría. A finales del siglo XVI el Mesón limitaba en su lado izquierdo según se entraba desde la plaza, con la tienda de la harina o casa del peso y por detrás con el mesón del Águila. El arrendatario anterior había abierto, en la tienda de la harina, una puerta por la que se pasaba de uno a otro mesón, sin necesidad de salir a la calle. Pedro Martínez pidió a don Diego de Molina, que también era propietario del mesón del Águila, que cerrase la puerta que los comunicaba, para que los dos mesones quedasen separados. Don Leonardo de Oviedo fue el último propietario del mesón del Toro que en 1628 se transformará en Corral de Comedias quedando unidos el mesón que no desaparece en sus funciones y el corral.
El Corral de comedias de don Leonardo de Oviedo
En 1636, el ayuntamiento de Almagro recibe una petición de don Leonardo de Oviedo que solicita privilegio “por juro de heredad para poder vincular, vender o hacer lo que quisiese con el Corral de Comedias que él había construido en Almagro”.
En el informe que presentaba decía “que por el año pasado de 1628 yo trate con el ayuntamiento de esta villa de hacer en ella un corral de comedias para el adorno de ella con prohibición que otro ningún vecino ni forastero no pudiese hacer otro y se me dio licencia por el ayuntamiento para ello haviendolo cometido a dos regidores comisarios que ajustaron conmigo la fábrica de dicho corral…”. En ese momento el ayuntamiento pone condiciones que implicaban ceder a la villa tres ventanas, precio de los aposentos y el asiento de gradas y reparto de asientos.
Albañiles y carpinteros en el Corral de Comedias
Cuando se construye el corral en 1628 Almagro era pueblo principal y grande y probablemente se representaban obras de teatro en diferentes lugares de la ciudad. La acera donde se situaba el Corral de Comedias se conocía como la acera de los regatones por ser espacio donde se situaban diferentes tiendas. En mayo de ese año don Juan de Molina encargó a los hermanos Antonio, Francisco y Vicente Aldaire y a Esteban Díaz, canteros de Almagro dos grandes columnas con capiteles cuadrados para colocarlas en el soportal enfrente de la puerta blasonada. Este pórtico establecería un punto singular en la plaza de Almagro rompiendo la unidad del conjunto de la plaza.
Don Leonardo compró una casa tienda en 1629 para ampliar el corral de Comedias y dar entrada a los aposentos de ese lado, como el aposento de la reja que daba a la casa tienda y a la cazuela. Por el lado Oeste el mesón del Toro limitaba con la casa del mayorazgo de los Molina que tenía siete varas de frente y ochenta de fondo. La casa disponía de un segundo patio grande y la familia disponía de la casa vecina por lo que el Corral pudo haber sido de mayores dimensiones en este lado. El Corral de Comedias de Almagro era una obra especial “y en conformidad de lo susodicho yo he gastado más de cinco mil ducados en la fábrica de dicho teatro que es el mejor que ay en ningún lugar como este…”.
La restauración del siglo XX
Hasta finales del siglo XVIII el corral mantuvo su actividad y, posteriormente, debido a la Real Orden de Felipe V, en 1749, se dan por acabadas las representaciones en los corrales que deberán adaptarse a la arquitectura del coliseo o teatro “a la italiana”, imperante en toda Europa. Cuando en 1952 se derrumban unas yeserías que cubrían las galerías del primer piso el gobernador de Ciudad Real, José María del Moral, advertía que debajo de ese derrumbe había elementos arquitectónicos que indicaban que allí estuvo la “casa de las comedias”.
En 1967 Manuel Fraga visitaba el Corral junto al director general de Empresas y actividades turísticas acompañados por Enrique del Moral. Entre 1971 y 1972 se realizan trabajos de consolidación de galerías, saneamiento y acondicionamiento de camerinos. Desde las primeras restauraciones del Corral se consideró necesario intervenir en la plaza antesala del recién descubierto espacio. El arquitecto Francisco Pons Sorolla planteó la ordenación de la plaza con el objetivo de lograr la unidad estilística y del espacio. El Corral con sus valores históricos y constructivos ha permanecido a lo largo de los siglos.
Los grandes edificios son fruto de la sabiduría de la arquitectura; son producto de una colaboración, a menudo inconsciente, con nuestros grandes predecesores, en no menor medida que la obra de sus creadores concretos. Sólo aquellas obras que establecen un diálogo vital y respetuoso con su pasado poseen la capacidad mental de sobrevivir al paso del tiempo y estimular a sus espectadores, oyentes, lectores y habitantes del futuro.