En el recorrido propuesto en el calendario para 2021 este mes de febrero me acerco a Villanueva de los Infantes. La iglesia de san Andrés se asoma a la plaza con su fachada clasicista, con un profundo arco de medio punto que cobija la imagen de San Andrés y el escudo de los Austrias, portada diseñada por Francisco Cano. En el interior hay un aportación de diferentes estilos artísticos surgidos con el paso del tiempo. La iglesia es un proyecto gótico de una sola nave, dividida en tramos cubiertos por bóvedas de crucería que se remata con un presbiterio poligonal. En uno de sus laterales destaca la capilla bautismal situada a la derecha del primer tramo, coincidiendo el espacio con la base de la torre. El acceso desde la plaza se realiza por una portada clasicista con pilastras dóricas que enmarcan un arco de medio punto, sosteniendo un entablamento con triglifos y metopas en el friso.
A la derecha del tercer tramo se abre la capilla de los Caballeros de la Orden de Santiago cubierta con una bóveda esquifada. En la parte izquierda del mismo tramo se abre una capilla cubierta con bóveda de estrella gótica, que era la capilla funeraria de la familia del Busto, en cuya cripta estuvo enterrado durante 150 años Francisco de Quevedo. En su interior se conserva una hornacina gótica que alberga una imagen de la Dolorosa y un lienzo con el Entierro de Cristo. Junto a la capilla de los Busto aparece una hornacina renacentista de gran interés con decoración de candelieri y grutescos en el intradós del arco que alberga un crucificado.
El edificio conforma uno de los lados de la plaza mayor de Villanueva de los Infantes con su imponente tamaño y los diferentes cuerpos y volúmenes que conforman su estructura. Un edificio que define con su arquitectura culta la plaza del municipio en contraste con los otros laterales de la misma.
La Casa Rectoral
Francisco Cano era vecino de Infantes e influyó de manera decisiva en la arquitectura local y de todo el Campo de Montiel. Probablemente era pariente del escultor Miguel Cano, padre de Alonso Cano, oriundo de Almagro y nacido en Almodóvar del Campo. Un hombre con una formación culta que conocía los tratados de arquitectura del momento como el libro de Serlio. La Sacristía o Casa Rectoral contigua al ábside de la iglesia es uno de los edificios más italianizantes de la obra de Francisco Cano y de todo el conjunto monumental de Villanueva de los Infantes. La planta inferior tiene tres huecos como una logia abierta, que serán cegados posteriormente dejando una puerta en el central. En el segundo cuerpo hay un balcón corrido con tres puertas clásicas que se rematan superiormente con frontones triangulares. Era el espacio desde el que el poder religioso asistía a las celebraciones religiosas y festivas de la plaza. El tercer cuerpo está proyectado como una logia con cinco arcos de medio punto sobre columnas. El conjunto se remata superiormente con un frontón triangular con un óculo central y la cruz de Santiago y dos grupos de dos bolas en ambos extremos.
En la esquina del edificio se sitúa el escudo de la ciudad dando la vuelta a la otra fachada que repite el esquema de las tres plantas con mayor sencillez. Se conforma así un volumen de piedra arenisca que armoniza, con ligeras diferencias de coloración, con el conjunto de la iglesia y que establece un acento singular en el conjunto y en su presencia urbana, asomándose a la plaza principal de la ciudad. Un volumen de dimensiones reducidas comparado con el conjunto de la iglesia pero que en esa proporción establece un contraste capaz de dialogar y enriquecer el conjunto.
La portada de la iglesia
La portada de la iglesia la inició Francisco Cano en 1611 cobrando por las trazas 210 reales y estipulando un sueldo anual de 20.000 maravedís al año. Francisco Cano murió en 1614 con la obra inacabada, por lo que tuvo que continuarla el maestro cantero, también vecino de Villanueva de los Infantes, Juan Ruiz Hurtado, quien la finalizó en 1617. La fachada de la iglesia y la casa rectoral conforman uno de los laterales de la plaza mayor como espacio barroco de la ciudad. Debajo del arco cimbra se sitúa la puerta de acceso al templo y encima de este elemento hay una escultura de San Andrés realizada por Francisco Cano. Dos placas de mármol negro tienen la inscripción que fechan la actuación en 1612. La obra será continuada por Juan Ruiz Hurtado que había trabajado con Francisco Cano al que le seguirá su hijo Juan Ruiz Hurtado el Joven que rematará la parte superior con una balaustrada de piedra en lugar de la de madera inicialmente proyectada. Se configura así un alzado del templo que ve las adicciones y modificaciones de su frente como elementos que enriquecen y hacen más atractiva su presencia.
Las capillas barrocas
En el siglo XVII, con el esquema de planta de cruz latina, se añadieron las dos capillas laterales. Se construyen dos capillas a modo de crucero en 1668, de acuerdo con lo que especifican las cartelas que decoran el exterior de las ventanas de una de ellas con tímpano triangular y la otra circular, ambas con decoración vegetal. Las capillas son de planta cuadrada y en su alzado tienen pilastras con decoración de ménsulas y guirnaldas que proliferan en el entablamento con grandes hojas que empleó Herrera Barnuevo y fueron difundidas por Francisco Hurtado Izquierdo. La cúpula tiene una decoración que divide la forma en ocho partes insertando en cada una de ellas un motivo ornamental que se completa con formas que llenan el espacio triangular. Los colores grises y rojos de algunos elementos puntuales junto al ocre dorado de las formas del círculo y pechinas confieren un ambiente especial a estos espacios.
La de la derecha establece un diálogo con la casa rectoral que acaba definiendo la imagen de la fachada principal de la iglesia. Un cuerpo de 10 metros de lado que llega a los quince metros de altura y se remata con una cubierta inclinada a cuatro aguas llegando a los veinte metros en el arranque del remate superior de la cubierta. Un cuerpo cerrado con dos ventanas a diferente altura que contrasta con la imagen doméstica y de menores dimensiones de la casa rectoral.
Una arquitectura de complejidad y adaptación no abandona el conjunto. Me refiero al compromiso especial que tenemos con el conjunto porque el mismo es difícil de conseguir. Me refiero a la difícil unidad conseguida con la inclusión en lugar de la fácil unidad conseguida con la exclusión. El difícil conjunto en una arquitectura de complejidad y de contradicción incluye una gran cantidad y variedad de elementos cuyas relaciones son irregulares o se perciben muy débilmente, decía el arquitecto Robert Venturi.
En Villanueva de los Infantes las relaciones complejas de la iglesia de san Andrés con la casa rectoral, la portada de la iglesia y el cuerpo de la capilla barroca enriquecen el edificio con la inflexión que distingue el fragmento, que individualiza cada uno de sus elementos, pero acaba configurando un conjunto rico que define una de las arquitecturas esenciales de nuestra provincia.