La Asunción de María es la creencia, de que María, la madre de Jesucristo, cumplido el curso de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo. Este traslado es llamado Asunción de la Bienaventurada Virgen María por los católicos, doctrina que fue definida como dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950.
La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se celebraba la fiesta de El Recuerdo de María, o Dormición de María, donde se celebraba el fin de la vida terrena y la asunción de María al Cielo. En el siglo VII el nombre pasó de «Dormición» a «Asunción».
La Asunción de la Virgen se celebra en la iglesia católica en numerosas poblaciones con advocaciones diferentes. Las representaciones pictóricas son abundantes, muchas de ellas con la imagen de la Virgen en un entorno celestial. Elijo dos cuadros muy diferentes por la forma de narrar el acontecimiento y sus características pictóricas.
Girolamo da Vicenza.
Sólo a principios del siglo XX historiadores del arte, como G. G. Zorzi, lograron recuperar algunos datos biográficos relativos a este pintor. Los orígenes de la familia de Girolamo di Stefano d’Alemagna eran germánicos y su padre trabajaba como panadero. Su primera presencia documentada se remonta al año 1481 en la ciudad de Vicenza, con motivo de la boda del pintor Bartolomeo Montagna, su maestro y amigo.
Hasta 1494 residió en casa del maestro Montagna, aunque durante este período se trasladó frecuentemente a otros lugares para realizar trabajos, como en 1488, cuando se dirigió a Venecia para crear La Muerte de la Virgen, actualmente en la Galería Nacional. de Londres, firmado “Hieronimus Vincentinus pincsit Venetiis”.
En 1497 trabajó en la iglesia de Barbano, aldea de Grisignano di Zocco en la zona de Vicenza, ejecutando un políptico que incluía una Virgen con el Niño, San Pedro y San Pablo, una Piedad y una Anunciación. Siguiendo a Carpaccio, Girolamo di Stefano d’Alemagna se trasladó a Las Marcas, cerca de Vado, donde completó el Martirio de San Sebastián (1498), ahora en el Museo Jacquemart-André de París, siguiendo la lección de la escuela de Ferrara, por los fondos vivos y brillantes, por los temas nórdicos y por las figuras rigurosas y elegantes. De esta época es el Retrato de un joven y el Retrato de un hombre, ahora en Padua en el Museo Cívico.
En la etapa final de su vida, regresó a su ciudad natal para trabajar en un Cristo cargando la cruz (Bérgamo, Academia Carrara), fuertemente influenciado por el Cristo montañoso de la Pinacoteca cívica de Vicenza.
La Asunción de la Virgen.
La obra de la Asunción es un “misterio” y la relación del dibujo, la composición y el tema elegido tiene grandes referencias a los montajes teatrales del momento. Una gran escena al aire libre, pero en la que los elementos arquitectónicos que la delimitan cobran una importancia esencial para definir el ámbito de la pintura. El artista trata de establecer una relación entre los diferentes `personajes que integran la composición, el espacio sagrado y el marco arquitectónico que lo define. Los gestos ejemplares de cada uno de los personajes y los diferentes grupos que conforman el cuadro van describiendo la vida de la Virgen que se representaba en los misterios.
Encima de un altar que se levanta sobre una escalinata, en medio de una plaza al aire libra se representa la Dormición de la Virgen. Los apóstoles se encuentran representados por encima del pavimento enlosado del suelo detrás de una balaustrada situada en el primer plano, Varios ángeles músicos rodean a la virgen muerta, mientras encima del altar y entre los cirios hay unos putti músicos. Un concierto eclesial que continúa alrededor de la especie de globo luminoso que alberga a la Virgen sostenida por Dios Padre rodeado de serafines.
El artista representa el espectáculo de un momento prodigioso, el de la Asunción de María, delante del grupo conmovido y gesticulante de los apóstoles y los demás `personajes que asisten al acontecimiento. La perspectiva del conjunto marcada por las arquitecturas de los lados va dirigiendo la vista hacia el centro superior con la imagen de la virgen y ese ambiente celestial representado por los ángeles que rodean la esfera donde se sitúa la imagen de la Virgen. El cuadro se conserva en la National Gallery de Londres y es una tabla de pequeñas dimensiones (33,2×22,5) lo cual da idea de la minuciosidad del dibujo y de la representación en un espacio muy reducido.
La Asunción de Francesco Boticcini.
Una representación diferente de gran formato representando de otra forma la Asunción de la Virgen. Es una composición de torre, una especie de cúpula en el cielo, donde hay grupos de ángeles que rodean a la Virgen y se perfilan contra un gran fondo de paisaje. La imagen nos muestra Botticini como uno de los primeros experimentadores de la perspectiva en la pintura. La visión del cuadro nos traslada a una posición inferior desde la que estamos observando la gran cúpula dibujada con la forma circular de los ángeles que rodean la presencia de la Virgen junto a Dios Padre.
Francesco era hijo de Giovanni Botticini, un artesano que pintaba cartas de diseño, e influyó en la obra de su hijo, y empujó a su hijo a trabajar de forma independiente, después de un breve aprendizaje. Durante un año trabajó con el pintor Neri di Bicci (1419-1492). Botticini estudió también con Cosimo Rosselli (1439-1507) y también con Andrea del Verrocchio (1435-1488). Su obra de 1470, Los tres arcángeles y Tobías, se encuentra ahora en los Uffizi atribuidos con anterioridad a Verrocchio.
Como lo demuestra su trabajo para la iglesia monástica de Empoli, Botticini pintaba con un estilo altamente decorativo. Desde 1469 trabajó en su propio taller, obteniendo un consenso más amplio, pero permaneciendo en la sombra de los contemporáneos tales como Filippo Lippi (1457-1504) y Sandro Botticelli (1444-1510). La obra de Boticcini quiere representar la grandeza del momento en esa visión de grandes dimensiones, con una perspectiva que, desde abajo, mira al cielo donde la virgen está en compañía de Dios padre, rodeada de la corte celestial. La gran composición de perspectiva singular quiere resaltar la importancia del momento y el valor que la iglesia concede a la presencia de Maria.
Dos imágenes diferentes por su tamaño, manera de abordar el tema y forma de composición. Pero dos cuadros que nos muestran ya la presencia de la Asunción en el siglo XV. Una presencia que se prolongaría en la obra de numerosos pintores que tratan el tema como uno de los ámbitos de especial sensibilidad en la creencia cristiana. Una referencia de la fe cristiana que ha dado lugar a numerosas celebraciones populares en diferentes ciudades como la nuestra con la advocación de la Virgen del Prado.
DIEGO PERIS SÁNCHEZ