La presencia del trabajo ha sido constante en el arte en diferentes momentos históricos. Con los Picapedreros, Courbet inicia la narración de lo social en la pintura, según su amigo Pierre Joseph Proudhon. El lienzo surgió cuando el pintor contempló la dureza del trabajo de estos dos hombres, concentrados en su labor, con ropas raídas, parches en los pantalones y agujeros en las camisas.
Friedrich Engels ya lo profetizaba en 1839 en sus cartas desde Wuppertal: la rápida industrialización generaría tanto allí como en otros lugares una veloz proletarización y pronto la ciudad y su entorno se convertirían en la Manchester alemana. Karl Marx y Engels habían analizado críticamente el sistema económico del capitalismo que surgió como resultado de la revolución industrial.
La revolución industrial
Pronto se mostraría en el arte la heroicidad del trabajo y del trabajador, como es el caso de Meunier, quien representaba en sus cuadros a los trabajadores, especialmente los mineros en los yacimientos de la Valonia, en Bélgica. Ese camino de la representación realista del duro trabajo corporal fue seguido en el arte germano-francés por el escultor Hoetger.
Mineros y herreros estaban en el centro del trabajo especial en el cuadro histórico de Ludwig Dettmann, titulado Die Arbeit (1894) (El trabajo). La fascinación, pero al mismo tiempo la incertidumbre en vista de las nuevas máquinas que revolucionaban el mundo laboral, fueron tratadas por Heinrich Kley en su obra Gussstahlwerks bei Krupp (1906) (La planta de fundición de acero de Krupp), también llamada Kruppschen Teufel (El diablo de Krupp), que muestra las ciclópeas dimensiones de las fuerzas industriales.
Encargado por John Baker & Co el cuadro The Munitions Girls, pintado por Alexander Stanhope Forbes (1857-1947), muestra a las mujeres trabajando en Kilnhurst Steelworks durante la primera guerra mundial. Como otras muchas fábricas, John Baker & Co’s Kilnhurst se convirtió en fábrica de armas y municiones en la que las mujeres eran la mano de obra esencial. Muchas mujeres acababan con el pelo y la piel de color amarillo a causa del azufre por lo que se las apodaba “canarios”.
El paisaje industrial
En la tensa situación de la postguerra, pintores como Conrad Felixmüller, George Grosz, Otto Dix y los progresistas de Colonia en torno a Heinrich Hoerle y Franz Wilhelm Seiwert se implicaron en iniciativas políticas de izquierda. El entorno medioambiental transformado y modificado completamente por la minería y la industria pesada se convierte en el tema de Felixmüller, cuyo óleo de 1927 “Altos hornos, Plantas de Klöckner en la localidad de Haspe, de noche” presenta el nuevo paisaje industrial surgido.
La mayoría de los artistas de la Nueva Objetividad afrontan de manera individual los retos que supone la revolución industrial. Un grupo de artistas entre los que estaban Otto Dix, Grosz, Hausmann, Höch, Schlichter y Scholz dirigen una carta abierta en 1924 de oposición al grupo Noviembre. Grosz junto con White y Heartfield fundan ese año la Asociación de Artistas Comunistas denominada “Grupo Rojo”. Y ese mismo año el grupo de Seiwert, Hoerle, Arntz, Tschikel, Frenndlich y Adler fundan en Colonia el Grupo de Artistas Progresivos.
El proletariado
El proletariado ha sido objeto de la pintura alemana, desde la década de 1880 hasta la de 1930, desde la crisis económica que llevó a la bancarrota a muchas familias ricas de la era guillermina hasta el ascenso de Adolf Hitler al poder (1933). Las relaciones de los artistas con el proletariado se transforman en este período de tiempo, pasando de la observación al compromiso social y a la radicalización política. No solo las máquinas hicieron posible el desarrollo industrial, sino la explotación de la fuerza laboral a cuyas espaldas se llevó adelante la industrialización. Dentro del sistema social y económico capitalista el proletariado es la clase más desfavorecida que sufre masivamente la necesidad y la miseria
George Scholz que había estudiado en la Academia de Karlsruhe de la que también fue profesor entre 1923 y 1933 formó parte del grupo Noviembre. Su cuadro “Agricultores industriales” de 1920 critica la familia de industriales. La obra provocó un escándalo público que hizo que se planteara una consulta en el Parlamento alemán.
No se trataba solo de cuestiones estéticas, sino que había un conflicto ideológico más profundo entre la reivindicación de poder asociada al arte oficial y la comprensión de los valores, así como el significado del arte al lado de la vanguardia.
De finales del siglo XIX es la obra del belga Constantin Meunier que presenta en diferentes cuadros la vida de la mina y la presencia de los trabajadores en las duras condiciones de la cuenca carbonífera del Borinage. La obra “El retorno de los mineros” muestra las caras de los trabajadores agotados por el duro trabajo. El retorno de los mineros del carbón representa una escena de trabajo, que muestra las pésimas condiciones laborales de un grupo de trabajadores mineros que vuelven al hogar al terminar la jornada laboral. El dolor, el sufrimiento, el agotamiento y el cansancio son los elementos centrales de la composición. En la obra aparecen figuras cargadas de útiles de trabajo, sobre un fondo de paisaje de fábricas, chimeneas y humo.
Pintores españoles como Aurelio Arteta cuyas obras realizadas para el Banco Bilbao son una buena muestra de la sociedad industrial y del trabajo en esos años. Cuadros que ponen de manifiesto el trabajo duro de cada uno de ellos y el esfuerzo de los hombres que lo realizan.
La huelga
La década de 1880 estuvo marcada por una importante crisis económica y social. Los movimientos de huelga, autorizados desde la ley de coaliciones de 1864, son frecuentes, como en Decazeville en 1886 y entre los marineros parisinos en 1888.
En 1893 el pintor belga Eugene Laermans pintaba el cuadro “Noche de huelga y bandera roja”. Eugene Laermans (1864-1940) dirige su mirada hacia los humildes, los pobres, los que sufren con un realismo algo idealizado. Las figuras siempre están en movimiento, en un ambiente de nubes tormentosas, casas blancas y luz brillante.
En 1901 otro pintor Giuseppe Pellizza da Volpelo vuelve a representar la huelga. El Cuarto Estado (en italiano Il Quarto Stato; el cuadro se llamó originalmente Il cammino dei lavoratori), referido al proletariado, es una obra realizada en el año 1901 y presenta a un grupo de proletarios en huelga. En América, casi en paralelo al realismo socialista, surge un realismo que retoma los valores tradicionales en un intento de hacer más inteligible el arte a todo el mundo. Los pintores de la nueva American Scene presentan un arte más asequible, y más nostálgico en su concepción y en sus planteamientos.
Y en este paisaje, surgido de la revolución industrial, la realidad esencial, el elemento fundamental es la presencia del hombre que ha ideado y concebido los nuevos sistemas de producción, ha inventado los nuevos ingenios, ha sido capaz de conformar una realidad en la que la industria es parte esencial. Los esfuerzos de muchas personas en trabajos duros como la minería, en aportaciones de sectores que han requerido esfuerzos personales y colectivos, de reivindicaciones laborales han conformado la huella del trabajo en la sociedad y en el territorio. Y esa realidad compleja, diversa y plural ha sido captada por los pintores a lo largo de los siglos dejando un testimonio del patrimonio industrial que es parte de nuestro patrimonio cultural.