Cuando las administraciones están en periodo de crisis económica lo tienen fácil para justificar sus opciones políticas y de gestión. Todo lo resuelve la falta de recursos y la imposibilidad de abordar las acciones previstas o posibles. Pero cuando tienen recursos la solución, aunque parezca absurdo, es mucho más difícil. Es el momento de establecer prioridades, de definir proyectos realmente útiles para los ciudadanos, de clarificar las ideas de ciudad o de país que se tienen y de saber gestionarlo adecuadamente. Y es el momento en el que surgen proyectos absurdos, ideas sin ningún contenido ni reflexión y gestiones que llevan a dilapidar recursos comunes en objetivos que carecen de interés, o incluso en ocasiones, que parecen pensados para ir contra los ciudadanos. El momento actual tiene, por desgracia, numerosos ejemplos de estas decisiones en todos los niveles de la administración. Y por ello es bueno volver a la reflexión política sobre los planteamientos, las propuestas y las consecuencias que algunas de ellas tienen.
El mercado municipal
Los mercados surgen como espacios para garantizar el suministro a las poblaciones en que se sitúan cuando eran la única o principal fuente de comercio alimentario para las ciudades. Los tiempos han cambiado y, en ocasiones, dado el desarrollo comercial de pequeños establecimientos y, sobre todo, con la llegada de las grandes superficies parecen innecesarios. Y por ello se ha dado una trasformación de estas instalaciones, especialmente en las grandes ciudades.
Los mercados que surgen desde mediados del siglo XIX en muchas ciudades son, junto a las estaciones ferroviarias, uno de los mejores ejemplos de cómo la arquitectura industrial se introduce en las ciudades. Estructuras que, en su conformación, son valores esenciales de lo construido y cuya conservación, manteniendo los volúmenes generales del edificio son las guías esenciales de una correcta rehabilitación. Pero su localización en zonas centrales de las ciudades los ha convertido en espacios atractivos para la inversión y la especulación introduciendo usos pretendidamente más rentables. Los mercados que conservan sus estructuras históricas en ciudades como Madrid, se han convertido en espacios gourmets. Ámbitos para establecimientos de alto nivel con bares y venta de productos seleccionados. Espacios que nada tienen que ver con las características y condiciones de su concepción original. Y modelos que se quieren repetir en otras muchas ciudades traduciendo a la escala diferente las propuestas de estas instalaciones.
Hay, sin embargo, ciudades que han conservado los mercados con sus estructuras arquitectónicas valoradas y como espacios de presentación y comercialización de los productos locales ofreciendo así la posibilidad de actividad económica a comerciantes de la localidad, presentando productos que llegan directamente del espacio de producción a los compradores con las ventajas medioambientales que ello representa y ofreciendo al usuario local la posibilidad de adquirir productos de calidad de su propio entorno.
El Mercado de Ciudad Real
El mercado de Ciudad Real cambia de localización en diferentes ocasiones a medida que va requiriendo mayores espacios y mejores condiciones para el desarrollo de su actividad. Pasando `por los espacios abiertos de la plaza mayor, del solar donde ahora se sitúa el Gobierno Civil llegará a su ubicación final ocupando una manzana completa. Un proyecto diseñado por el arquitecto José Arias Rodríguez Barba en 1934 con tres plantas y un sótano. En 1942 se realizó el proyecto de la planta sótano y primera dejando la actuación de la segunda planta pendiente, Finalmente las obras realizadas por el propio ayuntamiento se inauguraron en 1948 con una planta superior de gran altura construida con cerchas de hormigón.
Las rehabilitaciones de los últimos años han destinado la planta superior a dependencias municipales manteniendo el uso de mercado para la planta baja y conservando el espacio del patio interior que define la U construida. Un edificio situado en un espacio central de la ciudad y con una configuración arquitectónica sobria y cualificada. Durante muchos años ha sido el espacio comercial para la adquisición de frutas, verduras, carnes y pescados.
Suministro local y ecológico
Pero es verdad que los tiempos han cambiado y que las necesidades pueden ser diferentes, tenemos que ser capaces de leer inteligentemente la dirección de estos cambios. Ciudad Real tiene, curiosamente, un entorno agrícola que es un valor importante que conservar y potenciar como recurso medioambiental y como posibilidad de desarrollo económico y social. Las huertas de nuestro entorno, preservadas del desarrollo urbanístico afortunadamente, son espacios de trabajo de familias y personas que cultivan especialmente esos terrenos y su producción. Hay zonas como la Poblachuela o la Atalaya con superficies de cultivos de huerta que dan trabajo a diferentes familias y que ofrecen la cercanía y la calidad de su producción a la ciudad. Y hay un entorno de poblaciones cercanas con cultivos agrícolas y huertas que producen frutas y hortalizas de especial calidad.
Establecer una buena relación entre estos ámbitos de la ciudad y algunos de sus municipios próximos con el mercado municipal puede y debe ser una apuesta que aúna intereses sociales, económicos y medioambientales de primer interés. Favorecer la presencia de los colectivos que trabajan en el medio agrícola próximo en el mercado, potenciar los productos de estos hortelanos puede ser una apuesta realmente atractiva. Eso sí es “next generation” y sostenibilidad y no la confusión de la ecología con las macetas. Geógrafos como Kenneth Lynch han estudiado la interacción rural- urbano en el mundo valorando las importantes influencias del medio rural y los centros urbanos próximos de diferentes escalas. Relaciones que definen impulsos económicos, posibilidades de trabajo cualificado y valores ecológicos de especial interés. Un proceso que en el caso de Ciudad Real tiene la escala razonable para ser potenciado y valorado en estos tiempos
Si a eso le sumamos la tradición de diferentes comerciantes de carnicería y sus productos elaborados, de pescadería, de presentación de productos de la tierra como aceites, quesos y vinos, tenemos una posibilidad de oferta culinaria de primer interés en su producción original. A ello podemos añadir presentaciones tradicionales y típicas de especial calidad como los encurtidos, los productos de aperitivos, charcutería y postres elaborados.
El mercado next generation
El mercado municipal puede y debe ser un espacio de relaciones de lo rural próximo y el consumo urbano de la ciudad capital de provincia. Estudiado, potenciado e impulsado desde los recursos municipales puede ser una oportunidad de poner en valor los productos locales, potenciar una calidad de la agricultura, recursos ganaderos y llegada de productos de diferentes ámbitos. Un entendimiento de la producción que requiere reducidos trasporte y por ello una huella ecológica reducida. Producciones que se adaptan a la lógica de los tiempos y que puede convivir perfectamente con el comercio generado por las grandes superficies y con el comercio de calidad que sigue vivo, afortunadamente, en diferentes zonas de la ciudad.