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Miradas desde la Atalaya

Ciudad Real tiene en la Atalaya uno de sus pulmones verdes más importantes y un espacio natural privilegiado a pocos Kilómetros del conjunto urbano. Un espacio que ha sido aprovechado en diferentes épocas con distintos modos de entendimiento. La primera construcción de 1920 será el depósito de agua Reina María Cristina que garantizaba la presión necesaria del abastecimiento desde esa zona elevada, con 4000 metros cúbicos de capacidad. Luego se construiría en los años setenta el llamado depósito de Alfonso X y posteriormente el depósito Pozuelo de don Gil que funciona actualmente para abastecimiento de la mancomunidad.

El desarrollo de los sanatorios antituberculosos, en unos momentos en los que la mejor medicina conocida era el aire libre lleva a la construcción de numerosas instalaciones en nuestro país. En Ciudad Real el sanatorio de la Atalaya luego transformado para otros usos y finalmente demolido era una instalación que se desarrollaba en un medio natural saludable cercano a la población.

El edificio construido en su zona elevada de vigilancia, residencia del personal y posteriormente aula de naturaleza sigue con su torreón como referencia del lugar. Luego llegarían los usos recreativos con instalaciones diferentes de estudio de la naturaleza o de juegos infantiles e instalaciones de bar restaurante. La carretera que rodeaba la zona más elevada introducía un elemento artificial fuerte que alteraba el paisaje pero permitía el acceso de vehículos con las ventajas y graves inconvenientes que acarreaba. Y finalmente llegaron las antenas de TV y telefonía que se han convertido en un elemento de referencia visual en la parte elevada del conjunto.

 

Espacio natural

El espacio de la Atalaya ha atraído a diferentes estudiosos de la naturaleza que tiene allí un campo de prácticas cercano. Ramón Turrillo, biólogo y su hijo Daniel realizaron hace unos años un recorrido con cientos de fotografías del lugar, animales y plantas. Según estos autores más de cuatrocientas cincuenta especies vegetales. Luis de Pablos había publicado antes el libro “Plantas silvestres de Ciudad Real (La Atalaya)” que recogía cerca de 350 especies. Ello supondría según los biólogos cerca de la cuarta parte de las especies de plantas que hay en la provincia de Ciudad Real, lo cual indica la importancia de este espacio natural como ecosistema.

Un espacio natural en el que la geología y las plantaciones que se han ido añadiendo en diferentes épocas han acabado conformando un ámbito privilegiado en la proximidad de la ciudad. José Luis García Rayego presentaba su estudio sobre el parque forestal periurbano de la Atalaya en 2015 en el I Congreso Nacional sobre Ciudad Real y su provincia organizado por el Instituto de Estudios Manchegos. Un espacio con un paisaje silvestre y que llega a los 285 Km2 de superficie si bien la propiedad municipal se limita a unos 100. Un conjunto de relieves con cotas entre los  630 m y 715 m.

 

Paisaje y naturaleza

La visión del conjunto de la Atalaya desde las pequeñas elevaciones próximas nos da una visión del paisaje natural de especial interés por diferentes razones. En primer lugar por el diálogo que se establece entre las diferentes formas de vegetación. Todos los arbustos y formaciones de baja altura crean un fondo vegetal en el que destacan las formaciones de encinas con sus formas desarrolladas y las plantaciones de pinos. Entre ellos los cipreses con sus formas verticales que crean elementos de acento lineal en el conjunto definen un conjunto vegetal de especial interés por su forma de agrupación.

Hay conjuntos de encinas, retama, coscojos, brezos, jaras y zonas de pastizales. En la ladera noroeste predominan las encinas ya sea como arbustos o en ocasiones como arbolado y en la ladera sureste predominan los matorrales de reducido tamaño y cistáceas y labiadas. El paisaje tiene también su evolución y sus tiempos y las encinas van ganando presencia desde mediados o finales del siglo XX. En la segunda mitad del siglo pasado se realizan importantes repoblaciones que datan de 1955, 1965 y 1966. Es entonces cuando se plantas pinos, cipreses y mirtos.

Hay intentos de domesticar el espacio natural y caminos bordeados por arizónicas en sus dos márgenes con anchura de cuatro metros y ritmos regulares de otros cuatro metros que siguen formas sinuosas. Zonas en las que se plantaron en otros momentos eucaliptos que persisten y vuelven a brotar aunque en parte se quieran eliminar. Diferentes espacios en los que predominan los pinares, las encinas o zonas con una mezcla de coníferas de especial interés. Espacios transformados y alterados con movimientos de tierra como el antiguo campo de tiro.

Y junto a ello todo un ejercicio de paisajismo en los numerosos caminos que recorren el espacio. Caminos de apenas cincuenta centímetros de ancho, en los que asoman las cuarcitas de la zona, otros con alguna mayor dimensión y pavimento más liso. Pero siempre caminos sin pretensiones de artificiosidad que se integran en el espacio natural y permiten recorridos diversos por zonas que se descubren cada día. Espacios recorridos peatonalmente o que recorren los ciclistas osados en sus bicicletas de montaña o que ocasionalmente tienen las huellas de vehículos especiales. La mirada de la Atalaya, desde sus pequeñas elevaciones es especialmente atractiva este año, después de las intensas lluvias de meses pasados

 

La visión de la ciudad

Desde zonas elevadas del espacio de la Atalaya hay vistas singulares de Ciudad Real. Perspectivas que dan una especial calidad a la ciudad situando la gran masa vegetal como base de la perspectiva creando así una imagen ideal de ciudad relacionada con la naturaleza. Perspectivas en las que sobresalen las elevaciones de diferentes momentos: los silos del Servicio Nacional de Agricultura, siempre esperando una reutilización inteligente, las torres de los tiempos de especulación intensiva, la catedral, el seminario… Perfiles que parecen, desde la visión elevada, espacios horizontales levantados sobre la base vegetal del conjunto forestal. Una visión que nos lleva a recordar que las ciudades se construyen sobre territorios naturales, que deben establecer el diálogo respetuoso y rico con el medio en el que se sitúan.

El entorno natural de Ciudad Real, estudiado en los diferentes planeamientos urbanísticos debe ser un marco esencial de referencia: Alarcos con su parque arqueológico congelado en sus estudios y desarrollo, la zona del Vicario y la Atalaya deben ser referentes del medio próximo, rico en patrimonio histórico y natural que rodea la ciudad que fundó Alfonso X.

La Atalaya se convierte en un referente visual de espacio natural observado desde la ciudad, pero es también un espacio natural singular en su interior y un referente que valora la ciudad cuando la consideramos como una parte próxima a este espacio natural que es un privilegio a cuidar y conservar para la ciudad.

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