En tiempos cercanos la recomendación era condición importante, casi indispensable, para encontrar un trabajo, para acceder a determinadas instituciones. Alguien que conocía tu trayectoria personal o profesional escribía a otra persona expresando sus opiniones sobre ti y manifestando que podrías ser apto para aquello que intentabas. Recomendaciones que se convertían en peticiones de tratos de favor para alguien en base al conocimiento de una persona influyente y con un reconocimiento social. Hoy en día esta práctica se mueve en terrenos peligrosos que llevan al tráfico de influencias en el ejercicio de lo público o a atajos no legales en la consecución de determinados objetivos.
Recomendantes y recomendados
Pero la práctica de que alguien con un reconocimiento social por alguna razón hable bien de nosotros sigue siendo algo presente en numerosos ámbitos incluso exigido en determinadas actividades. Una práctica que acaba cualificando al recomendante y al recomendado porque ambos adquieren una relación que hace que el valor de cada uno de ellos se cuestione por su asociación a la otra persona o institución. Una asociación con una persona de comportamientos ilegales te convierte en sospechoso o, al menos, en persona poco recomendable y por el contrario tu relación con alguien de reconocido prestigio parece transferirte algo de su nivel profesional o moral. Por eso los políticos de diferente signo buscan el apoyo de personas reconocidas en ámbitos culturales, profesionales o económicos para apoyar sus actuaciones.
Recientemente hemos asistido a una de estas presentaciones con artistas invitados incluidos. Un cantante, reconocido internacionalmente como una figura del primer nivel del rock, apoyaba la convención de los populares europeos. Lo malo es que su figura ha estado más que en entredicho en los últimos años. Los informes sobre los comportamientos fiscales del gobierno holandés que se convierte en un pequeño paraíso fiscal para los beneficios empresariales presentaban a empresas internacionales en su lista y entre ellos estaba este famoso cantante. Comportamientos que llevan a la creación de empresas en ese país para reducir los pagos de impuestos que en lugar de su propio país van a parar a otro diferente. Reducciones de aportaciones a lo público para la financiación de los servicios comunes que generan sustanciales incrementos en los beneficios particulares de estas personas o sociedades.
Y junto a ello unos planteamientos de beneficencia y de venta de actuaciones de ayuda a países necesitados que se acaban convirtiendo en negocios particulares y en beneficios para exenciones de pagos al Estado, junto a actividades lucrativas de su propio interés. Comportamientos nada recomendables y actuaciones lejos de una moralidad que considera lo común como tarea importante y esencial para el desarrollo de los países europeos.
Por ello la presencia del personaje con su aspecto de artista revestido de sus gafas de diseño y su discurso pretendidamente comprometido recomendando el turismo español más que una recomendación resulta una contaminación que se acerca peligrosamente a las formas conservadoras de muchos políticos. Recomendaciones que no nos benefician en nada porque el recomendante no es muy recomendable en sus comportamientos sociales. La música es otra cosa, pero la letra de esta carta de recomendación es altamente peligrosa.