La iglesia católica celebra esta semana el acontecimiento central del cristianismo: la muerte y resurrección de Jesús. Una iglesia que ha sabido entender símbolos de sus creencias con elementos que han adquirido un valor social de importancia.
Las rejas del arado
Un texto totalmente oportuno en este momento, de Isaías en una primer referencia: “Y ellos convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces. Ninguna nación levantará la espada contra otra nación, ni se entrenarán más para hacer la guerra”. Las rejas del arado son una referencia a la necesaria paz entre naciones y diferentes escultores y artistas las han hecho presentes en los edificios religiosos.
Uno de los escultores que mejor ha trabajado el hierro para diferentes ámbitos religiosos es José Luis Alonso Coomonte nacido en Benavente en 1932. Hijo de ebanista, lo que le permitió desde muy joven tomar contacto con los materiales, como la madera y las posibilidades que esta tiene para crear objetos. En Madrid estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando entre los años 1950 y 1954. Con una beca de ampliación de estudios de escultura en Coca (Segovia) se traslada a París.
En 1960 fue elegido para representar a España en la Bienal de Arte Sacro de Salzburgo con la obra Ostensorio, obteniendo la Medalla de Oro en Escultura. Esta obra actualmente se encuentra en el Centro de Arte Museo Reina Sofía de Madrid. Una pieza de 1,50 metros de altura (que él dice es la altura de la custodia de Núñez de Arce) y que suscitó un debate sobre el arte religioso en una reunión en la que el padre Aguilar reunía a Luis Felipe Vivanco, Alejandro de la Sota, Fernando Chueca, José Luis Fernández del Amo, José Luis Picardo y el propio Coomonte.
Las obras del colegio san José de Ciudad Real
El proyecto de iglesia que Jesús García del Castillo realiza para el colegio san José tiene peculiaridades en su organización. Un espacio religioso interior que debe acoger un número importante de personas en celebraciones litúrgicas del centro docente en el que está. Y para ello dispone de tribunas laterales en la planta primera y una zona escalonada en la parte posterior de esa planta. Una iglesia que tiene un acceso desde el interior del colegio y otro desde la calle Calatrava. Y en ese frente a la calle, para salvar el desnivel existente entre ambos espacios crea un atrio al que se accede por una escalera. Ese espacio se protege del exterior con una serie de rejas elaboradas por Coomonte elevadas en dos de los huecos y como puerta con dintel superior en el punto de acceso.
En el interior, las formas de hierro macizo con sus marcas a ritmos uniformes y las formas entrecruzadas que definen planos diferentes conforman los dos candelabros para tres velas situadas a cada lado del altar. También a ambos lados, para mantener la simetría del conjunto dos atriles de hierro fundido negro similares a los candelabros. Y en el frente del ábside el sagrario con los símbolos de las espigas y las uvas. El hierro de las espadas convertido en rejas y en piezas de la liturgia interior es una buena imagen de la fortaleza en el deseo de la paz y la concordia. Un conjunto de elementos realizados en un momento en que tres artistas de la liturgia como son Carlos Muñoz de Pablo, Jose Luis Alonso Coomonte y Francisco Gómez- Arguello Wirtz, habían creado un grupo denominado Gremio 62.
La luz y el color
La luz como símbolo es también un elemento esencial en la liturgia cristiana. En la gran celebración de la Pascua, la liturgia establece un rito en el que sobre las tinieblas y la muerte va triunfando la luz de Cristo. Un rito de especial belleza que acaba con ese cántico especial al cirio pascual. Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad del pecado y de la muerte. Que su luz nos evoque a Cristo, tu Hijo resucitado, lucero sin ocaso, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.
Esta imagen de la luz debe tener su recuerdo en el propio edificio religioso. Y en ese ámbito las vidrieras tienen como misión fundamental la de crear un espacio singular con la luz centrada en el espacio del presbiterio, pero creando un ámbito propicio para la concentración y la reflexión.
Carlos Muñoz de Pablos, excelente vidriero, estaba inmerso en este momento en la búsqueda de la vidriera dinámica, una solución que quería romper el plano de la vidriera con sus colores y figuras buscando una volumetría, con elementos que creasen un movimiento en el conjunto además del definido por el color del conjunto. En Ciudad Real, en el colegio san José la vidriera del fondo está formada por cuadrados que son la base de pirámides que sobresalen en el exterior. La imagen desde lejos es la de formas cuadradas de colores intensos, rojo, azul verde con amarillos diferentes, blancos y otra gama de colores. Desde la proximidad se aprecian las formas de las pirámides que tienen los vidrios coloreados en uno de sus lados produciendo la imagen de color en el interior.
La composición se interrumpe ocasionalmente con formas elípticas verticales u horizontales que ocupan cuatro de los cuadrados de la base. La composición logra así una movilidad que Muñoz de Pablos se planteaba como objetivo. En una de las esquinas escribe sobre el hueco de la pirámide: Vidriera dinámica, Segovia. Con un modelo similar realizó una gran vidriera en Barco de Valdeorras, en la parroquia de Santa Rita.
Las vidrieras horizontales
En los huecos horizontales de la iglesia sobre un fondo casi blanco realiza una composición con colores azules intensos y rojo con formas que van variando en cada uno de los cinco planos en los que está dividida la composición por la estructura portante. Las formas que se mueven en la zona del presbiterio son elementos triangulares de colores azules, verdes y rosas sobre el fondo casi blanco del conjunto. La composición se hace visible con la presencia del crucifijo de madera que cuelga sobre el altar estableciendo un diálogo y contraste sugerente. La obra de forja y las vidrieras de esta capilla son dos buenos ejemplos del arte religioso de nuestra provincia.
El hierro y el vidrio que matiza la luz dialogan en el interior de este espacio litúrgico con esa carga simbólica que la iglesia utiliza en muchos de sus elementos. La paz que surge de la trasformación de las espadas en rejas y la luz que salva de la muerte son dos buenos referentes en estos tiempos irracionales y difíciles que vivimos. Aunque solamente sea a través de estos símbolos podemos y debemos reclamar cosas tan sencillas, pero tan esenciales, como son la paz y la vida.