Restaurar un edificio es una responsabilidad importante a la vez que una oportunidad de conocer en profundidad el mismo. Y hacerlo con una de las joyas del barroco de la provincia de Ciudad Real supone una oportunidad especialmente atractiva.
El conocimiento del edificio
En todo proyecto de restauración es esencial el conocimiento del edificio en sus múltiples aspectos: histórico, social, constructivo… La iglesia de San Agustín de Almagro ocupa un solar con fachada a las calles San Agustín y calle Feria. Su fachada a la calle San Agustín inicia dicho viario con su acceso al conjunto por la gran portada que conforma su alzado principal y la de la calle Feria es un gran muro ciego que es el lateral de la iglesia. El volumen construido cierra la perspectiva de la Plaza Mayor en su frente donde se localiza el ayuntamiento. Es, pues, un elemento arquitectónico con una ubicación central en el conjunto de la ciudad y con una volumetría que forma parte de la perspectiva del espacio urbano principal.
La historia de la fundación del convento del Santísimo Sacramento de los Agustinos de Almagro pone de manifiesto las difíciles relaciones entre las órdenes religiosas. El convento se funda por acuerdo de la familia Figueroa. Doña María, como última heredera, quiso cumplir la voluntad testamentaria de sus hermanos que querían fundar un convento de agustinos recoletos. Discusiones entre jesuitas y agustinos terminarán en un acuerdo que permitió la construcción del edificio.
El emplazamiento del convento quedó fijado definitivamente en las casas que ocupaban los Figueroa en el solar sobre el que más tarde se edificó la iglesia situada entre las calles Feria y san Agustín. El ayuntamiento les cederá la callejuela contigua de Medellín, doña María de Rótulo legó una casa y los agustinos compraron varias viviendas de particulares que conformaron finalmente una amplia superficie ocupada en otro tiempo por el desaparecido palacio de los Fúcares. Las obras dieron comienzo pronto, pero avanzaban muy despacio dada la reducida disponibilidad económica. Según el libro de visitas de 1719, en ese año, todavía continuaban las obras de los claustros, pero la iglesia ya estaba ultimada. Con la Desamortización, el convento fue vendido por 90.000 reales a unos particulares que lo demolieron y querían quemar los retablos para recuperar el oro. Los vecinos de Almagro compraron la iglesia y consiguieron salvar los retablos tras el dictamen de la Comisión de Monumentos Históricos de 1845. En 1936, en la guerra civil, el retablo barroco fue destruido.
La iglesia
La planta, de tradición jesuítica, es del tipo de iglesia salón con dos naves laterales, divididas en dos pisos en los que se sitúan capillas laterales en la planta baja y tribunas en la superior. La nave de cuatro tramos con cubierta de bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, en los que se abren ventanas, desemboca en el crucero cubierto por cúpula de media naranja. En el frente, el ábside con testero plano y camarín adosado en su parte posterior. A los pies de la iglesia se sitúa el coro alto, separado de la nave por un arco carpanel con balaustrada de madera.
El ritmo de los paramentos está marcado por la presencia, en la nave, de pilastras toscanas articuladas a través de un doble orden colocado verticalmente de modo que los capiteles de las pilastras inferiores (situados a 5 metros del suelo) coinciden con las impostas de los arcos de medio punto que dan paso a las capillas. Sobre estas pilastras se sitúan otras de mayor tamaño (5 metros) que coinciden en la línea de los capiteles, con el vano de las ventanas rectangulares de las tribunas situadas sobre los arcos de las capillas. El entablamento superior está formado por una triple cornisa con frisos de altura desigual (0,5; 1,25 y 1 metros de abajo arriba) que crea un efecto singular de dinamismo, potenciado por la presencia de ménsulas en el friso central. Un desarrollo con volúmenes de gran fuerza que subrayan por una parte la linealidad de la perspectiva de la nave principal y por otra parte establecen un apoyo oculto al inicio de las bóvedas de la cubierta.
Módulos y proporciones
En la iglesia de san Agustín se pueden considerar dos módulos diferenciados interrelacionados entre sí. El radio de la cúpula del crucero (4,25 metros) y el radio de la cúpula del camarín (1,70 m) El módulo mayor rige las medidas referentes a la anchura mientras que el módulo menor define la longitud y la altura. Clementina Diez de Baldeón analiza las medidas del edificio y sus relaciones en base a estos dos módulos, M: 4,25 y m: 1,70.
Las dimensiones del edificio corresponden a un equilibrio que se repite en muchas de sus partes. La altura de la sección del edificio se modula con los 5 metros de los arcos que separan la nave de las capillas laterales, el doble en el desarrollo de la cornisa superior (10) y el triple en la altura de la bóveda principal (15) que se hace algo mayor de 4 veces en la altura de la cúpula principal (20). Porque además de esa relación modular existente en las diferentes partes construidas hay una relación de proporciones entre los elementos que conforman la edificación tanto en sus plantas como en sus alzados. Y esta proporción clásica en las dimensiones y trazas generales del edificio es la que acaba conformando el equilibrio del conjunto que sirve de base a la dinámica introducida en molduras y decoraciones.
Sobre esta composición clásica se apoya la ornamentación barroca de molduras que recorren el edificio y le confieren su dinamismo. Todo el interior de la iglesia está decorado con frescos realizados al temple. Un conjunto de pinturas que tienen tres tipos de imágenes: decorativas, simbólicas y narrativas. Las imágenes decorativas son un conjunto de formas que carecen de contenidos morales o doctrinarios con la voluntad de crear un ambiente palaciego y natural que atraiga a los fieles y cree un ambiente agradable. Están integradas por grutescos, arquitecturas ficticias, hojas de acanto, flores, frutos, pájaros, cortinajes, lazos y borlas, jarrones… Estas pinturas situaban al espectador en el interior de un palacio pleno de lujo, bello y por consiguiente bueno.
La lectura iconográfica de este conjunto de pinturas debe hacerse comenzando por los pies de la iglesia. Las del sotocoro están dedicadas a san Agustín y la orden agustiniana en una comparación con la Virgen como intercesora ante su Hijo igual que los agustinos son intercesores de los fieles ante Dios. En la bóveda de la nave y los brazos del crucero se representa la vida de san Agustín como Padre de la Iglesia. La cúpula es símbolo celestial y está dedicada a Cristo y el presbiterio vuelve a la imagen de la Virgen titular del camarín. En sus muros y en la bóveda se representa la exaltación del Sacramento al que está dedicada la iglesia. En la visión desde el presbiterio hacia el coro, de nuevo la imagen de la exaltación de la Eucaristía. Se logra así un ambiente envolvente en todos los espacios de la iglesia que tienen una clara tensión dirigida hacia el presbiterio como zona central cubierta por esa cúpula que, en su altura, aparece como la representación de formas y colores que cubren el espacio principal del templo.