09 diciembre 2023
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Sostenibilidad

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Imagen de La Atalaya / D.P
Diego Peris / CIUDAD REAL
A la vez que se extendía la preocupación por la sostenibilidad se subrayaba implícitamente, con ello, la insostenibilidad del modelo económico hacia el que nos ha conducido la civilización industrial. Sin embargo, tal preocupación no se ha traducido en la reconsideración y reconversión operativa de este modelo. La nueva terminología tiene un alto contenido de ambigüedad y enuncia un deseo difícil de conseguir, difuso y muy general. Es precisamente la ambigüedad del concepto la que explica la buena acogida que tuvo el propósito del desarrollo sostenible

Tras la aparición del Informe sobre Nuestro futuro común (1987-1988) coordinado por Gro Harlem Brundtland en el marco de las Naciones Unidas, se comenzó a hablar de desarrollo sostenible entendiendo por tal aquel que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.

A la vez que se extendía la preocupación por la sostenibilidad se subrayaba implícitamente, con ello, la insostenibilidad del modelo económico hacia el que nos ha conducido la civilización industrial. Sin embargo, tal preocupación no se ha traducido en la reconsideración y reconversión operativa de este modelo. La nueva terminología tiene un alto contenido de ambigüedad y enuncia un deseo difícil de conseguir, difuso y muy general. Es precisamente la ambigüedad del concepto la que explica la buena acogida que tuvo el propósito del desarrollo sostenible.

Sostenible

El término desarrollo sostenible en el que se relacionan conceptos económicos con sostenibilidad es ambivalente. A principios de la década de los setenta el Primer Informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento, junto con otros estudios, pusieron en tela de juicio la viabilidad del crecimiento como objetivo económico planetario. El término desarrollo sostenible quería plantear un punto de contacto entre los desarrollistas y los ambientalistas. La sostenibilidad se presentaba más bien como un apoyo a los proyectos de desarrollo que se cuestionaban en diversos foros recuperando así su dinámica. Frente a la asunción del término desarrollo sostenible, sin cuestionar sus contenidos y posibles ambigüedades, poco a poco se va planteando una nueva revisión conceptual del tema.

La sostenibilidad débil es simplemente la viabilidad de un sistema económico en el tiempo. Esta viabilidad se consigue manteniendo el capital global como suma del capital natural y el capital de formación humana. La mayor parte de la indefinición vigente procede del empeño de conciliar el crecimiento o desarrollo económico con la idea de sostenibilidad, cuando cada uno de estos dos conceptos se refieren a niveles de abstracción y sistemas de razonamientos diferentes.

La sostenibilidad fuerte es la viabilidad de la relación que mantiene un sistema socioeconómico con un ecosistema. En este concepto es fundamental la interacción entre estos dos sistemas dinámicos, teniendo en cuenta que el sistema socioeconómico es dependiente del ecosistema en el sentido de que éste podría funcionar autónomamente, mientras que aquel no lo podría hacer sin el ecosistema. Este razonamiento exige un análisis serio de los problemas físicos que subyacen en el medioambiente para poder establecer unos indicadores adecuados. Los elementos y sistemas que componen el capital natural se caracterizan más bien por ser complementarios que sustitutivos con respecto al capital producido por el hombre.

Sostenibilidad de procesos y sistemas físicos

El primer paso necesario es identificar los sistemas cuya viabilidad o sostenibilidad pretendemos enjuiciar, así como precisar el ámbito espacial con la consiguiente disponibilidad de recursos y de sumideros de residuos atribuido a los sistemas y el horizonte temporal para el que se estudia su viabilidad. Si nos referimos a los sistemas físicos sobre los que se organiza la vida de los hombres (sistemas agrarios, industriales…o urbanos) podemos afirmar que la sostenibilidad de tales sistemas dependerá de la posibilidad que tienen de abastecerse de recursos y de deshacerse de residuos, así como de su capacidad para controlar las pérdidas de calidad (tanto interna como ambiental) que afectan a su funcionamiento. Aspectos que dependen de la configuración y el comportamiento de los sistemas sociales que los organizan y mantienen. La conservación de determinados elementos o sistemas integrantes del patrimonio natural no sólo necesita ser asumida por la población, sino que requiere de instituciones que velen por la conservación y transmisión de ese patrimonio-.

El Libro verde del medio ambiente urbano de la Unión Europea de 1990 superó los planteamientos habituales, al preocuparse no sólo de las condiciones de vida en las ciudades, sino también de su incidencia sobre el resto del territorio. Si queremos enjuiciar la sostenibilidad de las ciudades en el sentido global hemos de preocuparnos no sólo de las actividades que en ellas tienen lugar, sino también de aquellas otras de las que dependen, aunque operen e incidan en territorios alejados. Desde esta perspectiva enjuiciar la sostenibilidad de las ciudades nos conduce por fuerza a enjuiciar la sostenibilidad (o más bien la insostenibilidad) del núcleo principal del comportamiento de la civilización industrial, incluyendo la propia agricultura y las actividades extractivas e industriales que abastecen a las ciudades y a los procesos que en ellas tienen lugar.

Principios operativos de sostenibilidad

La interacción compleja entre dos sistemas dinámicos: el socio económico y el ecosistema nos permite enunciar los principios de carácter regulador de la actividad humana:
Para los recursos que son potencialmente renovables, como el agua, las especies, el suelo etc, la tasa de explotación debe ser similar o menor a la tasa de regeneración de estos recursos. Para aquellos recursos energéticos que tienen un stock limitado (petróleo, carbón, gas natural…) y que no se regeneran ni son reciclables, a medida que se gasten deben ser sustituidos por recursos renovables que puedan reemplazarlos: por ejemplo, el petróleo por energía solar. En cuanto a la contaminación producida por contaminantes que puedan ser biodegradados y reintegrados en los ciclos de materia, la tasa de emisión de contaminantes debe ser igual o menor a la tasa de asimilación de estos para evitar su acumulación.

La Asamblea General de la ONU adoptó en 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Objetivos ambiciosos que deben concretarse en cada uno de los ámbitos de trabajo de nuestra sociedad, desde lo municipal a lo mundial. Principios que deben hacerse concretos en las políticas urbanísticas de diferente nivel. El documento de Directrices de Ordenación Territorial del País Vasco ha recibido el premio del Consejo Superior de Arquitectos. Sería bueno retomar el Plan de Ordenación del Territorio de Castilla-La Mancha, revisarlo desde esta visión e incorporar los conocimientos de técnicos y gestores de la comunidad autónoma para acabar de desarrollarlo. A nivel municipal hay muchas propuestas que se revisten del ropaje de la sostenibilidad. Y hay algunas que lo son realmente como la incorporación de más de 400 hectáreas de suelo público en una zona libre en la Atalaya en Ciudad Real. Un buen ejemplo de sostenibilidad urbana.

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