TRADICIONES, SENTIMIENTOS E HISTORIA
Las tradiciones tienen que ver con los sentimientos acumulados por cada persona. Nuestras vivencias familiares, las relaciones con personas de nuestro entorno, los espacios asociados con momentos de nuestra vida, nuestros paisajes cercanos, se entremezclan en ese sentimiento que nos ancla con ciertas formas de actuar. Todas esas referencias se hacen presentes para cada uno en el valor de la tradición, de determinados usos, prácticas sociales o celebraciones que llamamos tradición.
Pero la tradición tiene que ver también con la historia que debe mantenerse viva en cuanto que la comunidad tiene voluntad de ello. Una historia que ha evolucionado, ha cambiado, se ha adaptado a las nuevas formas de pensar y vivir a lo largo de generaciones. Y ese cambio, esa modificación es señal de autenticidad en la tradición. Si se limita a ser un ritual repetido no deja de ser una forma anacrónica y rígida que no responde en realidad a la vida de la comunidad. La tradición mantiene contenidos esenciales pero va conformando nuevos ritos, nuevas liturgias que quieren hacer visible el contenido de su origen.
Y como realidad viva sabe aprender sobre todo de la evolución cultural y social de la comunidad. Los nuevos condicionantes éticos, su reflejo en los sistemas legales, van conformando las manifestaciones de esa herencia cultural. En algunos casos deberá asumir que ha perdido su sentido, que debe pasar a la historia de las tradiciones fósiles, de los recuerdos de un pasado que ya no pueden ni deben mantenerse vivos. En otros deberá modificar sus liturgias, sus formas de manifestación.
Las tradiciones nos pertenecen a la comunidad y deben mantenerse desde la colectividad, evolucionar desde el consenso común y permanecer activas porque lo quiere la sociedad. Las tradiciones subvencionadas, dirigidas desde el poder, han dejado de ser la herencia cultural sentida y conservada, para convertirse en arqueología cultural, en modelos fosilizados que puede ser bueno conservar en los museos de etnología, pero que ya no son parte de la vida de la sociedad.
Las celebraciones festivas son elementos importantes de la tradición de la comunidad con base en celebraciones religiosas en muchas ocasiones, mezcla de afectos, de vivencias históricas y creencias que han tejido en su entorno rituales festivos que deben evolucionar. Cambios hacia proyectos de conmemoración colectiva de la alegría, de la convivencia ciudadana. El camino fácil de la celebración etílica no puede ser el descubrimiento de la renovación de las tradiciones y mucho menos debe ser potenciado desde los poderes públicos. Hay que buscar los acuerdos sociales que mantengan la realidad de una tradición de celebración, de alegría colectiva, de referencia común para la vida ciudadana.