VERDE HORTERA.
En la carretera de Carrión, una edificación cambia de uso y sus nuevos inquilinos deciden pintarla de verde “hortera”. Un edificio con una arquitectura peculiar con sus ménsulas de ladrillo blanco, su portada con soportes de madera y sus acabados singulares, de dudosa calidad arquitectónica. La transformación con la pintura verde y el gran rótulo que se hace visible desde la estación del AVE, en su planta superior, anuncia un cambio de diferentes edificios en esa carretera que van convirtiendo el espacio en un lugar del todo a cien, con decoraciones y colores que hablan más de deterioro que de progreso. La industria escaparate de vehículos mantenía una dignidad austera en su presencia que ahora se altera con una imagen de colores llamativos de polígono de baja calidad.
El interior de la ciudad.
Pero lo malo es cuando esa propuesta llega al interior de la ciudad y se hace presente en los equipamientos colectivos. El barrio de los Ángeles tenía un Centro Social construido hace ya una treintena de años con financiación del Fondo de Acción especial. Un edificio con un presupuesto de apenas diez millones de pesetas (sesenta mil euros) con una arquitectura austera. Un cuadrado de una sola planta con un patio interior y huecos de geometría regular, realizado en ladrillo blanco sical que durante años ha sido un equipamiento básico para el barrio y que diseñé como funcionario municipal en esa época. Los buenos profesionales que trabajaron en su biblioteca y en el desarrollo de actividades llenaron el edificio de vida y dieron valor al edificio. Los nuevos tiempos requerían modificar cosas, abrir el edificio a la asociación de vecinos o plantear nuevas actividades. Son cambios que el tiempo demanda y los edificios deben adecuarse a esas realidades.
Pero el cambio ha llegado por otro camino. En breves días el edificio se ha pintado del “verde hortera” del polígono. Dicen que sobre gustos y colores no hay nada escrito. Pero supongo que convendrán conmigo que sobre gustos y colores hay numerosos tratados y numerosas publicaciones. El problema es que podemos haber leído cosas distintas. El edificio del Centro Social de los Ángeles pintado de verde ha modificado sustancialmente su arquitectura y ha empeorado hasta lo máximo pensable en su cualidad formal. Estéticamente el edificio, de arquitectura sencilla y humilde se ha convertido en el reclamo del todo a cien.
Y junto a ello el ladrillo blanco sical del que está construido ha alterado radicalmente su comportamiento. Ahora se le ha creado una capa impermeable en su exterior que alterará su comportamiento higrotérmico de forma sustancial con lo que el cerramiento podrá presentar a la larga sus problemas de funcionamiento. Podrán tapar las pintadas de su fachada con el bote de pintura verde, pero probablemente ahora los problemas se presentarán en el interior.
Y junto a ello su inserción en el conjunto del barrio. El edificio existente se reconocía como edificio público, como equipamiento de la comunidad pero con la humildad de convivir y relacionarse amablemente con los edificios residenciales y con la arquitectura general del barrio. Ahora hemos creado un elemento puntual, llamativo innecesariamente, y con una voluntad que remite más que a usos culturales a otras funciones. Hemos convertido un servicio público que se hace presente en el barrio por su actividad y su vitalidad en un pretendido reclamo publicitario. Ahora, su visión desde la calle exterior por la que discurre un tráfico intenso, parece anunciar la apertura de un nuevo establecimiento comercial.
Creo que, en definitiva se trata de un error importante estéticamente, probablemente también en su comportamiento técnico y en su implantación urbanística. Y además un error irreversible. Ya no es posible recuperar el ladrillo porque el material ha absorbido la pintura de forma que es imposible su recuperación.
Pero, finalmente, no deja de ser mi humilde y personal opinión.
DIEGO PERIS SÁNCHEZ.