29 septiembre 2023
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Viñedos, bodegas y Museo del Vino en Castilla-La Mancha

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Cartel del simposio
Diego Peris / CIUDAD REAL
Entre los días 18 y 21 de abril de este año 2023 el Museo del Vino de Valdepeñas organiza el XIX Simposio de la Asociación de Museos del Vino de España con el título “La historia presente”.

El territorio de Castilla-La Mancha ha albergado a lo largo de los siglos culturas en las que el vino ha estado presente en diferentes manifestaciones. La cultura material de esos tiempos nos informa del cultivo de la vid, de la elaboración del vino y de su valoración social, cultural y económica.

Geologías de terrenos adecuados para el cultivo de la vid, climas y condiciones térmicas han propiciado, en diferentes épocas, la existencia de grandes extensiones de cultivo. En esta realidad topográfica, geológica y climática se ha desarrollado una cultura que ha dejado testimonios en restos arqueológicos de diferentes yacimientos y edificios. Pinturas, esculturas y arquitecturas hablan de una realidad cultural que ha tenido una importancia en la economía y el comportamiento de la sociedad. La cultura unida a la geografía del territorio ha definido así un paisaje del vino.

El vino de los arqueólogos

Castilla-la Mancha ha estado vinculada desde la antigüedad al cultivo de la vid y a la producción del vino. La cultura del vino con las tareas agrícolas que acompañan al cuidado del viñedo y las diferentes etapas de la producción han estado presentes desde la antigüedad en estas tierras que reúnen condiciones geográficas, geológicas y climáticas para su producción. Hay datos para situar la cuna del vino en Valdepeñas, la ciudad romana de Acinippo (acinus, grano de uva). En las excavaciones del cerro de Las Cabezas han aparecido restos de ánforas, cuencos y toneles de barro que corresponden a época prerromana. Los testimonios de las villas romanas –Castulo y Lupuaria- de la lápida funeraria con el nombre de Lucio Acinippo, con escudo orlado y racimos florecidos con pámpanos son referencias de la presencia del vino en esa época.

A partir de la colonización fenicia, comenzó a cultivarse la vid y el olivo en nuestro país y a desarrollarse la producción de los productos derivados de estos cultivos, el vino y el aceite, y junto a ello las industrias próximas, especialmente la alfarería para la fabricación de recipientes para su almacenamiento y trasporte. Según los historiadores griegos, los íberos tomaban el vino al modo bárbaro, es decir, puro, sin mezclar con agua, al contrario que los griegos que llegaban a rebajarlo hasta un 75 %. La copa en la que se bebía era también importante y por ello los vasos griegos daban una solemnidad y categoría al consumo del vino en las fiestas y celebraciones rituales.

Los fenicios pudieron traer nuevas técnicas y tal vez nuevas variedades que vendrían a unirse a las ya existentes. En la zona de Jumilla hay restos de épocas griegas y romanas que atestiguan la presencia de la uva en esos momentos. El lema In vino veritas trascribe de forma singular la expresión griega: En el vino la revelación (la aleceia), la verdad como desvelamiento de algo que existe previamente. Alétheia es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. La exposición que se realizó en el Museo Provincial de Ciudad Real ofrecía un excelente recorrido por estos materiales arqueológicos.

Las superficies de viñedo

Si la presencia del vino en Castilla está documentada con la presencia de restos de la cultura material, documentos de diferentes momentos como el Catastro de la Ensenada o referencias literarias del siglo de oro, su superficie y zonas de implantación han cambiado con los años. Si en 1900 teníamos 260.000 hectáreas cultivas se llegará a las 500.000 en 1950, momento en el que el desarrollo es exponencial llegando a cerca de 770.000 hectáreas entre los años 1985-1990.

La extensión del cultivo de la vid en Castilla–La Mancha y la importancia de sus producciones, supera a todas las regiones vitivinícolas españolas. Tiene en la actualidad 468.029 hectáreas de viñedo, una producción anual de 2.905.595 toneladas de uva y unos 22 millones de hectolitros de vinos nuevos y mostos no destinados a la fermentación. Ello supone el 48,1 por 100 de la superficie de España dedicada a este cultivo y el 52 por 100 de las producciones totales de mostos y vinos de España. El viñedo de Castilla–La Mancha representa la mayor concentración existente de dicho cultivo en el mundo. Dentro de la estructura de Castilla–La Mancha, la superficie de vid es muy superior a la de otros usos, correspondiendo a un 5,6 por 100 de la total geográfica, un 18,3 por 100 de las tierras de cultivo, y un 73,3 por 100 de las dedicadas a cultivos leñosos.

Denominaciones de origen y arquitectura de bodegas

La ubicación de las grandes superficies ha definido las denominaciones de origen, 9 en el conjunto de la comunidad autónoma a las que hay que añadir 12 denominaciones de pago. El cultivo del viñedo y la producción vitivinícola han ido acompañadas de una arquitectura de la que hay referentes históricos importantes de diferentes momentos, especialmente de los siglos XIX y XX. Un patrimonio industrial de singular importancia conservado en gran medida en muchas localidades donde existen cuevas, estructuras de madera y metálicas y modernas construcciones de singular calidad. Bodegas de diferentes momentos y entidad desde edificios históricos sobre todo de finales del siglo XIX y principios del XX hasta construcciones modernas de calidad. Un patrimonio formado por más de 400 instalaciones que cuidan de manera especial sus viñedos y la elaboración de productos de calidad

Museo del vino de Valdepeñas

En esta región surgen para dar a conocer y conservar este patrimonio instalaciones que presentan el tesoro de edificios, maquinarias, sistemas de producción y documentación gráfica de los mismos. En determinadas bodegas se conservan maquinaria, documentos e instalaciones de otros momentos que documentan su evolución. Espacios como la denominación de origen Mancha presentan un material que explica la producción del vino y las tradiciones unidas a ello, ahora presentes también en uno de los molinos de Campo de Criptana.

El Museo del Vino de Valdepeñas es el modelo esencial de estas instalaciones en Castilla-La Mancha. En primer lugar, porque el elemento fundamental del Museo es la bodega de Leocadio Morales del siglo XIX rehabilitada, que se conserva en sus construcciones, en sus naves con estructuras de madera y las tinajas de barro. A ello hay que añadir el material utilizado en otros momentos, maquinaria, instrumentos de trabajo, embotellado de las diferentes bodegas… Y documentación de primera calidad como la colección de fotografías de Harry Gordon (1959), excelente referencia del trabajo de los años cincuenta del siglo pasado. A ello se añade la buena arquitectura contemporánea que permite el funcionamiento de un museo moderno con sus áreas didácticas, de exposiciones y celebraciones de reuniones, conferencias y congresos. El IX Simposio es una excelente actividad que consolida la importancia de este Museo del Vino de Valdepeñas.

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