La arquitectura popular, como si se tratara de un manuscrito repleto de información fruto de capas de historia y conocimiento trasmitido generacionalmente, pertenece al pueblo. Está libre de doctrinas, de sistemas o tendencias forzadas y, en su esencia, está conformada por acervos tangibles e intangibles que la permiten materializarse en el paisaje modificado por los individuos.
Esta arquitectura popular es ante todo local y productora de tipologías de enorme variedad y riqueza. Se adapta a condiciones materiales climáticas y culturales concretas, sin perder de vista los lazos del pensamiento y los comportamientos humanos.
La interacción entre comunidad y arquitectura popular es una constante, lo que se refleja en sus métodos de trabajo participativo y en la representación del imaginario colectivo de un lugar. Se erige por tanto como una construcción de la memoria donde se habitan espacios y pensamientos. Es, en última instancia una forma de comunicación tanto por la vinculación interpersonal a través del proceso constructivo como por el diálogo que establece con el hombre, el territorio y el paisaje.
Así se presenta la exposición de fotografías de arquitectura popular realizadas por Carlos Flores que está en el Colegio de Arquitectos de Ciudad Real hasta el 5 de septiembre de este año 2019. Un recorrido por la arquitectura popular que es la arquitectura que acumula el saber de las tradiciones, de los formas de realizar los diferentes edificios y entornos urbanos, con los materiales disponibles en esos espacios y con una adecuación a las condiciones climáticas, ambientales y sociales. Una arquitectura que es un excelente reflejo de la sociedad en la que nace, que nos ofrece enseñanzas de un saber acumulado y que tiene el atractivo de su sencillez y calidad de ejecución.
Carlos Flores
Carlos Flores nació en Cuenca en 1928 y obtuvo su doctorado en arquitectura en 1950. Desde 1961 en que publicó el libro Arquitectura popular española, se interesó de forma singular por la arquitectura popular de nuestro país con un trabajo e investigación que le lleva a recorrer el territorio aprendiendo de cada lugar de sus tradiciones y de su arquitectura.
En 1962 recibirá el premio del Colegio de Arquitectos de Madrid por su labor investigadora. Ha realizado numerosas publicaciones como Arquitectura interior (1965), Guía de la arquitectura de Madrid (1967), La España popular: raíces de una arquitectura vernácula (1979), Los silos de Villacañas (1984), Pueblos y lugares de España (1991), Gaudí, Jujol y el modernismo catalán (1982), Introducción a Gaudí (1983) o La Pedrera: Arquitectura i història (1999), entre otros.
Diez años de trabajo que dieron como resultado un conjunto de más de 11.500 imágenes que servirían de base a la publicación en 1973 de los cinco volúmenes de Arquitectura popular española, una enciclopedia de la arquitectura popular de nuestro país. Una valoración de la arquitectura anónima existente en muchos lugares de nuestra geografía y que es signo de identidad de esos territorios.
El conjunto de fotografías resultado de sus viajes por España entre 1965 y 1975, se conserva en la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León, donde se han inventariado y catalogado. La exposición que se presenta ahora en el Colegio de Arquitectos es fruto de la colaboración entre el la Demarcación de Ciudad Real del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, y el Museo Etnográfico de Castilla León.
Arquitecturas y entornos
La exposición recorre aspectos diversos de la arquitectura popular: viviendas, construcciones anexas, entornos urbanos… La arquitectura doméstica se concibe como la bisagra entre lo público y lo privado. La colección de fotografías de Carlos Flores recoge imágenes de viviendas y de espacios domésticos. Y junto a ello las construcciones industriales, agrarias y de servicios.
Construcciones agrarias enraizadas en el territorio que conforman el paisaje de muchos lugares en los momentos en que las fotografías fueron realizadas. Las imágenes de espacial calidad tienen el atractivo de lo real captado por el objetivo, de una aproximación a una vida construida cercana a nuestro tiempo. La realidad de muchas de nuestras poblaciones en los años sesenta está reflejada con la riqueza del detalle, con una visión singular de las diferencias de culturas y formas de arquitectura.
Y junto a los diferentes edificios, los elementos que lo conforman en sus detalles, paramentos, elementos constructivos, pavimentos… objetos que mirados desde la proximidad tienen la belleza de sus formas y las razones de su construcción e inserción en la arquitectura construida. Detalles que se acercan a los edificios, a los materiales que los conforman a las formas de relacionarse entre sí y con otras partes de la edificación.
La presencia de las personas en las imágenes nos da la referencia de la escala de los elementos pero sobre todo la referencia de la vida de estos espacios residenciales y sobre todo urbanos. Los niños paseando por la calle en el rincón donde la calle se quiebra y el edificio que vuela sobre el recorrido de la misma dan una especial significación a la imagen de la zona construida. La imagen de las seis mujeres sentadas, con sus toquillas negras y la cabeza cubierta mientras realizan sus labores y el hombre que en la silla, con su blusón y sus albarcas está adormilado deja detrás el muro de piedra sobre el que asoman los árboles. En el extremo el cartel que dice: Ministerio de Educación Nacional, Dirección General de Bellas Artes, Comisaria del Patrimonio Artístico. Restauraciones en Conjunto Histórico Artístico.
Fotografía y realidad
Las fotografías de Carlos Flores son de una excelente calidad y sobre todo fotografías que reflejan la realidad de las que quieren darnos cuenta. Son imágenes bellas, captadas con la visión del espectador interesado pero que trasmiten una sensación de autenticidad.
Estamos demasiado acostumbrados a fotografías de una realidad que parece preparada, organizada para la imagen o fotografías tratadas con posterioridad con cualquiera de los modernos programas informáticos. Y por ello, se agradece la fotografía que, con la calidad de la luz, del encuadre, del momento preciso nos presenta, en este caso, la arquitectura de muchas de nuestras poblaciones hace apenas medio siglo.
Las ampliaciones y la escala de las imágenes presentadas en la exposición nos permiten recorrer muchos de nuestros pueblos, de rincones, que, desgraciadamente, van desapareciendo o alterándose de forma grave. Por ello, junto a una visión gratificante de la arquitectura popular, se convierten en testimonios esenciales de la historia de nuestro entorno cercano y de la forma que hemos tenido de construir. Un testimonio que es también una buena lección de arquitectura para aprender de sus sistemas constructivos, de materiales próximos y económicos y de soluciones adecuadas al medioambiente.