El Banco de España, como banco central de la nación, tiene su antecedente en el Banco Nacional de San Carlos creado en 1782. En 1829 dio paso al Banco Español de San Fernando, que en 1847 se fusionó con el Banco de Isabel II creado tres años antes, adquiriendo la nueva institución en 1856 la denominación de Banco de España que se mantiene en la actualidad.
Tras haberse establecido en 1868 la peseta como unidad monetaria, en la Primera República española se aprobó el 19 de marzo de 1874 la propuesta que el ministro de Hacienda José Echegaray presentó el día 17 anterior tendente a establecer por medio de un Banco Nacional la circulación fiduciaria única. En consecuencia, el Banco de España amplió su red territorial a partir de ese año y, posteriormente, al impulsarse el Sistema Financiero con la llegada al Gobierno del liberal Práxedes Mateo Sagasta en 1881 se decide la creación de nuevas sucursales. Una de ellas se ubicó en Ciudad Real en 1884, en la actual calle de Toledo número 4, edificio hoy desaparecido, comenzando sus operaciones el 1 de octubre del citado año.
La misión del Banco de España en aquellos años que era una banca privada, se debía de ocupar en descontar efectos, realizar giros, conceder préstamos, llevar cuentas corrientes, ejecutar cobros, recibir depósitos voluntarios, necesarios y judiciales, operaciones necesarias para impulsar la actividad financiera y comercial en aquellos momentos, aparte de fomentar la difusión del billete único y poner en marcha varios servicios financieros trascendentales en aquellos momentos, entre los que destacan las transferencias y los descuentos sobre otras plazas. Para el desarrollo de sus cometidos, las sucursales del Banco contaban con oficiales que realizaban las tareas administrativas, ayudantes de caja para el tratamiento del efectivo, cobradores, porteros y ordenanzas que ejercían igualmente funciones de vigilancia.
Pero estas primeras instalaciones quedaron pequeñas, y se proyecta la construcción de un nuevo edificio en la Plaza del Pilar sobre otro viejo inmueble adquirido en 1903 por un importe de 44.550 pesetas al Conde de la Cañada, Excmo. Sr. D. Juan Acedo-Rico y Medrano. La primera piedra de este edificio fue colocada el 15 de agosto de 1903, terminándose de construir el 10 de febrero de 1905 sobre una superficie de 926,22 metros superficiales, obra del arquitecto provincial D. Sebastián Rebollar y Muñoz y siendo inaugurado el 13 de febrero de 1905.
El edificio plantea un punto de arranque y una culminación de los procedimientos compositivos y constructivos propios de un estilo ecléctico. La fachada plantea la utilización conjunta de ladrillo y piedra caliza, organizando un orden gigante apilastrado que cierra la composición de los cinco vanos en las dos plantas interiores del edificio. El cuerpo superior se organiza con el desarrollo de un orden menor en consonancia con la dimensión de los huecos. Sensiblemente menores que de los cuerpos interiores.
La planta interior, dispone un zócalo de piedra sobre el que se produce el arranque de los huecos verticales; huecos que en la planta principal, son balcones con un cuidado adintelado en piedra. El remate de la composición de los tres cuerpos se ejecuta con una balaustrada de piedra, pero dilatándose más el intervalo de las pilastras, que quedan situadas en los límites del paño mural.
El interior del edificio está estructurado a partir de un patio central con doble altura y con iluminación cenital a través de un cuerpo acristalado.
El Banco de España había estado constituido como una sociedad anónima con funciones públicas que compaginaba sus actividades bancarias en el sector privado. Al nacionalizarse en 1962, se suprimieron las operaciones con particulares y cesaron en las sucursales los administradores y las juntas locales de accionistas. La posterior reestructuración del Sistema Financiero español en 1971 con nuevas competencias supervisoras para el Banco de España afectó indirectamente al régimen de sucursales, que desembocó en el cierre de todas aquellas que no estaban ubicadas en capitales de provincia.
El Banco de España permaneció en este edificio hasta el año 1985, que cambio sus oficinas a la Carretera de Porzuna, cerca de la Puerta Santa María. Con la marcha de las oficinas del banco a sus nuevas dependencias, el viejo edificio paso a manos de la Caja Postal que lo restauró y abrió como su delegación en nuestra capital el 14 de diciembre de 1989. Una vez fusionada esta caja y desaparecida como tal, el edificio fue puesto a la venta y adquirido para establecer en él una residencia para la tercera edad, que se mantuvo abierta durante varios años. Cerrada la residencia el edificio se convirtió en el año 2023 en apartamentos turísticos.
El inmueble fue declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento por decreto 19/1996, de 30 de enero, por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, siendo el único edificio que permanece en pie de las grandes construcciones que durante el siglo XIX y principios del XX se levantaron en la Plaza del Pilar.
