La pareja que se constituye como tal, tiene un tema más del que hablar y sobre lo que discutir; su hijo. Las controversias con respecto a cómo criarlo no esperan a que llegue la adolescencia, sino que pueden aparecer ya con el cambio de pañales. A veces ocurre que uno de ellos es muy dominante y quiere imponer sus criterios, o incluso que desconfía de la otra. A su vez, es más frecuente que la madre imponga su manera de hacer, por otra parte, totalmente lógico, al menos en los primeros años, otras veces, el varón es el que toma la iniciativa, adoptando este tipo de rol. Las diferencias entre ellos pueden surgir ante los temas más irrelevantes y, por descontado, ante los más trascendentes. La discusión puede empezar por cualquier tema relacionado con lo cotidiano, desde la decoración de la habitación del bebé, hasta la matrícula que se hará en un futuro en un determinado tipo de escuela, pública o privada. Lógicamente, la gravedad de las divergencias no será la misma en una u otra ocasión; en muchos casos se impondrá la cordura y la negociación, llegando a pactos y haciendo concesiones que serán mucho más saludables para el devenir de la pareja. A medida que el niño crezca, deberéis tener cada vez más cuidado en alcanzar el consenso y no discutir en su presencia, dado que se podrán producir mensajes contradictorios llenos de confusión implícita, no sabiendo a qué atenerse. Además de todo esto, el pequeño, posiblemente se sentirá culpable de ese conato entre vosotros generando un modelo incorrecto de comportamiento en un futuro. Por otra parte, hay que tener en cuenta que lo normal es no estar de acuerdo en todo, pero las diferencias entre los miembros de la pareja no han de hacerse visibles delante de los pequeños, guardando un poco las formas. Por lo tanto, el estado de las divergencias es algo normal en sí mismo, pero el canal emocional y la forma de traducirse en la realidad es lo que realmente tenemos que cuidar. En resumen, tenemos que cuidar mucho las formas en aspectos relacionados con el devenir de la futura educación de nuestro hijo evitando discutir en su presencia, consensuando actitudes y pensamientos, llegando a acuerdos entre vosotros, si existen diferencias de criterio. Lo anterior no implica despersonalizaros ni mucho menos, porque cada uno es como es y así debe mostrarse ante el niño, en cuanto a cuestiones afectivas se refiere y por supuesto, en materia de cuidado y atención hacia el niño. En aspectos educativos, si no habéis llegado a algún punto de conformidad es bueno llegar al consenso, incluso delante de él. Estaréis siendo tolerantes y entenderá que esa será la mejor forma de convivir aceptando las reglas de convivencia. Estamos perdidos si no llegamos a este punto. La sociedad, en general, adolece de estas reglas de convivencia, de ahí el fracaso que estamos percibiendo. Por lo demás, todo es más sencillo de lo que parece.
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