Hace apenas unas décadas cuando uno era el encargado de ir a la compra la tarea resultaba especialmente sencilla: un litro de leche, una barra de pan, dos Kilos de fruta y un litro de aceite sólo tenían una respuesta por parte del vendedor del ultramarinos que, además, conocía quien era el comprador, sus costumbres y aquello que solicitaba habitualmente.
Los productos diversos
Esta misma y sencilla compra ahora resulta todo un ejercicio complejo que requiere amplios conocimientos de dietética y de las ofertas del mercado. No puedes decir simplemente quiero un litro de leche. Hay que saber si es entera, si es semi o si es desnatada. Debes decidir si es fresca o es pasteurizada. Y a continuación debes decidir si la quieres sin o con lactosa, si quieres que tenga calcio añadido o no y de cuales de las veinte marcas que tienen en el supermercado prefieres. Es todo un ejercicio de conocimiento y de estudio de las variedades. Llegado un momento y trascurrido un período de repetir la operación uno se aprende el color de la marca y la localización de esta y recoge mecánicamente la caja de leche que quiere comprar. Pero simplemente con el cambio de supermercado, no digamos de ciudad y más aún de país, la elección vuelve a resultar un ejercicio que requiere amplios estudios.
En otras ocasiones las ofertas de diferentes productos nos invitan a conocer aquellos que consideramos más adecuados a nuestro consumo. Hemos aprendido a diferenciar cosas de las que antes apenas teníamos conocimiento: nuestro aceite es diferente si es hojiblanca, cornicabra, picual o arbequina, si es de oliva virgen, de primera prensada o es de girasol. Y si entramos en la selección gourmet podemos encontrar una inmensa variedad de productos y por supuesto de precios que hacen compleja nuestra decisión. En España hay 25 variedades de aceitunas que unido a la posibilidad de mezclas y combinaciones hace que tengamos una oferta de productos de una amplitud enorme. Los AOVES (Aceite de Oliva Virgen Extra) ya sean monovarietales o multivarietales tienen en nuestro país un nivel de calidad óptimo.
Productos diferentes
Y esta variedad de orígenes y de elaboraciones llega, en algunos casos, a extremos realmente importantes. El vino requiere no sólo una uva de calidad especial de acuerdo con las zonas y los cultivos de esta, sino unas condiciones peculiares de elaboración. Y para reconocer las características de estos y su calidad se etiquetan con las llamadas denominaciones de origen.
Sólo en Castilla-La Mancha tenemos 9 denominaciones de origen que unidas a las llamadas denominaciones de pago representan un total de 18 denominaciones que identifican territorios y peculiaridades de las uvas y su posterior elaboración. Todo ello hace que sea difícil conocer las más de 400 bodegas existentes en nuestra comunidad autónoma y no digamos de las variedades y productos que elaboran. Ello elevado a la categoría nacional o internacional hace que el conocimiento de un producto como el vino sea una ciencia que requiere conocimientos amplios de las posibilidades de nuestros mercados. Y junto a ello las ofertas de cada lugar varían en una presentación que, en ocasiones, hace altamente difícil el localizar una marca o un producto que uno quiere adquirir.
Lectura de etiquetas y orígenes
Junto a estos complejos procesos nos han enseñado la necesidad de reconocer los productos que adquirimos y que deben ofrecer la información sobre su origen y composición en las etiquetas que los identifican. Y aquí surge de nuevo un complejo y difícil ejercicio. Con la voluntad de conocer aquello que compro me dedico a revisar algunas de las posibles etiquetas lo que me lleva a sorpresas totales especialmente en cuanto a la procedencia de los productos.
Después de mirar cuidadosamente las etiquetas de los espárragos navarros observo con sorpresa que varias de las marcas conocidas que habitualmente compro tienen una procedencia singular: China. La miel que quiero comprar después de revisar si es de romero o de eucaliptus resulta estar envasada en Madrid, pero su origen es de Uruguay. En otras ocasiones el ejercicio de buscar unas manzanas de origen español resulta tarea especialmente difícil comparada con la fruta procedente de muy diferentes países. Algo similar ocurre con la compra de un producto tan sencillo como la patata, donde la producción nacional y cercana está en un gran contenedor sin envasar a precios mucho más bajos que las de origen francés o de otros países europeos.
D.O. Huerta de Ciudad Real
Todo este preámbulo me lleva a valorar de forma especial las posibilidades que ofrece Ciudad Real con un entorno agrícola mantenido en localizaciones como La Poblachuela o La Atalaya. Las huertas aún existentes en estas dos zonas de la ciudad son un tesoro especialmente valioso para conservar. Los diferentes planes urbanísticos han planteado la adecuación de estas dos zonas de la ciudad como zonas de desarrollo residencial en difícil convivencia con lo establecido en la legislación autonómica que exige una superficie de 10.000 metros cuadrados para construir una edificación residencial. No es el momento de entrar en esas valoraciones urbanísticas. Los que tienen el privilegio de tener una residencia (primera o segunda) en estas zonas tienen además la suerte de hacerlo en convivencia con espacios rurales cultivados que dan un especial valor a estos terrenos. La presencia de huertas, de espacios cultivados con cereales o huertas en estos espacios de Ciudad Real son un valor ecológico y medioambiental de primer nivel a proteger y conservar. Otro tema es que estos espacios rurales deban tener los servicios y dotaciones actuales como demanda cualquier residencia de la ciudad. La calidad de estos servicios puede ser un excelente instrumento para garantizar su mantenimiento.
Y junto a la existencia de espacios sin edificaciones, cultivados tradicionalmente para cereales y sobre todo para huerta, la oferta de sus producciones a la ciudad. En el Mercado de Ciudad Real, en el mercadillo o en diferentes comercios es posible encontrar productos de nuestra huerta, de una especial calidad y a precios más que razonables. Esa oferta frente a un mercado internacional, como el que he comentado, es un lujo por el reducido impacto medioambiental que tiene, por los valores ecológicos que representa, su mínimo impacto en el trasporte y por la calidad de los productos que ofrece. Es bueno que valoremos esta producción y la protejamos como privilegio de nuestra ciudad. Una producción que podemos identificar como la denominación de origen Huerta de Ciudad Real.
Los tomates, las patatas, hortalizas y frutas de estas huertas de nuestro entorno presentan una variedad y calidad especial. Una oferta reconocida y asociada a sus productores a los que conocemos y que nos presentan sus productos cultivados y recogidos en esos terrenos que están próximos a nuestra ciudad. La diferenciación respecto de otros productos, su aprecio y consumo a precios razonables puede ser un buen instrumento de consolidación de este recurso natural próximo a la ciudad.