En una red social, una persona criticaba con dureza que la reciente encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) se hubiese hecho antes de que Pablo Iglesias diese por concluido su periodo de alta paternal, lo que calificaba de tirar el dinero público. Las redes sociales también dicen estas cosas. Tal vez, incluso, puede que lleve razón la seguidora del secretario general de Podemos.
La historia, la leyenda y el Antiguo Testamento -comience usted por dónde prefiera- nos habla de un Moisés que, una vez conseguida la aventura de liberar a su pueblo de las garras egipcias atravesando montañas y mares, lo llevó hasta el pie del Sinaí y allí lo dejó descansando. Mientras, el ascendió hasta el monte sagrado y anduvo con el estilete marcando sobre dos piedras las reglas del judaísmo conocidas como las Tablas de la Ley.
Moisés cumplió con sus obligaciones con su padre el creador, que le infundió sabiduría y normas para el futuro. Aquello no fue un Vistalegre1 tête à tête, pero casi. Y con los mandatos bajo el brazo, descendió hasta donde el mundanal.
Ya no adoraban al líder
Lo que Moisés se encontró fue algo inesperado: no se le esperaba ya y había cambiado el mundo de aquellos que le siguieron: Ya no adoraban a un líder, sino a un becerro en el que habían fundido todo el oro de sus creencias, y las familias fueron volviendo a sus adentros, a recomponerse, porque también ellos tenían necesidades.
Estupefactos, miraban cómo bajaba el inesperado líder, temerosos de que su bastón pudiese volver a convertirse en la serpiente venenosa de Aarón, su hermano y secretario de organización. En la vuelta de Iglesias lo único que ardió de verdad fue el entusiasmo del 11-M convertido en culto laico al Moisés particular.
Quien reclamaba una encuesta con intención de voto para cuando Iglesias hubiese vuelto a pie de calle, mostraba su descontento con los resultados del trabajo del CIS, desconfiaba sobre todo de que Unidas Podemos fuese la realidad electoral soñada si no se contaba con la presencia del líder. O tal vez estaba reconociendo, sin decirlo, que Unidas Podemos había entrado desde el permiso paternal en una espiral de caída y rupturas internas y territoriales difíciles de parar y menos aún de ocultar.
Salvo algunos egipcios, pocos han discutido el derecho de Moisés a atender sus necesidades familiares o individuales. Pero en este tiempo de ausencia pública el mundo ha seguido girando. Y aquella sorpresa andaluza llamada VOX crece en la encuesta del CIS a costa de los escaños posibles de Unidas Podemos en toda España. No es una sorpresa. Cuando el pueblo seguidor no siente cerca a sus lideres, sus referencias sociales o políticas, prefiere la algarabía, la indiferencia, mucho más cómoda, pero siempre hay a mano un becerro de oro al que adorar.
En tiempos de elecciones, las encuestas son trazos gruesos que la realidad convierte en flecos de derrota. No tenerlo en cuenta fue el error de Moisés.
Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor.