La realidad obsesiva tiene siempre como consecuencia fenómenos que nos llenan de sensaciones y pensamientos negativos , no debiendo olvidar que existen miles de presiones y relaciones sociales que nos producen estados lucha por el dichoso estatus social, verdadero abanderado de mucha gente.
Primero fueron pensamientos recurrentes, luego ideas fijas, ahora son obsesiones.
Un día empezaste a pensar, y si ese compañero de trabajo está maniobrando para quedarse en tu puesto de trabajo, crees que estás convencido de ello y no puedes quitarme la idea de la cabeza, es algo que te está afectando directamente y es difícil que se te vaya directamente, entonces, necesitas la ayuda de alguien aunque piensas que no estoy loco, pero las cosas que haces no tienen lógica alguna.
El pensamiento recurrente es, antes de nada, un pensamiento de naturaleza peligrosa, presto a asaltarnos cuando menos lo esperemos. Esto explica por qué la mayoría de las veces, irrumpe de inmediato, sin mediar palabra, incluso, cuando estamos entregados a nuestras tareas cotidianas, en los momentos más diversos de nuestros días o de nuestras noches.
Nos sentimos intimidados, como si un intruso hubiese entrado con prepotencia en nuestra casa. Incluso mientras comemos, o hablamos con alguien, el invasor ataca de nuevo.
Nos puede preocupar el dinero, lo cara que cuesta la vida, llegaré a final de mes, si me tocara la lotería.
La posesión, la pertenencia, lo que es mío es mío, qué querrá de mí. Son los pensamientos típicos de quien, no permitiendo a nadie aproximarse a su territorio, termina por encontrarse solo con sus obsesiones. Cariño y dependencia, los hijos han salido, los padres temerosos de que les pueda suceder algo de lo que se puedan arrepentir el resto de sus vidas, la escena del desastre, el accidente… qué habrá sucedido? La mente sufre un tremendo cortocircuito.
La competitividad, un hermano, un amigo o un compañero de pupitre pueden ser los clásicos blancos de la envidia infantil, y los competidores en la edad adulta. Es mejor que yo, soy superior.
Los celos, quien tiene en su poder el demonio de los celos, se corroe pensando siempre en la traición. Un retraso de la pareja es prueba suficiente del hecho consumado.
Las caderas son anchas, la nariz demasiado grande, delante del espejo, sólo se ve un único rasgo. La no aceptación de la propia realidad.
En el enfermo imaginario, el cuerpo es un extraño, casi un enemigo, cada día se teme un nuevo achaque, se consulta a un médico, a menudo e inútilmente vía libre a todo tipo de pastillas, un simple resfriado es el primer síntoma de una grave enfermedad.
El trabajo, cuando la carrera profesional tiene prioridad sobre todo lo demás, en la mente se fija un único temor, no me estarán haciendo la cama, siempre a la defensiva, sólo se piensa en trepar y conseguir, lograr y hacer. Los otros, son meros enemigos.
El sexo, la que se deja pasar se pierde, el obseso del sexo persigue cada posible acercamiento, sin detenerse en romanticismos, la cantidad gratifica más que la calidad, por lo tanto, el número de conquistas llega a convertirse en una fijación personal carente de fundamento.
Como puedes observar, todo ello debe tratarse cuanto antes y desde el punto de vista de la psicología.