A partir de 1870 volverán a tener las diputaciones toda la competencia en esta materia. La Diputación provincial ha asumido ya la necesidad de esta instalación e invertido cantidades importantes especialmente a lo largo de 1866.
La situación sanitaria del país está cambiando y se reduce la mortalidad gracias a las vacunas, especialmente de la viruela y el cólera. En Ciudad Real temas particulares como la existencia de unas lagunas denominadas “Las Terreras” producen numerosas enfermedades y por ello, cuando se desecan en 1868, se reducirán notablemente las mismas. La importancia de la sanidad para las diputaciones les exige una dedicación presupuestaria muy elevada. En el período 1868-1875 se destina en torno al 40% del presupuesto provincial a estos temas y en 1867 se atienden en el hospital a 576 enfermos, no militares, de los que 123 eran mujeres y en los hospitales municipales a 312 enfermos.
El proyecto de Vicente Hernández
A finales del siglo XIX la Diputación es la referencia provincial como institución asistencial. Pero la situación de los centros es de una gran penuria debido a la escasez de los fondos destinados a su funcionamiento. Ante la escasez de recursos se propondrá mantener los escasos fondos sin subirlos y reducir de 250 a 200 los acogidos en el Hospicio a la vez que recortar los gastos del Hospital como decían las memorias provinciales. Las dificultades del propio edificio llevan a proponer que se habiliten las habitaciones que la corporación tenía en la calle Caballeros y plantear una ampliación del edificio del Hospital.
En 1887 se plantea una ampliación de servicios que junto a la mejora de la situación económica propicia una ligera recuperación. En este último tercio del siglo XIX comienzan su actividad en nuestro país las Facultades de Medicina y se produce un impulso en el campo de las ciencias biomédicas y de las ciencias naturales.
La Memoria del proyecto redactado en 1880 por el arquitecto Vicente Hernández decía: “Siendo insuficiente para las necesidades de nuestra provincia el actual Hospital, y careciendo este en parte de las condiciones necesarias de un establecimiento de esta especie, a pesar de los cuidados, trabajos y desvelos de su Director Don D. Sancho para sacar todo el partido posible de aquel edificio utilizado pero no construido con aquel objeto, se pensó desde luego en satisfacer tan atendible necesidad agregando dependencias, mejorando sus condiciones, aumentar salas, o hacer construcciones separadas que llenasen el objeto”. Para ello se hace la propuesta de adquirir el terreno adyacente para ubicar en él las edificaciones necesarias. Se propone una planta de 60×60 metros (3.600 metros cuadrados totales) con cuatro escaleras en cada una de las esquinas que supondrían 160 nuevas plazas y una inversión de 197.101 pesetas.
La distribución es sencilla: cuatro crujías a cada uno de los lados del rectángulo los cuales tienen de ancho o luz siete metros que permiten las maderas empleadas en las cubiertas y formando cuerpo con dichas crujías las galerías de circunvalación y servicios quedando en el centro un desahogado patio jardín tan necesario de las mejores condiciones higiénicas del establecimiento y destinado a paseos de convalecientes. Se considera dividido en dos partes por medio de un eje paralelo de su principal fachada. La Memoria del proyecto decía: La primera que llamaremos anterior destinado a dependencias generales y necesarias del hospital propiamente dicho y la segunda o posterior completamente separada es destinada a los enajenados…. Las obras se van desarrollando lentamente a lo largo de los años.
La distribución de plazas es significativa de la mentalidad del momento: en la planta principal las salas de cirugía y oftalmología para distintos sexos, gabinetes de practicantes y enfermeras y habitaciones independientes para enfermos distinguidos…. Se prevén plazas para enajenados: 32 para hombres y 32 para mujeres, 4 para enfermos distinguidos hombres y 4 para mujeres y cuatro plazas para “furiosos” hombres y mujeres con un total de ochenta plazas. En la zona de hospitalización 18 plazas de hombres y 18 de mujeres en cirugía, otras 16 en oftalmología y 4 para hombres y mujeres distinguidos, con un total de ochenta plazas. El hospital tenía así un total de 160 plazas. Una descripción que es reflejo de la mentalidad del momento y de las áreas sanitarias que se atienden en el hospital.
El final del siglo XIX.
La Memoria inicial y un alzado de la fachada (1880) están firmados por Vicente Hernández. Hay dos planos que siguen la distribución indicada en esta Memoria si bien pocos años después, las dos plantas con fecha de 1887 aparecen firmadas por Sebastián Rebollar que en ese momento es arquitecto municipal de Ciudad Real. En la nueva distribución de Rebollar se reserva la planta baja completa para enajenados con el patio interior y un patio posterior del edificio y la planta superior para cirugía y oftalmología. En los planos iniciales sin firma aparece la planta de la iglesia que se rotula como nueva cocina y se comunica con el edificio de nueva planta por una galería.
El edificio se resuelve con una tipología clásica de un cuadrado de 60 x 60 (3600 metros cuadrados) que deja en su interior un patio de 1.240 metros cuadrados con lo que resultan 2.360 metros cuadrados construidos. Los espacios exteriores tienen una luz de casi 8,50 metros con un muro de carga que divide las estancias externas y las galerías que dan al patio (posteriormente se cerrarán y ocuparán para nuevos usos). Los huecos situados a ritmos regulares dan como resultado una composición austera y de ritmos equilibrados. En los planos de Rebollar la planta baja está totalmente ocupada para enajenados y la primera se divide en dos mitades una de ellas para hombres y otra para mujeres, dedicada a cirugía y oftalmología. Se ha pasado de una distribución en vertical a dividir el edificio en sus dos plantas.
En 1887 el hospital estaba integrado básicamente por dos edificios: el antiguo convento del Carmen rehabilitado para enfermedades contagiosas y un nuevo edificio construido en 1887 que albergaba 171 camas. El problema de atención a los dementes seguía sin resolverse. En Ciudad Real la visita del diputado Ruiz Márquez en 1889 reseña el estado de los pabellones de dementes señalando que carecían de las condiciones de habitabilidad más urgentes.
No había hermanas de la Caridad destinadas en el edificio, carecía de director de unidad y se impedía la visita a los enfermos. Todo ello con una situación de castigo y trato inhumano a los enfermos por parte de los enfermeros. El antiguo hospital del Carmen con la iglesia existente en el mismo se mantienen como punto de referencia con las importantes ampliaciones del final del siglo XIX de este cuerpo de planta cuadrada que es un modelo con referencias clásicas al que se le van incorporando dotaciones y elementos de tecnología sanitaria que llegarán en las primeras décadas del siglo XX.