El título con el que empiezo esta semana deja de ser algo sugerente en el momento en el que ya no percibes ni lo que eres ni lo que haces. Es decir, se experimenta un fenómeno de pérdida del sentido de la realidad en la que cada uno de nosotros desarrollamos, precisamente, lo que somos y lo que hacemos.
Evidentemente, este es un ejercicio en el que el esfuerzo para no despistarse demasiado implica la atención selectiva de cada ser humano y de su capacidad para poder manejar sus propias herramientas psicológicas adaptandose a nuevas circunstancias o determinadas metas.
A saber lo que hay detrás de cada intelecto o algo que se le parezca, porque estamos más preocupados por pasar el tiempo, cuánto más en la calle, de concierto en concierto o de cierta euforia desmedida en la que ese espacio tridimensional se gasta y el saldo va desapareciendo poco a poco…
Por eso empiezo este artículo haciendo un llamamiento, en general, a cualquiera de nosotros a tomar conciencia de lo que hacemos, de dónde estamos y cuál es el verdadero motivo de esa felicidad en la que navegamos, aunque nos apetezca, eso, salir y estar fuera de nosotros sin saber qué hay detrás de todo ello.
La cultura no está reñida con el ocio, pero la gran pregunta es la siguiente… qué pasa cuándo termina una cosa? Empieza quizá otra?
Nadie quiere hablar de problemas, nadie quiere interiorizar cada realidad que debemos asumir de forma individual, con nuestros problemas y enfermedades y economías precarias. Encima a todos nos esperan meses de apretarnos el cinturón porque los precios subirán, nos cobrarán hasta por respirar y nuestros Santos y Vírgenes nos susurrarán al oído, para qué tanto ruido!!
En definitiva, si hacemos el ejercicio de tomar conciencia de todo lo que hacemos, tendremos una nueva visión de la realidad. Una realidad en la que el ser humano se dará cuenta que es mucho más esclavo de lo que nos dicen y siempre al servicio de intereses casi siempre económicos o simplemente de poder social e influencia dominante de los que todos sabemos que viven a costa del pueblo llano al que pertenecemos.
Buena gente que se guía por sus tradiciones que si nos descuidamos también intentarán que vayan a la basura.
Una reflexión desde un punto de vista de esa conciencia que debemos recuperar de inmediato.
Seres independientes y poco manejables a través de esa falsa modernidad que si sabes utilizarla, es maravillosa!!