No nos damos cuenta, pero el ritmo de vida que llevamos, la forma de relacionarnos con nuestro entorno, las obligaciones excesivas, la presión que nos insuflamos, el estrés psicológico, la excesiva competitividad, el tomarnos los problemas siempre como algo personal, entre otras sinrazones, sigue siendo una constante en la mayoría de los ciudadanos de bien que conformamos nuestro colectivo social. Vivimos en una realidad paralela que nos hemos construido durante años y que no nos beneficia. Hartos de todo y de todos nos enganchamos en multitud de actividades que nos hacen perdernos en el olvido de nuestra conciencia individual.
La postura final es la absorción del sistema que nos domestica incluso haciendo cosas que no queremos, aludiendo al mal menor o a lo políticamente correcto. A las pruebas me remito. Vivimos una película virtual de pensamiento que posteriormente hemos armado como sociedad real y que la sufrimos continuamente. La realidad es otra, la construcción de la personalidad de un individuo depende de muchas más cosas, pero lo más importante a tener en cuenta es la conciencia de ser y de estar. Ser porque somos y estar porque vivimos y vivimos por algo.
La meta es el camino, el día a día. Disfrutando del camino, disfrutamos de la vida y la meta ya llegará y el sentido de vivir es la verdadera realidad. Cultivar y promulgar los valores que al ser humano nos caracterizan, el respeto, la libertad, la educación dentro del progreso, es para todos fundamental. Por lo que para salir del círculo vicioso, es necesario seguir un camino que no va a ser fácil pero nos ayudará a ser más humanos.
Las consultas de psicología siguen siendo un lugar de paso, porque a veces, es imposible soportar nuestra propia presión, siempre es en exceso. Y no es muy recomendable. Si no somos conscientes de los hechos que conforman la verdadera realidad, la escapatoria será muy complicada. Todo está en nosotros …