El consumo de cafeína a nivel mundial es bastante alto, aunque depende del tipo de cultura en el que estemos fijando nuestra atención. Este consumo de cafeína y de los preparados que la contienen varía también a nivel de cantidad y calidad del producto.
La ingesta media de cafeína en la mayor parte del mundo en desarrollo es de menos de cincuenta mg/día, en comparación con algunos países del norte de Europa. Los hombres la consumen más que las mujeres y el comienzo de consumo aumenta entre los 20 y 30 años y desciende notablemente a partir de los 65.
Con la edad, es más que probable que las personas que la consumen presenten reacciones cada vez más intensas por interferencias en su descanso y sensación de nerviosismo descontrolado. La ingesta de la cafeína empieza en la adolescencia observándose un incremento en la franja de edad que ya se ha descrito anteriormente.
Muchas personas que han conseguido dejarla describen una mejora en su salud bastante pronunciada. Lógicamente hablamos de personas que mínimo han pasado de la dosis normal que se pueda consumir a lo largo de una jornada.
Dado que se desarrolla una gran tolerancia a los efectos conductuales de la cafeína, a menudo, se observa intoxicación por esta sustancia en las personas que aumentan su ingesta de modo sustancial.
La mejora de la salud se hace patente, a pesar que en pequeñas dosis es un buen producto, sus desventajas son mayores provocando efectos colaterales como hipertensión, taquicardia, arritmias, insomnio o ansiedad.
Una persona afectada por un problema de intoxicación ante este producto padece un trastorno de ansiedad inducido desde su ingesta, y un trastorno de sueño de forma colateral con unos síntomas bastante claros como son: inquietud, nerviosismo, excitación, diuresis, alteraciones digestivas, contracciones musculares, pensamiento acelerado, taquicardia o arritmia cardíaca, sensación de no fatiga y atención constante, agitación psico motora e insomnio.
Estos síntomas generan un malestar significativo y un deterioro de la salud que no son debidos a enfermedad médica alguna, simplemente producidos por esta sustancia. Debemos tener en cuenta que todo en exceso es pernicioso para nuestra salud.
Muchas veces la moderación y el sentido común deberían hacernos despertar de unos hábitos de vida que podemos mejorar si nos lo proponemos todos. Una visión descriptiva de algo que está presente día a día en nuestra vida nos puede ayudar para poder combatir el stress que la propia naturaleza nos ha impuesto. Es una cuestión individual.