La luz y el color
En este espacio singular la primera impresión es la de ver brotar, en ese ámbito negro, la luz que ilumina sus obras y de donde surgen los colores de la naturaleza. Los espacios naturales de las montañas, pero sobre todo la vegetación en sus formas que conocemos en nuestra naturaleza cercana llenan los cuadros con sus diferentes tonalidades y formas. Los verdes de la vegetación inundan cada uno de los cuadros en los que las rocas, las formas de la geología parecen acompañantes de fondo en tonos grisáceos, en formas fuertes que dejan el protagonismo a las formas vegetales. Verdes que en sus diferentes tonalidades, en sus formas variadas nos trasportan a los espacios naturales de donde han sido tomados.
Y junto a ello los colores fuertes y llamativos de las floraciones: los rojos de las amapolas que llenan los campos con su color, los árboles en flor que presentan sus blancos en diferentes tonalidades anunciando la explosión de la primavera o los tonos violáceos y rosas de las plantas de nuestra tierra. Contrastes que dialogan con los diferentes tonos de las masas verdes de los árboles y arbustos que llenan sus obras. Contrastes que parecen manchas con formas difusas que establecen el diálogo y ponen acentos a los espacios naturales en los que están presentes.
“La pintura es un estado del alma así como un ejercicio intelectual, como tal lo entiendo; siempre he huido de modas, corrientes y manifestaciones estéticas varias dictadas por unos pocos, aunque respeto y admiro toda forma de Arte y registros pictóricos, jamás rehúyo del proceso evolutivo o de esa investigación tan fundamental en nuestro trabajo, así lo veo, porque el arte es libertad, el lenguaje más universal del ser humano, eso sí, sin que nadie me imponga nada.
Son muchos los años de búsqueda, muchos días expuesto al sol y al viento, aguantando todo tipo de inclemencias meteorológicas a campo abierto, pero lo doy por bueno, a mi amada Naturaleza se lo debo todo, estoy en deuda con ella y por eso ella dicta con su luz y yo escribo con color, sin más” dice el pintor. Una muestra de su proceso de trabajo surgido desde la realidad que pinta, desde la naturaleza capaz de provocar sus emociones y llevarle a dejar constancia de ellas en sus cuadros.
El agua
Y junto a ello, el protagonismo del agua que se hace presente con especial maestría en su representación en diferentes lugares como protagonista esencial del cuadro. En Ruidera las grandes superficies del agua con sus variaciones de color, los reflejos, los movimientos recogidos en el cuadro, las diferentes tonalidades dialogan con el espacio vegetal y las pequeñas construcciones que aparecen en el fondo de las composiciones. Un ejercicio de conocimiento de la técnica, de manejo de las posibilidades compositivas y de calidad de la composición total.
Los ríos que asoman en sus recorridos entre las vegetaciones de sus riberas van dejando patente el trascurrir de sus cauces, como si estuvieran en movimiento entre arboledas de otoño con sus coloraciones de hojas de tonalidades atractivas. Una combinación de movimiento, colores y tiempos especialmente sugerente y atractiva. Un elemento que es materia esencial en su obra junto a la presencia de la vegetación de esos fondos geológicos que cierran la perspectiva de sus composiciones.
La perspectiva y la forma del cuadro
La composición del cuadro nos presenta la imagen de un espacio de dimensiones singulares, del espacio abierto con horizontes lejanos que quedan reflejados con técnica singular. Pareciera que el objetivo se sitúa en una distancia media, que fija su atención en determinados espacios de manera que los más cercanos y los más alejados quedan como difuminados. Hay una visión única de ese espacio que capta el instante determinado que quiere reflejar. No hay un espacio revisado una y otra vez para pintar los detalles detenidamente aunque su trabajo haya requerido visitas y tiempos diversos. Pero la perspectiva es la de un momento, de un instante atrapado en el cuadro.
Y por ello las formas próximas parecen difuminadas, casi esbozadas para dar el protagonismo detallado a espacios intermedios que contrastan con perspectivas finales y alejadas que vuelven a difuminarse en formas y colores. De esta forma su técnica consigue introducirnos en una visión del espacio con sus distancias, con su concepción de estar en un tiempo instantáneo en un ámbito de distancias que, desde la cercanía, nos llevan a los montes lejanos del espacio que pinta.
La quietud y el equilibrio
Y junto a ello un elemento material singular como es la propia forma y dimensiones del cuadro. Un espacio que el pintor quiere acotar, definir como el espacio de su visión en ese momento y ese lugar. Los formatos cuadrados de grandes dimensiones parecen sugerir la quietud y el equilibrio de la observación más racional, más equilibrada que ha captado la visión de ese lugar. La vista de Madrid con su perfil lejano deja en primer plano la vegetación y el arbolado para permitirnos la visión más neutra del perfil de la ciudad con los volúmenes de sus edificios reconocidos.
Y junto a ello las variaciones en horizontal o vertical que quieren acentuar esa idea del paisaje en su visión amplia o en una perspectiva que quiere buscar la lejanía del horizonte de forma más acentuada. El agua es elemento esencial en este recorrido de la forma vertical que parece adquirir así el movimiento del camino hacia la lejanía cerrada por la presencia del arbolado y de las montañas al final del recorrido.
Un recorrido que parece continuarse de forma oculta tras la arboleda que cierra su visión y que tiene el paisaje geológico como fondo final del cuadro. Cuando el encuadre es horizontal, el rio parece tranquilo entre las masas rocosas de los dos márgenes con sus pequeñas construcciones en los mismos y el color se hace más homogéneo para marcar la calma y el trascurrir casi monótono e sus aguas.
Sensaciones vitales
La forma clásica del color, de la forma y de la composición tiene la maestría del trabajo realizado a lo largo de los años, de las composiciones y los resultados espléndidos de las obras de este pintor manchego. La exposición es un recorrido lleno de sensaciones vitales, de experiencias de los sentidos, de acercamiento a una realidad natural que surge en los cuadros de García Sevilla con la fuerza de los elementos básicos de la pintura: la luz y el color. Un recorrido especialmente atractivo por su obra, por esta aproximación al paisaje de naturaleza realizado con la especial calidad y destreza de este pintor de nuestra tierra.