Hace unas semanas… y esto lo comentaba el otro día, mirando una foto de hace unos años, me di cuenta que la mirada que yo tenía era de auténtica felicidad. Las cosas me iban de cine, prácticamente rodadas, no había razón para preocuparse de nada. Incluso, me ponía a recapitular ciertos recuerdos mucho más atrás en el tiempo, en el que todos hemos tenido problemas, por lo que nos tocó vivir entonces y me ponía en la piel de ese joven vital y soñador… algo engreído… y verdaderamente me sentía muy bien. Llevaba una vida guapa llena de éxito en todos los sentidos, vale.
Pero… poco después también recuerdo que la dirección de aquello que había soñado se desvaneció en poco tiempo. Y esa mirada de felicidad terminó por perderse en el vacío. Tuve que adaptarme a las nuevas circunstancias y resolver el primer problema serio que se me presentó sin yo llamarlo. Directamente él me busco a mí… y bien que lo cambió todo.
Entiendo que a partir de crecer y madurar a raíz de esos problemas que te vas encontrando… no tienes que buscarlos porque directamente te vienen de cara, y empiezas a entender que es todo esto. Bueno… entiendes una parte de la película, la otra siempre es un misterio sin resolver, pero te das cuenta que todo cuesta mucho, que nada nos cuadra y que es mejor tener una mente libre de obstáculos para ir adaptándose a las circunstancias.
Los problemas que se presentan en la vida dependen de cómo sean. Yo siempre digo, que hay que dar forma a las cosas, a la vida, a las relaciones, saber que estás haciendo, tener conocimiento de ti y saber confiar en la persona adecuada. Si encuentras a la persona que tiene esos requisitos… has dado con una mina. La mayoría de las relaciones son interesadas… hay casos que no, pero siempre se quiere obtener algo a cambio.
Los problemas psicológicos siempre han estado ahí presentes. Son de otra naturaleza, pero están ahí. Antes se trataban desde otro punto de vista y ahora son más visibles y por supuesto tratables. En cuanto a la segunda cuestión que me planteas… efectivamente… no sabemos vivir en plenitud, no disfrutamos y no relativizamos lo que hacemos. Nos guiamos por lo aprendido y nos resulta muy difícil salir de ese círculo vicioso. Nuestro sistema nervioso está al límite y los peligros siempre están ahí.
Cada uno tiene su meta y su propósito. Cada ser humano seguro que busca el sentido a las cosas, a su vida… y buscará esos estados emocionales que le proporcionen la llamada felicidad.
Ahora bien, la felicidad no es tener el mejor coche, disfrutar de una buena posición social, o tenerlo todo. La felicidad para mí es con poco, equilibrar tus emociones con las experiencias, tener un propósito, buscar un espacio privado y especial… en este caso para ti y estando bien, saber compartirlo con la persona que conectes, y que lo hagas en profundidad, vivir el momento y el presente sin preocuparte de lo que vaya a pasar mañana.
Yo, prefiero estar tranquilo.