En diciembre de 1950, el Pleno Municipal aprobaba la apertura de una calle que iría desde la plaza del Pilar hasta la Ronda del paseo de Cisneros. Para ello se presupuestaron 3,3 millones de pesetas que procedían de un préstamo del Banco de Crédito Local. Con ello se permitía la edificabilidad de 23 parcelas en las que se podrían construir cuatro plantas. La calle pasaba por el solar del cine de verano en su primer tramo, se encontraba con la calle Tinte y siguiendo por una zona de huertos y espacios libres llegaba a la Ronda. En el último tramo se construyeron las viviendas que promovió la Obra Sindical del Hogar dentro de su Plan de Viviendas 1955-1956.
En el diseño de la calle se proyecta un espacio circular en el encuentro con la calle Tinte y los edificios deben acomodar su fachada a esta forma urbana definida en el trazado del nuevo viario. En ese espacio central se proyectan tres edificios singulares: un grupo de 38 viviendas para funcionarios de la Delegación de Hacienda para lo cual se adquiere la parcela en 1955, el Colegio Oficial de Médicos que ocupa una pequeña parcela de 308 metros cuadrados y la Escuela de Artes y Oficios que se diseña con la pretenciosa grandiosidad de su pórtico de grandes columnas que retranquea ligeramente la entrada.
Con esta configuración y la construcción de los edificios de su entorno, la plaza requería un elemento central que diese sentido a ese espacio que quedaba como hueco libre en su centro. Y para ello, el arquitecto municipal Fernando Bendito diseña una fuente que responde al espacio circular con una geometría en planta de cruz que rodea sutilmente con una forma circular ajardinada para permitir la correcta circulación de vehículos. La forma, en su geometría tiene una riqueza especial por el modo en que va situando los diferentes planos verticales y horizontales generando bandejas de distinto tamaño sobe los que cae el agua. Los planos verticales van cerrando la visión permitiendo entrever lo que se asoma en el siguiente plano. En el centro un elemento singular de mayor altura crea un eje sobre el que giran los diferentes elementos de la composición. Una estética de geometría rica, propia del momento en que se hace, y llena de visiones y matices.
Y junto al diseño geométrico una calidad peculiar en la construcción. Los diferentes elementos que integran la fuente están realizados en hormigón visto con acabados y texturas diferentes. La ejecución controlada por el aparejador Bonifacio Villaverde es un excelente ejemplo de buena ejecución y de matices en los materiales, en las definiciones de las texturas superficiales que van diferenciando sutilmente los elementos que integran la fuente ornamental. El conjunto se ha mantenido de forma adecuada durante el medio siglo de existencia que tiene. Una ligera restauración colocó los bordes de cobre en los remates de las bandejas que habían ido perdiendo las ranuras del borde, garantizando la caída del agua en líneas que van marcando el límite de cada una de las bandejas de la fuente en sus cuatro caras.
Un diseño como éste requería una ornamentación escultórica adecuada. Y para ello se recurre a García Donaire que realiza una serie de bajorrelieves que se colocan en vertical en los frentes de cada uno de los lados. Para los planos exteriores del conjunto Garcia Donaire realizó, en 1962, dos esculturas muy académicas de dos mujeres desnudas tumbadas de manera indolente en el suelo. Con uno de los brazos se apoyan en el suelo, el otro doblado sobre la cabeza y las piernas ligeramente recogidas. La falsa moral de la época hizo que las dos esculturas tuvieran que colocarse de espaldas al público en lugar de en posición frontal como estaba inicialmente previsto. La imagen de la postal de la época presenta a la gente caminando alrededor de la fuente observando los elementos de la misma. Las dos esculturas estaban ejecutadas con mortero de cemento armado interiormente para garantizar su estabilidad. El escultor realizará su modelo en arcilla y posteriormente un vaciado (molde sacado del original) para verter en él el mortero de cemento y dejar fraguar las piezas (también se denominan vaciados). Es la técnica usada para numerosas esculturas excepto las que se tallan directamente en el material. Ello permite poder obtener copias del molde realizado aunque en este caso no consta que hubiese más que las que se colocan en la fuente. Es la simple denominación de una técnica que cuando se repite reduce el valor del mismo (del franco de Städel, expuesto en Fráncfort hay 24 copias), pero en este caso consta el carácter de piezas únicas.
Las esculturas realizadas de forma sencilla, con un material humilde, aunque perfectamente acorde con el conjunto de la fuente, sufrieron algún deterioro que hizo que se retirasen para su restauración. La visión de moralismo provinciano (el nombre popular de las esculturas es una muestra más de la mojigatería del pensamiento) y el escaso aprecio de nuestro patrimonio han hecho que finalmente hayan desaparecido sin que nadie sea responsable de esa pérdida. Nos quedan las imágenes del momento para dar testimonio de su existencia no vaya a ser que alguien nos quiera convencer de que nunca existieron.