No sólo de cantidad vive el hombre, las habilidades innatas no son suficientes a la hora de conseguir el éxito que merecemos en la vida. Las emociones son un factor clave para el éxito personal… y de esta forma, se podrán perseguir esas metas que tanto trabajo nos cuestan cada día.
De esta forma, el triunfo está garantizado, siempre que seamos capaces de aprender a controlar nuestros miedos e inseguridades. Aquellos fantasmas o miedos infundados que son capaces de limitarnos individualmente.
Queridos lectores, el término inteligencia sinónimo de capacidad personal, no depende sólo de la lógica o de la memoria, también de las emociones. Aquellas sensaciones que a veces nos hacen ser felices, otras, son capaces de incapacitarnos totalmente.
La inteligencia emocional es, la capacidad de reconocer sentimientos en uno mismo y en los demás y sobre todo, saber gestionarlos. Es además, un factor clave para el éxito.
Para tomar una decisión importante, es fundamental el enunciar y plantear el problema tal y cómo es escrutar las soluciones que tenemos a nuestro alcance, evaluar las alternativas y, a partir de ahí, escoger la mejor.
Aunque pueda parecer un proceso frío y racional, es más sencillo cuanto más desarrollada se tenga la inteligencia emocional y cuanto mejor se controlen las emociones.
La inteligencia emocional implica, en general, una mayor objetividad. La percepción se ajusta más a la realidad y la evaluación de las alternativas a nuestro servicio.
En cuestiones de trabajo, hay personas que no emprenden esa aventura por ver una multitud de inconvenientes o condicionantes, de alguna forma, no orientan bien su carrera o estudios especializados porque, al decidir cómo encauzarla, su visión de las amenazas está deformada por sus miedos. Uno de los principales impedimentos para el desarrollo de la inteligencia emocional es el propio miedo.
El miedo actúa como una auténtica resistencia y freno al desarrollo personal y le hace a la persona afectada sentirse bastante inseguro.
El miedo es siempre una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño tanto real como imaginario.
Los riesgos reales desencadenan miedos con un objeto, y los miedos imaginarios, sin objeto.
Los miedos con objeto vienen determinados por el desarrollo del instinto de supervivencia, el miedo activa los músculos y la tensión para proceder a una huída rápida en caso necesario. Es lógico tener miedo a los peligros reales, sin embargo, en la vida profesional diaria, gran parte de los miedos a los que nos enfrentamos son miedos sin presencia de objeto, ampliados o deformados por nuestra lente permanente, que no nos deja sentir ese grado de bienestar tan necesario.
En esta sociedad de indudable avance técnico, la aparición de otros inconvenientes, como pueden ser problemas de este tipo, miedos absurdos que efectivamente, no por el hecho de ser absurdos, vamos a restarles importancia, están presentes en las vidas de personas que no llegan a ser felices nunca.
Si nos planeamos un cambio diametral en nuestras vidas, a lo mejor ese miedo va desapareciendo poco a poco… siempre ese fantasma es el que limita nuestra conciencia colectiva.