He observado cómo se saludan últimamente los políticos triunfantes. Una buena parte de ellos, al abrazarse durante los actos públicos, lo hacen de una manera muy peculiar. Me ha llamado la atención cómo mentienen una mano en la espalda del saludado con la que le dan unos frotes por el lomo, unas pasadas continuadas a modo de caricias o restregones, según la intensidad del abrazo.
Lo he observado durante estas últimas semanas, con ocasión de tantas tomas de posesión de nuevos altos cargos y, de manera muy especial, a la entrada y la salida del juicio a Francisco Camps en Valencia y durante el acto de toma de posesión de Ana Botella como alcaldesa de Madrid, cuando ocupó la vacante dejada por Alberto Ruiz Gallardón tras lograr su ansiada cartera ministerial.
No sé si solo se saludarán así los amigos del alma, o es que se habrá instaurado como costumbre entre los correligionarios tan estrechamente unidos por los lazos de hermandad que siempre proporcionan los triunfos electorales y la llegada al poder. Antes no se saludaban de esta manera. Antes se daban unos sordos manotazos detrás de la hombrera del abrigo loden en invierno, o unos agudos palmotazos en los trajes de alpaca durante el verano. Pero ese sobeteo en el costillar, ese masajeo dorso-lumbar de sube y baja con la mano abierta como prolongación del abrazo, yo no lo entiendo.
Por qué se saludan así ahora? Se contagiará esta moda a todas las familias del arco parlamentario, o será patrimonio exclusivo del centro-derecha? Qué significan estas pasadas por el lomo? Alguien lo sabe?