El nombre de la asociación que fundó Marisa Capellín junto a sus dos compañeras, no podía ser más apropiado: Reinventhadas, la hache inventada es el guiño que se permitieron a sí mismas pero el concepto no les podría venir mejor. Como muchas otras mujeres en este país, y probablemente en muchos otros del planeta, se han reinventado.
Asturiana de nacimiento y castellonense por amor, Marisa Capellín está al frente de este colectivo, junto a Isabel Ledesma y Mónica Carreguí desde hace tres años. Y como a muchas otras, la asociación les da más trabajo que beneficio económico porque de hecho darles, como tal, no les da ninguno. Cada una sigue viviendo de su trabajo y le arañan minutos al día para impulsar una agrupación que busca dar visibilidad a las mujeres de la región. Porque sienten que es lo que tienen que hacer, sin más.
Un altruismo que ha conseguido, con el trabajo de estos años, tener una proyección que comienza a notarse y dar frutos. De hecho, este próximo martes organizan una jornada apoyada y promovida por la Generalitat Valenciana a través del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE), la Diputación de Castellón, la Cámara de Comercio castellonense y otras colaboradores como la Xarxa Jove y Altmaesports. Unos partners que avalan el mucho trabajo que hay detrás para organizar un evento que lleva por título “Mujeres, emprendimiento e internet”. Claro y conciso.
Digitalización en el mundo rural
Una jornada, la del martes, que la tiene centrada al cien por cien estos días para llevar a una localidad como Albocàsser la idea de la importancia de la digitalización en el entorno rural como elemento dinamizador social y económicamente hablando porque “se puede romper con lo digital desde el rural en el que se sigue emprendiendo en cosas muy tradicionales, y se puede romper esa tendencia”, asegura Marisa Capellín con rotundidad.
Esa rotundidad probablemente sea parte indiscutible del entusiasmo que transmite cuando habla de Reinventhadas, en lo que parece (al igual que en otras entrevistadas para este blog) una misión concreta que le reconforta en lo personal y le retroalimenta de la misma manera en lo profesional.
Esta jornada es la última que tienen en cartera pero vienen de otro proyecto igual de ambicioso y es que el colectivo copa su entrevista como si la asociación fuera una prolongación natural de ella misma. Por ello, no me sorprende que me cuente qué es “Mentoradas” como si estuviera hablando de alguien de su familia. “Hemos celebrado la primera edición y es un proyecto de mentoría social poniendo en contacto a mujeres mayores de 45 años con otras profesionales para que pudieran conocer sus casos de éxito”.
Una situación que empieza a ser recurrentemente crónica cuando uno se para a mirar esta piel de toro extendida que es nuestro país. En cualquiera de sus rincones habitan mujeres que en un momento determinado decidieron dedicarse a su familia y dejaron en pausa su carrera profesional, mujeres que se han perdido en el mundo de la TIC las mismas que corren como un guepardo al que solo se alcanza haciéndole un recorte, mujeres con experiencia profesional pero con una edad que juega en su contra y una autoestima tocada, sobre todo con frases de esas que empiezan con “Yo no sé si podré…”.
La experiencia de Mentoradas
Y a esa máxima es a la que conjura Capellín. “Hicimos sesiones muy intensas con un grupo de 15 mujeres y tratamos temas de búsqueda laboral, nuevas tecnologías, talleres de comunicación. Las pusimos en contacto a unas con otras para que se ayudaran mutuamente y el resultado ha sido muy bueno. Se han puesto las pilas que no te lo puedes creer. Varias han encontrado trabajo a través de las redes sociales y otras se están formando…” relata la asturiana que añade “el año que viene queremos hacer más grupos y durante más tiempo”.
Y, ¿cómo surgió este proyecto que acapara gran parte ya no de su tiempo sino de su interés? “Hace 10 años me mudé a Castellón con mi pareja y tuve a mi hija”, la misma que se hace oír con su voz infantil durante la entrevista “porque hoy no tiene cole y me la he traído a la oficina, hay que conciliar” confiesa con una medio sonrisa mientras le dice “sí, cariño, te lo regalo” ante la petición de algo de la pequeña.
“Yo no era emprendedora, sigue contándome al otro lado del teléfono, antes de venirme aquí trabajaba en un proyecto de dinamización tecnológica en zonas rurales, era una época en la que no había ancho de banda, una época muy diferente y nuestro proyecto era alfabetizar digitalmente a una parte de la población rural en Asturias. Cuando tuve a mi hija me encontré con muchos problemas para encontrar trabajo y me uní a otras compañeras para crear una plataforma que se llamó ‘Escaparate freelance’ pero no llegó a cuajar y de ahí surgió la idea de montar Reinventhadas”.
Que realmente, como muchas otras que funcionan en España, es una comunidad de mujeres que se ayudan unas a otras pasándose contactos, referencias o cualquier otra acción que pueda ayudar. “Es una red de colaboración”, asegura Capellín.
Cuando le pregunto si vive de ello, casi se sorprende. “No, somos autónomas (se refiera también a sus compañeras de viaje Isabel y Mónica) y cada una tenemos nuestros trabajos. Realmente, Marisa en su labor remunerada no se aleja mucho del espíritu de conciliación que esconde Reinventhada pues es Agente de Igualdad que viene a ser la figura que implementa en las grandes empresas y en otras que no lo son tanto, los planes que buscan equiparar sueldos entre hombres y mujeres o poner en marcha los que atañen a la conciliación familiar. “Es un sello de calidad” dice refiriéndose a su trabajo habitual. Y se la ve cómoda en ese papel, por cómo habla de ello. Igual de cómoda en su rol de alma de la asociación castellonense, como si estuviera destinada a ello. Cómodamente instalada en un papel que de una forma u otra, al final, ella misma ha elegido.