Parecía que el japonés se había retirado en 2013 con esa otra joya del género que es “El viento se levanta”, pero tal vez esta otra propuesta haga más justicia al que ha sido su universo habitual, esa mezcla entre realidad y fantasía onírica. Y aclaro, no porque sea de calidad superior, sino porque recoge mejor su esencia.
Ello no quita para que entienda que a algunos le parezca una rayada, pues incluso fascinándome de principio a fin he de reconocer que se me escapan muchas de sus claves metafóricas o mitológicas. Pero es tal la bellísima torrentera de imágenes que casi sobra lo demás. Y ojo, ello no quita que lo que se nos cuenta no tenga entidad y relevancia. Me refiero a esa historia del adolescente en plena madurez que tiene que hacer frente a la terrible pérdida maternal y a asumir una realidad que no le resulta nada fácil, tal como es la asunción de la nueva pareja de su padre y el inminente nacimiento de un hermanito. La fantasía en estos casos supone todo un escape de lo que nos rodea.
Toda una delicatessen.