Yo soy mujer rural, en todos los sentidos. Y soy tan categórica porque conozco todos los entresijos domésticos y laborales en los que se mueven las mujeres en los ámbitos poblacionales más pequeños y que en muchas ocasiones no son coincidentes con las aspiraciones que preconizan las asociaciones que representan al colectivo.
Pero qué significa ser una mujer rural?. ¿Hay mujeres urbanas y otras aldeanas? Tienen más cultura las mujeres y personas que viven en las ciudades que las que habitan en ámbitos más alejados? Éstas son menos modernas?
Son cuestiones que precisarían de varios másteres, pero que se resumen en la capacidad de estas mujeres a la hora de abordar cualquier empresa personal y laboral, y en el protagonismo activo sobre sus vidas y las de sus familias.
Sin embargo, siguen siendo discriminadas socialmente. Cuando hablamos de estos colectivos infravaloramos su papel, su esfuerzo por tener voz, y su disposición para estar activas.
Pero es todo lo contrario, tienen el mismo desarrollo ciudadano (aunque las oportunidades sean menores y estén sufriendo los efectos de la crisis en la eliminación de servicios) y además disponen de un potencial personal y medioambiental que enriquece su universo.
Por eso, no me disgusta que se celebre el Día Internacional de la Mujer Rural por la visibilización que significa. Y todos, sobre todo los lobys económicos, nos tendríamos que fijar un poco más en el papel que desempeñan estas mujeres, que son tituladas universitarias, que trabajan fuera de casa, que cuidan de su familia, que participan en el proceso de desarrollo de su territorio, que acceden a la política, cultivan sus tierras, son socias de la cooperativa agroalimentaria de sus pueblos, compran en supermercados, van al cine, al gimnasio,.. sin pereza para desplazarse a otros puntos de la comarca (porque también conducen).
Es insoslayable el valor económico de estas actuaciones y son clave de modernidad. Las mujeres urbanas están más limitadas, a tenor de los tiempos de desplazamiento que padecen y por el estrés diario para cumplir horarios en un escenario imprevisible.
Pero hay que seguir reivindicando infraestructuras para compensar el esfuerzo diario y la superación de los hándicaps de estas mujeres rurales, que no tienen barreras cuando se trata de mejorar el bienestar personal, familiar y comunitario del entorno en el que viven.