Hay personas de trascendencia mediática que se ahogan solos y en un vaso de agua, ante la más mínima dificultad, se sienten desbordados, reaccionando de forma ambivalente, con cierto pánico ante situaciones que no se esperaban sucediesen. Una actitud habitual en gente muy narcisista y algo perfeccionista, que esconden cierto miedo al fracaso.
Efectivamente, esta experiencia se experimenta de manera frecuente, siendo rasgos de un tipo determinado de personalidad extraña, manipuladora y ciertamente fuera de todo lugar.
El hecho de ser incluso, personajes públicos, les hacen cambiar el discurso constantemente y desviar la atención a lo que les interesa en ese momento, sin respetar aspectos institucionales que puedan volverse en un momento determinado en su contra.
Pues bien, es cierto que existen, como se ha dicho anteriormente aspectos de la personalidad como el miedo al fracaso, inseguridades, perfeccionismo, sentido excesivo de la responsabilidad, que puedan predisponer a esa conducta determinada. También influyen aspectos educativos que podrían ser analizados si tuviésemos la suficiente información en nuestras manos como para hacerlo. Dificultades en la etapa infantil, sobreprotección paternal, modelos meticulosos y obsesivos, actitudes asustadizas y temerosas dentro del seno de la familia, conformando un universo que no debemos perder de vista.
Muchas veces me pregunto, si será un problema de percepción de la realidad. Muchas veces se forma un círculo vicioso dado que la preocupación paraliza y, al no poder resolver el problema, la ansiedad permanece. Otras, el problema se centra en luchar contra aquellos fantasmas del pasado que rondan por nuestra cabeza. En el fondo de estas conductas subyace para mí, un problema de percepción. El tópico de que la vida es de color del cristal con el que se mira podría ser cierto.
Ahora bien, la actitud ante la vida es muy importante. Ese estar siempre con mala cara, enfadado con el mundo, poco respetuoso con el prójimo y sin ganas de aprender me sorprende sobremanera.
Incluso el de reconocer la dicha de la acera contraria, que al fin y al cabo, también es prójimo y muy respetable.
Pero no me voy a despedir sin recomendar a este tipo de personas lo que deberían hacer: En primer lugar, cuestionar lo que piensan, lo mismo no están acertados en su planteamiento de vida. En segundo lugar, evitar ver solo lo negativo. Ya sería para ellos un logro. En tercer lugar, ir poco a poco, no hay prisa, las cosas se consiguen con la voluntad, el esfuerzo y la humildad del trabajo día a día.
No sé, pero creo que el perfil de personalidad que estoy describiendo me suena a alguien conocido!. Bueno ojala pudiera leer este artículo y el propósito de cambio por el bien de la institución, dado que sería su mejor recuperación terapéutica. De todas maneras, como estamos en Navidad, espero que descanse en su tierra y venga con nueva propuesta dentro del marco de la humildad, la corrección, la educación y la competencia sana y deportiva.
Feliz Navidad amigos.