Eso fue en 2015 y consiguió alzarse con el Premio al Mejor Proyecto de Transformación Digital Off-On.Y si para llegar a ese momento convirtió los campos de naranjas de sus padres en el centro de producción de la web Naranjas Marisa hasta su último premio, esta semana por parte de la Diputación de Castellón, se supera en su periplo.
Muchos de los proyectos de emprendimiento de estos últimos años han fracasado porque no se pasa de ser un trabajador por cuenta ajena a pequeño empresario solamente con ilusión pero también es cierto que la crisis ha sacado a la luz a grandes emprendedores que ni siquiera sospechaban que lo eran. Y es el caso de esta mujer que de empleada se ha transformado en pequeña empresaria, junto con su marido. Él trabaja en el campo y lleva las gestiones administrativas y ella es la relaciones públicas y comercial. Realmente es su voz y su imagen.
“Ahora somos muy conocidos”, cuenta la agricultora y lo son tanto en la Vall de Uxó, de donde son, como en otras partes de España pero eso es trabajo de los “seis o siete veranos que me he pasado en las grutas de San José con mi paraeta”. O lo que viene a ser lo mismo, después de convencer al ayuntamiento de su población de que le dejara poner un puesto (o paraeta), apoyándose en la campaña de emprendimiento que el consistorio aseguraba apoyar “y cuando todo el mundo estaba de vacaciones y en la playa, yo me ponía allí con un cartel muy grande de Naranjas Marisa pero vendía melones y sandías -el verano no es temporada de los famosos cítricos levantinos- y daba mi tarjeta a todos los turistas que pasaban por allí”.
Un marketin casero que le dio resultado porque asegura que el 90% de los contactados se han convertido en clientes ocasionales o fijos. La historia de Marisa Sanchís es una historia de superación y también, y coincide con el resto de las mujeres protagonistas de este blog, es una historia de constancia y de ideas claras. Y tanto es así, que en la actualidad se sirve de las tecnologías y las redes sociales para seguir dándose a conocer. Tanto en sus perfiles como a través de las mensajerías instantáneas de los smartphones y sus productos viajan por el universo virtual. “Ahora, este mes, empezamos con la mandarina y en noviembre con la naranja”. Realmente es clementina, tal y como explicó en su participación en el programa de Tve ‘Aquí la tierra”. “Desde que salimos fuimos mucho más conocidos, al día siguiente de emitir el reportaje teníamos 40 correos electrónicos pidiéndonos naranjas”.
Antes de preguntarle cómo llega hasta el gigante televisivo me lo cuenta ella misma y me relata que buscó por redes sociales el perfil del programa y se puso en contacto con ellos. “Les tuve que caer simpática y vinieron a nuestros campos para hacer un reportaje”. Esta mujer es así, camina despacio pero avanza y sigue llegando cada día más lejos.
Tratar al cliente con cercanía
Dice que sus productos han salido ya de nuestro país y han llegado hasta la vecina Francia e incluso hasta Inglaterra, pero “prefiero quedarme en España para tratar al cliente como nos gusta, con cercanía. Tenemos mucha faena aquí y exportar significaría meternos en un gran almacén y una gran inversión”. No parecen necesitarlo, desde luego y recuerda la partida que tuvieron que invertir tanto “en la página web, profesional, y que hemos actualizado hace un año y en las miles de cajas que llevamos compradas”. Sus pedidos son de un mínimo de 10 kilos y un máximo de 15 y el recipiente que las contiene tiene que tener unas características especiales, tanto en capacidad como en resistencia.
Le pregunto cuáles son sus planes a corto o medio plazo y me dice con rotundidad “Yo lo que quiero es trabajar, tener trabajo. Y seguir vendiendo naranjas a domicilio”. Su marido con 56 y ella con sus recientes 52 no tienen demasiados años laborales por delante pero sí los suficientes y en un tramo de edad muy peligroso como para no tomar las decisiones acertadas que les conduzcan a una situación de riesgo, de ahí que su prudencia le indique crecer más a nivel nacional pero no dar el salto internacional, que tampoco necesitan especialmente.
Me despido de ella deseándole suerte y según se lo digo pienso que la tendrá, porque como todas las personas de éxito, se la trabaja día a día. Ahí está y sigue creciendo, porque además de cítricos vende otros productos como jabones, mermeladas o aceites y todo ello con su etiqueta. Humildemente segura, Marisa Sanchís, parece tomar siempre los caminos adecuados.