Gamma Casiopea: una estrella variable eruptiva cuya potente luz revela la silueta de varios fantasmas perdidos en el espacio. En la mitología griega, Casiopea era la madre de Andrómeda, y se la representa a menudo como una reina vanidosa mirándose en un espejo
Como no podemos poner nombre a todas las estrellas del cielo, Bayer inventó a principios del siglo XVII una denominación que consiste en usar el nombre de la constelación junto con una letra griega. La estrella más brillante de la constelación sería la alfa (α), la segunda la beta (β), la tercera la gamma (γ), etc. A las más brillantes a veces nuestros antepasados les adjudicaron algún nombre propio: por ejemplo, la estrella principal de Canis Mayor (α-CanM) es Sirio, la estrella más brillante en nuestro cielo después del Sol; Vega es α-Lyr, la estrella principal de la constelación de la Lira… La potente estrella que vemos en la postal de esta quincena es la tercera de Casiopea (Gamma Casiopea o γ-Cas) y está situada en el punto central de la “W” que forman las estrellas más brillantes de esta constelación. En una noche oscura veremos esta constelación dentro de una ancha franja de nebulosidad que no es otra cosa que polvo y gas de nuestra galaxia: la Vía Láctea.
La estrella γ-Cas no ha tenido nunca un nombre propio como otras, pero era una de las estrellas que usaban las naves Apollo en los años 60 para calibrar sus sistemas de guiado, y el astronauta Gus Ivan Grissom la bautizó como “Navi” usando su segundo nombre leído al revés. Otros astronautas mantuvieron esta denominación, y así ha permanecido hasta nuestros días, como vemos en la imagen del programa “Stellarium”.
Algunas estrellas presentan un brillo que varía periódicamente: a veces con un periodo de días, de horas, de meses, o hasta de años… Hasta el Sol lo es un poco: varía un 0.1% su luminosidad con un periodo de 11 años; pero Navi es una estrella denominada variable eruptiva, y tiene la peculiaridad de variar su luminosidad hasta en un factor 75 como consecuencia de violentos procesos internos que la llevan a lanzar al espacio grandes llamaradas de material ardiendo, a modo de una gigantesca erupción. Esto se produce por la gran velocidad de rotación que presenta, y no sigue un patrón temporal fijo. Tiene una masa de 17 veces la de nuestro Sol y dista de la Tierra 613 años luz. La tremenda radiación que emite la estrella ioniza el gas de los alrededores y lo hace brillar con el característico color rojo del Hidrógeno α, formando las nebulosas de emisión catalogadas como IC 63 y 59. Por su forma se les conoce como “los fantasmas de Casiopea”.