Este cúmulo abierto perteneciente a la constelación de Tauro fue catalogado por Messier en su primera edición de objetos nebulosos como M45 y ha sido observado y referenciado por todas las culturas de la antigüedad. Cada cual le ha dado un nombre, y lo han incluido en sus tradiciones y en su mitología de una u otra forma.
Al ser tan fácil de observar, este cúmulo era conocido por muchos pueblos en la antigüedad: desde los Maoríes y los indígenas australianos hasta los chinos, pasando por Aztecas, Mayas e indios Cherokee y Sioux. Los persas llamaban “Soraya” a este cúmulo, y los japoneses “Subaru” (como la marca de coches cuyo escudo, de hecho, muestra varias estrellas). Se encuentran referencias a este objeto en múltiples escritos muy antiguos, incluida la Biblia.
Llama la atención que Messier incluyese este objeto en su catálogo original, porque la su motivación original era la de registrar objetos nebulosos que no fuesen cometas (que era lo que realmente le fascinaba), y las Pleiades son tan grandes que es imposible confundirlas con un cometa. Seguramente lo hizo simplemente para que la primera edición de su catálogo tuviera más elementos que el de su rival Lacaille, que tenía 42 objetos.
Este cúmulo es uno de los más cercanos a la Tierra. El año en que la luz que formó está fotografía salió del cúmulo, nacían en España Tirso de Molina y San Martín de Porres (1579). Es perfectamente visible a simple vista durante los inviernos del hemisferio norte como una mancha borrosa con varios puntitos dentro: se aprecian 6 a simple vista, aunque en la foto vemos 9 estrellas más destacadas. Por eso se conoce también como “Las siete hermanas”, por la mitología griega: Atlas y Pléyone (las dos de la parte inferior izquierda) más sus siete hijas: Estérope, Merope, Electra, Maia, Taygeta, Celaeno y Alcyone.
Juan A. González
A diferencia de otros cúmulos que sólo muestran las estrellas, en M45 encontramos abundante nebulosidad de reflexión (azul), y es un objetivo ideal para observar con prismáticos. Hasta no hace mucho se pensaba que la nebulosidad formaba parte del cúmulo, que eran restos de la nube de donde se formaron; pero las medidas más recientes muestran unas velocidades muy diferentes, así que parece ser que simplemente la luz del cúmulo atraviesa una región polvorienta en su camino hacia la Tierra. Como el cúmulo tiene ya 100 millones de años, pues se sabe que se formaron todas a la vez, el polvo del que se formó ha debido de dispersarse hace tiempo. En el cúmulo hay también varias enanas blancas, lo que durante mucho tiempo mantuvo en jaque a los astrónomos, que no podían explicar cómo un cúmulo tan joven podía contener estos restos de explosiones estelares, ya que suelen tardar en generarse miles de millones de años. Parece ser que las estrellas más masivas evolucionan mucho más rápidamente debido a que su mayor temperatura hace progresar las reacciones nucleares a un ritmo vertiginoso. También se han encontrado en la zona muchas “enanas marrones” que son estrellas frustradas con una masa demasiado pequeña como para iniciar estas reacciones nucleares y por tanto brillar: tienen unas 10 veces menos masa que nuestro Sol. La cuarta parte de los elementos del cúmulo son enanas marrones, si bien su contribución a la masa total de M45 es sólo del 2%.
