Los cúmulos abiertos como el de la foto son agrupaciones de estrellas, desde varias decenas a algunos cientos, que se formaron conjuntamente y se mantienen unidas por su gravedad, “revoloteando” unas alrededor de las otras. Estos cúmulos, formados por estrellas jóvenes y muy calientes, están todos en el plano de nuestra, por esa razón vemos tantas estrellas en toda la fotografía. Cuando apuntamos con el telescopio hacia afuera del plano de nuestra “ensaimada” estelar la densidad de estrellas es mucho menor.
La galaxia de los fuegos artificiales que vemos a la derecha tiene un aspecto parecido a la nuestra, aunque tiene un tamaño tres veces menor y la mitad de estrellas, y tenemos la suerte de poder apreciar sus detalles porque la vemos casi de frente. Su fotografía sin embargo es más difícil de lo habitual porque al tener que observarla a través de nuestra galaxia, hay una gran cantidad de polvo estelar frio que absorbe su luz por el camino y reduce la intensidad que nos llega. Recibe el apodo de “fuegos artificiales” porque en el último siglo se ha observado en ella un número inusualmente alto de explosiones de supernova, nada menos que 10; mientras que por ejemplo en nuestra Via Láctea –mucho mayor– el promedio es solo de una o dos. Tiene también un índice de formación de nuevas estrellas muy alto al disponer de mucho Hidrógeno, y no se sabe bien porqué.
La estrella más brillante entre medias de los dos objetos, pese a verse mucho más intensa que las demás, no llega a apreciarse a simple vista ni en la noche más oscura, y no tiene por ello ningún nombre especial.
La fotografía fue tomada desde Poblete durante 2 horas 30 minutos con un telescopio reflector de 20 cm de diámetro y 1 metro de distancia focal empleando una cámara a color refrigerada a -10ºC para reducir el ruido.