Eso es lo que al histórico creativo de Marvel siempre le pareció lo más difícil del mundo. Stan Lee, al margen de leyendas sobre su persona y falso mito, confió en hacerse con los derechos de una revista en decadencia y apostar por algo que parecía más acabado que nunca: los superhéroes.
Fue entonces cuando nacieron algunos de los personajes más importantes del imaginario colectivo occidental: Los 4 Fantásticos, Hulk, Los Vengadores y, por supuesto Spiderman. El entrañable genio del bigote lideró toda una revolución en esto de los tebeos con una única y aparentemente sencilla máxima: el factor humano. El bueno de Stan Lee entendía las historias como un conjunto de problemáticas no sólo super heroicas, sino también aquellas que también afectaban a la vida personal de sus protagonistas.
El Hombre Araña fue el máximo exponente en esto de enriquecer las tramas más caseras y adolescentes del personaje. El héroe que dibujara Steve Ditko se convirtió en un absoluto fenómeno de masas e hizo posible que la editorial Marvel Cómics se ganara el apelativo de La Casa de las Ideas. Probablemente aquél fuera el motivo que llevara a Sam Raimi a tratar de traer de vuelta el género de los superhéroes allá por los años dos mil. Y no le fue mal.
Las tres primeras películas del Hombre Araña marcaron un antes y un después en la historia de los superhéroes, pero no consiguió alcanzar más cotas. La repartición de los derechos de cada héroes para el cine con el fin de salvar de la quiebra a la editorial disipó enseguida el interés de algunos estudios y parte de los fans.
Sin embargo, fue con Iron Man y los derechos sobre Los Vengadores cuando se creó el inicio del Universo Cinematográfico de Marvel. Una serie de películas que, como semillitas de pan, nos guiaban a un gran evento de varios grandes personajes. Un modelo exportado directamente de los cómics que fue una auténtica revolución en el cine, para sorpresa de muchos. Entró en escena la casa del ratón Mickey, que comenzó a hacerse con los derechos de todo aquello que pudiera, acabando por comprar Marvel enteramente.
El resultado fue lo que hoy se conoce como Universo Cinematográfico de Marvel. Una suerte de universo compartido en el que se ha puesto a lanzar películas y series que van completando una fotografía dinámica de las vidas de todos los superhéroes. Las viñetas y bocadillos llevados a las pantallas de cine imitando exactamente el mismo formato que en los cómics: apariciones sorpresas de otros héroes, villanos que se cruzan inadvertidamente y sobre todo, una historia común hacia la que se dirigen todos. Sin embargo y como suele decirse lo bueno si breve, dos veces bueno. Sin embargo el genio al volante de este universo compartido, Kevin Feige, decidió que imitar el formato de los cómics al máximo era lo adecuado.
Esto nos ha llevado a la situación actual. Lo que parecía que iba a ser una ingente cantidad de productos entrelazados, ha terminado por convertirse en una tediosa sucesión de series innecesarias. El formato de los cómics traducido en 5 películas que acababan convergiendo tenía sentido, pero las múltiples series generadas en el seno del anterior motor creativo de Stan Lee no parecen estar a la altura de sus predecesoras. Una sucesión de malos productos que no todo el mundo está dispuesto a ver, y que ha generado una desconexión de su público más casual.
Es por todo esto que internet se pregunta últimamente, ¿tenemos demasiadas películas y series de videojuegos? La respuesta clara del pública y la crítica es que sí. últimamente la Casa de las Ideas ha ido intercalando un producto decente o pasable con otros absurdamente malos. Tanto es así, que incluso los mayores fans están comenzando a bajarse del barco. Sin embargo el capitán de este Titanic, Kevin Feige, no parece querer rendirse sin luchar. El resultado ha sido una profunda remodelación del modelo de diseño y creación de productos que, por un lado mejore las historias y experiencia, y a la vez no sea imprescindible para seguir el hilo de las distintas historias en común.
Decía Stan Lee que para él era muy divertido escribir, y no importaba lo que escribiera siempre y cuando le divirtiera. Y no podemos decir que no sea una fórmula que funcione. Es por ello que cabe preguntarnos ¿ha dejado Marvel de divertirse al escribir sus historias? Porque lo que parece es que sus mayores fans están empezando a dejar de divertirse al verlas.
