Evidentemente, Santiago Vera me lleva siempre a su terreno. Me cita de lejos, “a porta gayola”, pero al revés, por qué soy yo el que entro en la oscuridad del antro de “La Venencia”, la taberna taurina del viejo Madrid, donde empezamos a hablar con una copa de manzanilla y vigilando en torno los movimientos de las cuadrillas, los monosabios, los areneros, el respetable público y hasta la habitual mala leche del “presidente”. Mejor elegir otros terrenos y nos vamos a comer a “Los Chanquetes”; cambio de tercio y mayor lucimiento. Entramos en faena.
La cosa es preguntarle por su última exposición, “Negro Zaíno”. ¿Una exposición sobre toros? ¿Una ilustración más sobre la tauromaquia? ¿Qué tiene Santiago con los toros? Un inciso: uno de los primeros cuadros que más me impactaron de Santiago Vera se titulaba “Toro de cartón”, lo vi cuando se lo premiaron en la Escuela de Artes de Ciudad Real en el ’80. Después he visto muchos otros y, aún, me han impactado más. Del cartón fallero, de su época de estudiante en Valencia, del toro de juguete, de la “carretilla” de los “maletas”, hemos pasado a un toro de verdad… negro, negro, negro…
Un toro negro, como aquel que vimos un Domingo de Resurrección en la Maestranza, que venía hacia nosotros, inexorable, desde el horizonte del abombado albero sevillano, que más parecía un monstruo, perfilándose en el horizonte, apareciendo y agrandándose envuelto en una rebolera de polvo, hasta dar, menos mal, con el capote de Curro Romero que ese día, según los entendidos, estuvo “bien”. Otra vez vimos juntos en Ciudad Real al maestro Antoñete y, en Las Ventas, estuvimos en la “Corrida del Terror”, en abril del ’88. En esas ocasiones, en voz baja y sin perder la cara al toro, Santiago me enseñó todo lo poco que yo sé sobre el arte de torear. Ahora bien, el arte de torear, por decirlo de algún modo, es algo más que un arte. En el caso de Santiago, por decirlo de algún modo, el arte es más que “un arte”. Ante tanto artista que sale cogido, cuando intenta una “tauromaquia” y termina en la enfermería, siempre se corre turno y, siempre, remata el que queda…
Fenómeno, genio, monstruo…
El gran cronista y dibujante “K-Hito” nominó en 1943 a Manolete como “El monstruo”. En sentido etimológico: “el que muestra”, el que enseña el camino, el que ve lo extra-ordinario, lo supra-real, más allá de la normalidad. Una de las obras más intensas de la exposición de Santiago Vera se titula, precisamente, “Los ojos de Manolete”, los ojos que parecen atisbar la tragedia negra que vendrá. La tragedia y el conflicto del monstruo, de aquel que ve lo que no se ve, de aquel que enseña lo que no se sabe, es la misma tragedia de Casandra y la misma del monstruo de Mary Shelley: algo que no se puede creer.
Ilustrar la tauromaquia es algo imposible, es una entelequia. Con todos mis respetos para los artistas que lo intentan, no se puede. Digo, con todos mis respetos: veo un cuadro taurino de cualquier artista y nunca veo aquello de lo que me hablaba Santiago Vera, en voz baja y sin perder la cara al toro. Sí, también están Goya, Picasso, incluso Barceló, donde eso sí se ve; pero lo que hace Santiago Vera es otra cosa. Es una “suerte” de antropología del mito y del rito. Es una confrontación de dos pasiones, donde el artista asume los dos roles, toro y torero, monstruo y monstruo que burlan la muerte. Dice Santiago que “no es algo de nuestra época”, un evento donde se juega la vida, donde se juega con la muerte, “no es algo de este mundo”. Es un misterio.
El misterio del artista
Los “bucráneos”, las osamentas de los toros antiguos, ornados de guirnaldas, presidiendo los rituales funerarios o los misterios greco-romanos, los sacrificios propiciatorios o los juegos cicládicos o cretenses, esos huesos, esas calaveras que pintaba Santiago en los ’80 y que podemos ver en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca, remiten al diálogo constante del artista con los misterios de la vida y de la muerte. Otra vez nos encontramos con el “chamán”, con el brujo, con el monstruo, que viene del pasado ancestral, que nos avisa y que clama en el desierto.
El antecedente inmediato de esta obra última de Santiago Vera, lo encontramos en las exposiciones simultáneas “A ponte-El puente”, en la galería “Arte e Pesquisa”, de la UFES de Vitória, Brasil y “Los Toros”, en la Universidad de Wenzao, Taiwán, realizadas en mayo-junio de 2012. En estas exposiciones, Santiago Vera presenta un amplio repertorio temático sobre el mundo de los toros y, sobre todo, de los momentos álgidos, cruciales. Mediante el uso expresivo de diversas intervenciones plásticas sobre la base de imágenes recicladas, consigue despojarlas de lo anecdótico e ilustrativo y cargarlas de nueva intensidad y significado. Valga como ejemplo la operación que realiza sobre la instantánea, captada casi fortuitamente por Campúa, del cadáver de Joselito en Talavera, la fatídica tarde del 16 de mayo de 1920.
A través de una pequeña ventana de la enfermería asistimos, desde la mirada de Santiago Vera, al “planto” de Ignacio Sánchez Mejías sobre el rostro yerto de su cuñado José Gómez Ortega “Joselito”. Catorce años después, en Manzanares, le tendrían que llorar también a él, al torero-intelectual de la “Generación del 27”, García Lorca, Hernández, Alberti… “Memento mori”, recuerda que has de morir. “Memento homo quia pulvis eris”, polvo, arena, albero…
Lo que hace Santiago Vera es otra cosa. Esas imágenes recicladas, tratadas e intervenidas, ya de por sí intensísimas, tamizadas por los velos, ocultadas por los muros, segmentadas por las líneas y cernidas por las tramas del grafismo, cobran aún mayor intensidad. Es un bisturí que opera, que disecciona y que cose y sutura las energías que fluyen y se disipan alrededor. ¿Qué se ve a través de una rendija? ¿Qué se acierta a entender? ¿Qué se puede hacer? A través de una ventana, a través de unos ojos muertos, a través de otros ojos que lloran y, sobre todo, a través de los ojos de un toro negro, que viene, negro, que lucha, negro, que muere y mata, se ve el orden, la disposición, la geometría, la jerarquía de los sucesos, de los tiempos y los espacios. Se ve a lo que conduce penetrar tanto en los conceptos y en las cosas. ¡Eso es lo que muestra!
Nota.- El catálogo se puede descargar, en formato .pdf, desde la web de la Universidad de Granada: http://wdb.ugr.es/~pintura/web/?p=929