Es muy importante pensar que si somos capaces de vencer casi cualquier cosa, bien sea un trauma que hemos sufrido en relación con los diversos problemas que pueden aparecer en el transcurso de nuestra vida, o bien nos los hemos creado nosotros mismos, tomando conciencia de lo acontecido, siempre es mejor desarrollar herramientas de selección natural que el propio ser humano es capaz de generar. De la adversidad también se aprende y este fenómeno podría ayudarnos a ser mucho menos vulnerables de lo que somos. A veces nos sentimos muy víctimas de las circunstancias por las que no nos ha quedado más remedio que pasar. Cierto que es así, pero la otra vertiente de la propuesta es reconocer quizá que nos hemos equivocado, que el camino que hemos escogido no es el correcto, que nuestras relaciones lo mismo han fracasado, por no tener la libertad de elegir quien podría aportarnos e interactuar mejor en el día a día y ser más comprendidos. Un sinfín de alternativas vacías que nos han producido ese malestar, que, la mayoría de las veces, no sabemos ni tan siquiera describir con palabras.
El lenguaje tiene también sus limitaciones, a veces los sentimientos no pueden cualificarse ni cuantificarse, solamente se sienten, se padecen o se viven de una determinada manera. La psicología positiva, el pensamiento positivo, siempre será capaz de ayudarnos utilizándose como herramienta imprescindible en cada una de nuestras vidas. Entiendo todos podemos ser capaces de vencer estas adversidades, desarrollando la capacidad de aprender de esas situaciones que nos han hecho ser muy infelices. El desarrollo de estas capacidades es muy importante a la hora de emprender un nuevo camino.
Actualmente se han llevado a cabo estudios meta- analíticos muy relacionados con el bienestar psicológico y la salud, encontrando grandes correlaciones en nuestros estilos de vida y supuestas enfermedades de nueva aparición que truncan ese bienestar. El impacto del bienestar y su relación con las emociones positivas y determinados rasgos como pueden ser, el optimismo, sentido del humor, satisfacción vital, encontramos una correlación entre la baja mortalidad poblacional en pacientes que sin enfermedades y estilos de vida psicológicamente positivos.
A la vez, se encuentran en el impacto de la cantidad y calidad de las relaciones sociales una mejora de más del cincuenta por ciento a la hora de no padecer alteraciones relacionadas con el pensamiento y psicología positiva. El impacto del bienestar emocional, siempre en el plano positivo y satisfacción vital, influye en la recuperación casi total de enfermedades de tipo físico en parte de la población estudiada de forma longitudinal.
Finalmente, hemos conocido que tras la adversidad, hay personas que su crecimiento psicológico es más positivo, cuando son capaces de utilizar herramientas psicológicas y visualizar aspectos de sus problemas que les han llevado en el pasado a ser susceptibles de estados psicológicos negativos.
Hemos de aclarar que otro amplio espectro de población, es susceptible de no alcanzar las metas que se proponen porque no han sido capaces de vencer esos traumas que les han condicionado durante toda su vida. La psicología sería un buen recurso y una buena opción para ese cambio tan necesario. Todo depende de nosotros.